El Magazín Cultural

Se inició el VI Encuentro de Escritoras Colombianas

Helena Araújo y Olga Helena Mattei serán las dos autoras homenajeadas este jueves.

Angélica Gallón Salazar
13 de mayo de 2009 - 10:27 p. m.

“Para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio”, sentenció Virginia Woolf en su libro publicado en 1929, Un cuarto propio. La declaración se convirtió a través de los años en una provocación para cientos de mujeres que veían en la posibilidad de tener privacidad y de ostentar algo de independencia la única forma de desbordar su papel como madres y esposas, y poder así convertirse en esa rareza que era ser escritora.

No importaba la latitud, la historia podría ser contada casi con los mismos matices. Helena Araújo, una colombiana rebelde y romántica desde pequeña, nacida en 1934, cercana a los versos de Víctor Hugo y dedicada a las novelas de Simone de Beauvoir, a pesar de estar casada y tener hijas, de su vida de Country Club y de tardes de costura, decidió un día que la pulsión de escribir era ineludible. Y así, al tiempo que se divorciaba y asistía al tribunal eclesiástico para expurgar su gran pecado, tomaba las maletas, se marchaba con sus hijas a Suiza y empuñaba una pluma para escribir Rodillijunta, el cuento que inauguraba su antología M de moscas, que publicó en 1970.

“Para llegar ahí tuve que librar una lucha ardua, había tanta crítica para quienes queríamos lanzarnos, o en la política o en la literatura, y eso nos angustiaba mucho, nos culpabilizaba y nos desgarraba”, confiesa esta escritora de 75 años, que aún vive en Suiza y que estrena un nuevo libro: Esposa fugada y otros cuentos viajeros.

La historia no fue diferente para Olga Helena Mattei, una paisa que creció convencida de que las mujeres no debían tener autoestima y que ella era por demás tonta, necia, fea e insoportable. Creció sintiendo que tenía que hacer algo importante para borrar ese estigma, y como entre la sopa y el chocolate en su casa sólo se hablaba de libros, pensó que esa era la mejor forma de hacerlo, inocente, claro, de la batalla que le tocaría librar.

“Desde muy joven escribí poesía y fui incapaz de abandonarla, pero era ridículo que una señora de casa con cinco hijos, que había sido modelo profesional dijera que escribía versos, eso en los años 60 era casi vergonzoso”, recuerda Mattei.

Fue gracias a su participación en la famosa Tertulia Literaria de Medellín, creada por Jaime Sanín Echeverri, que esta poetisa tuvo el ahínco de escribir su primer texto Sílabas de arenas, muy bien recibido por la crítica de la época. En el caso de Helena Araújo, fue la complicidad con otros escritores, como Arturo Alape que compartían sus fuertes ideas comunistas, la que le permitió ir conquistando un mundo, por privilegio, masculino.

Estas dos mujeres que fueron capaces de darles una sonoridad y una escritura a sus pensamientos y  pesares, que fueron verdugos de su época y heroínas de generaciones de mujeres escritoras venideras, son homenajeadas hoy en Cartagena, en el Claustro de Santodomingo en el marco del VI Encuentro de Escritoras Colombianas organizado por la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer.

Estas dos mujeres son escritoras, que al igual que las generaciones más nuevas como la de Laura Restrepo, Alba Lucía Ángel, Fanny Buitagro, Ángela Becerra o Margarita Posada, dejaron de sentirse halagadas por saberse objeto de tan repetido interés en las letras y las novelas de los hombres y decidieron untar de tinta el puño que les daría un giro  propio a sus historias.

Claustro Santodomingo, Cartegena jueves 14 y viernes 15 de mayo.

Por Angélica Gallón Salazar

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