El Magazín Cultural
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¡Qué padre, el padre del vallenato mexicano!

Celso Piña descubrió en los años 70 la música de Alfredo Gutiérrez y se la apropió con todo y acordeón.

Sara Araújo Castro
18 de enero de 2010 - 09:19 p. m.

Tuvo que venir desde Monterrey un obrero soñador, Luis Manuel López, a principios de los años 90, para que en Valledupar se descubriera que la música de sus quereres, la de Alejo Durán, de Juancho Polo Valencia, de Los Corraleros de Majagual, había dejado sus semillas en una lejana ciudad del norte de México. La mayor sorpresa fue descubrir que no se trataba de viejos amoríos tan propios de los músicos vallenatos, sino de un movimiento que se fue colando de fiesta en fiesta porque los sonideros (o sea los picoteros o discjockeys) la sembraron en el corazón de los regiomontanos. López había soñado con Francisco el Hombre, y llegó hasta la capital del Cesar a verificar que su sueño era una epifanía.

Viajó entonces una delegación de Valledupar hasta Monterrey para ver la revelación de toda una parte de la ciudad denominada La Colombia y un líder musical, el pionero del acordeón de botones y la música vallenata en Monterrey: Celso Piña.

Tras muchos años de devoción a su “pedazo de acordeón”, Piña cumple el sueño de pisar esta tierra que tanto lo ha inspirado como se lo merece: invitado a interpretar su música en el Carnaval de las Artes de Barranquilla. Norteño hasta el tuétano, es un grande: se atrevió a hacer propio un folclor lejano con un instrumento que no era el suyo; ha compuesto decenas de canciones inspiradas en una tierra que hasta hoy no ha visitado y lideró un movimiento que, como él mismo dice, se quedó y hace parte de la identidad regiomontana. A pocos días de alternar con sus maestros Alfredo Gutierrez y Aníbal Velásquez, Piña habló desde Monterrey con El Espectador.

¿Cómo descubrió el vallenato?

Vamos a remontarnos a los años 70 en las faldas del Cerro de la Campana donde yo vivía, y se oía la música de Colacho Mendoza, de Alejandro Durán, de Juancho Polo Valencia. Cuando oí por primera vez, a Los Corraleros de Majagual, me gustó el estilo y pensé: “Pues, sería padre interpretarlo”. Yo era integrante de un grupo que tocaba cumbias tropicales, rock and rol y música norteña y me empecé a preguntar por qué nadie toca esta música tan rica. ¡Y para qué esperar que alguien la tocara! Ahí compré mi primer acordeón, que me sonaba raro. Me preguntaba: “¡Cómo es que tocan esos chavos que les suena distinto, hasta que después de muchos años supe que eran acordeones arreglados en Colombia. De hecho conseguí uno colombiano, pero no está arreglado allá”.

¿Cómo llegó al acordeón, quién le enseñó a tocarlo al estilo nuestro?

Mi maestro virtual fue el maestro Alfredo Gutiérrez. Se oía mucho un tema, Capullito de rosa, con ese empecé en el acordeón pero estaba muy rebrujado para principiantes. “¿En qué broncas me metí?”, decía. Así que encontré un disco de Julio de la Ossa, un son que se llama Si mañana. Ese fue el primer tema que saqué, con el apoyo moral de mi papa. Le decía “Oye, pa, ya saqué esta rola”, él me corregía y me decía “No entiendo nada”. Con esto tengo el orgullo de decir que soy el pionero de este género aquí en México.

Aquí en Colombia los acordeoneros dicen ‘la acordeón’, pues para ellos es casi una de sus mujeres. ¿Para usted qué significado tiene?

