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Petróleo: por las nubes

El precio del hidrocarburo se acerca a los US$100 el barril. ¿Hasta dónde llegará y qué implicaciones tendrá en Colombia?

Alejandro Martínez Villegas*
07 de noviembre de 2007 - 11:46 a. m.

La atención mundial está centrada en el precio del petróleo, que esta semana llegó a los US$96 el barril. El incremento, que lleva más de tres años, debe entenderse a la luz de razones estructurales del mercado y de las coyunturales que le introducen volatilidad o aceleran la pendiente al alza.

La razón estructural básicamente se centra en el hecho de que la oferta está muy ajustada a la demanda. De hecho, hay indicadores de que el mundo está consumiendo más de lo que está produciendo. Esto surge, de una parte, del incremento en la demanda de China e India, sin que la demanda de los países de la OECD haya reaccionado a la baja. Del lado de la oferta, está el hecho de que no hayan aparecido reservas nuevas importantes en el mundo en la última década.

En la coyuntura, los incrementos responden, principalmente, a una disminución en los inventarios en Norteamérica. No hubo la disminución usual en los consumos en la temporada de otoño y esto hace que los inventarios estén bajos para el inicio del invierno, que junto con el verano, son las estaciones de incrementos en la demanda. A esto se suma el hecho de que Pemex, la petrolera estatal mexicana, anunció el cierre de unos campos costa afuera por el invierno y existe temor por las tensiones políticas que se viven en el Medio Oriente, las cuales pudieran ocasionar también problemas en el suministro.

Ahora bien, en cuanto a predicciones, el tema tiene tanto de ancho como de largo. En el pasado mes de mayo, la Agencia Internacional de Energía presentó tres escenarios posibles de precios futuros. En el escenario alto, el precio llegaría a los US$100 el barril (a precios de 2005) en el año 2030.

No obstante, todo indica que la actual coyuntura podría llevar a revaluar esta predicción. The Economist hace referencia a los análisis de Goldman Sachs, que en 2005 habían fijado un precio máximo de US$105 el barril (ya estamos a punto de llegar a él), tope a partir del cual bajaría porque habría nuevas producciones en los mercados.

Hoy día se estima una disminución a US$80 el barril para el mes de abril del año entrante, porque estos analistas prevén un gradual incremento de la oferta y una disminución en la demanda, que surgiría del hecho de que los gobiernos en Asia (donde se concentran los mayores consumos) han empezado a subir los precios de los combustibles al consumidor final.

En lo que todos los analistas coinciden es en que las épocas de precios por debajo de los US$20 el barril se acabaron. En los escenarios bajos proyectados hacia el largo plazo, se estiman precios alrededor de los US$34.

Escenario colombiano

Para el caso colombiano las consecuencias son varias. Siendo un país exportador, se ve ampliamente beneficiado. El petróleo es el 26% de las exportaciones del país y es una cuarta parte de los ingresos corrientes del Gobierno central. De hecho, cada dólar de incremento en el precio significa unos US$70 millones anuales de nuevas divisas.

De otra parte, la mayor disponibilidad de caja de las empresas petroleras ha permitido que aumenten significativamente sus presupuestos globales de inversión. En buena hora Colombia instauró una política (desde 1999) para mejorar su competitividad y atraer estos capitales petroleros, ya que esto ha permitido triplicar los niveles de inversión y multiplicar por seis la perforación exploratoria anual en el país.

La otra cara de la moneda hace referencia a la presión al alza en el precio de los combustibles en el mercado doméstico. De hecho, el Ministro de Minas y Energía anunció un incremento alto para el presente mes de noviembre, porque se está agotando el rubro previsto en el Presupuesto Nacional para cubrir el subsidio a los combustibles. Y es que el precio que recibe Ecopetrol hoy es un 88% del precio de paridad de importación de la gasolina y un 74% para el diesel.

Pero es claro que la política de trasladar el costo a los consumidores es sensata. La otra opción es mantener unos subsidios a los consumidores de combustibles, que seguramente tendrían un mejor impacto social en otros sectores más necesitados. Además, el hecho de que los incrementos se han dado en forma gradual, ha permitido que la economía los absorba de mejor manera.

En todo caso, el precio es alto (hay que advertirlo) frente al poder adquisitivo del consumidor colombiano, lo cual ha invitado a que algunos analistas pongan de presente que el precio final al público de la gasolina tiene un componente de 40% en impuestos y se sugiere una revisión para aliviar el bolsillo de los consumidores.

Así las cosas, el precio del petróleo se mantendrá alto hacia el largo plazo, en las próximas semanas podría subir aún más por la temporada invernal en el hemisferio norte y algunos prevén una descolgada fuerte para el primavera del año entrante. Todo ello está por verse. Para el consumidor colombiano las expectativas son de unos incrementos en los precios en surtidor, pero para el país en su conjunto son buenas noticias porque esto permite beneficios macroeconómicos.

* Presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo.

Por Alejandro Martínez Villegas*

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