Mi acordeón, … bueno mis acordeones, porque ya puedo presumir con varios, al principio era como dice la canción de Alejo: “un pedazo de acordeón”, la compré usada y desafinada y batallaba mucho con el fuelle porque se le salía el aire aquí y allá, tenía que ponerle curitas y la gente me decía que si estaba enferma. Y yo tenía que decir que no porque se le sale el aire por el abanico. Decía que a mis acordeones les tengo mucho respeto, pues me han dado tanto. Mi música y mucho reconocimiento. Por aquí han venido el maestro Botero, don Gabriel García Márquez y también se fue feliz; amigos de él como Carlitos Monsiváis e hicimos buenas migas. Y en Celso Piña sin fecha de caducidad le hizo unos textos al disco.

¿Cómo es que nunca había venido a Colombia, ni de paseo?

Pues era un sueño, pero de paseo va cualquiera. Yo quería venir invitado y poder mostrarles esa música que es de ustedes, pero que al fin de cuentas es también nuestra y cómo la interpretamos en Monterrey.

Usted le ha compuesto a Colombia, ¿cómo se ha inspirado?

La gente me dice que parezco Agustín Lara, que le compuso a España y nunca fue.

Y la música de su infancia, ¿qué oía de muchacho?

Yo escuchaba de todo, de los Beatles y los Rolling Stones hasta Jorge Negrete y Pedro Infante, Los Panchos,  Maria Callas, Plácido Domingo o Pavarotti. De hecho, en mi casa tengo música de todos los géneros, pero la que más me movió el guara guara, pues fue la de ustedes.

Usted ha hecho ya varios álbumes con músicos de otros géneros como Syntek, Cabas, Bacilos, Control Machete....

Llegó un momento en el que dondequiera estuviera se oía la música colombiana: en los camiones, bares, antros. Entonces pensé pues ahora hagamos algo de fusiones con otros géneros musicales: Café Tacvba con Celso Piña, Bronco con Piña, Control Machete. Hace como 10 años hicimos Barrio Bravo, que fue mi primera experiencia de fusionar mi cumbión con otros géneros y ese disco me internacionalizó. A base de eso seguí haciendo fusiones porque donde voy me dicen “Qué padre el acordeón con la guitarra, con el piano, con otras voces”. Luego vino Mundo Colombia. Y en el más reciente que salió en septiembre invité a algunos grandes como Natalia Lafourcade, Lila Downs, Ely Guerra, Alex Lora, Benny Iarra, Aleks Syntek, a Pato Machete, hice que cantara mi papá porque compuso un tema. Al disco le está yendo muy bien. Pero claro, si me dicen aviéntate un vallenato de Pacho Rada, me lo aviento. Aviéntate algo del Binomio, de Morales... esas son mis raíces musicales.

¿Con quién haría un mano a mano?

Es que no me atrevo a hablar de alguien porque allá todos son buenos. He visto que desde pequeños ya tocan el acordeón y cantan. He visto videos de niños que apenas pueden cargar el instrumento. Cualquier músico de por allá, sería un honor hacer algo con él.

Los vallenatos son muy mujeriegos. ¿Los regiomontanos se parecen a nosotros en eso también?

Yo creo que en cualquier parte del mundo con mujeres tan bellas como las colombianas, hasta el más taimado se avienta. Por eso dicen que de la vista nace el amor. Y si uno ve un ramillete de hembras hermosas, pues ni modo.

¿Cómo son los ‘colombianos’ regiomontanos?

Se identifican porque la cumbia se quedó aquí, ya es nuestra. Vienen seguido músicos colombianos como Nelson Velásquez, el Binomio, entre otros. Eso habla bien de que se les quiere. Te digo que hay mucha querencia, es toda una cultura. No es como la lambada que ¡pum pum! y pasó. El vallenato se quedó para siempre. Y siguen más. Porque he visto niños a quienes les va gustando y aunque no pueden con el acordeón, hacen el intento por agarrarla.

¿Usted cree que el próximo Grammy Cumbia-Vallenato lo podría ganar un mexicano?

Como dijo un artistazo que teníamos por aquí: “Como puede ser que sí, como puede ser que no, puede que quién sabe” (haciendo referencia a Cantinflas).

Por Sara Araújo Castro

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