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Colombia y la partícula de Dios

George Mickenberg trabaja junto a miles de investigadores en uno de los experimentos más ambiciosos de la historia: el Colisionador de Partículas. Junto a otros 12 colegas llegó al país a conquistar voluntarios que quieran descubrir el origen del universo.

Gabriela Supelano
16 de octubre de 2010 - 09:00 p. m.

“Tú y yo estamos hechos de nada, pero yo te veo y tú me ves. ¿Cómo puede ser eso posible?”. Esta es una de las preguntas que intentan descifrar los más de 2.500 científicos que trabajan en la Organización Europea de Investigación Nuclear en busca de respuestas que expliquen por qué el universo es de la forma en la que lo conocemos. Entre ellos está George Mikenberg, un ciudadano israelí, nacido en Argentina, pero que reside en Suiza, quien decidió dejar por unos días su intenso trabajo en este experimento para venir a Bogotá durante esta semana a dictar unos cursos en la Universidad Nacional.

No estará solo. Otros 12 colegas, que también están vinculados al proyecto de la Organización Europea de Investigación Nuclear, lo acompañarán en su intento por entusiasmar a estudiantes y profesores de física a trabajar como voluntarios a su lado para descubrir aquella partícula que explicaría por qué la materia tiene masa.

Mickenberg está seguro de que nuestro país podrá aportar una muy buena dosis de talento para lograr lo que están buscando, pues ha tenido la oportunidad de compartir con algunos colombianos en su experimento, el ATLAS (ver infografía), en donde trabajan físicos de la Universidad Antonio Nariño. Además, en otro de los grandes proyectos en los que también está vinculado, llamado SMC, participan investigadores de la Universidad de los Andes.

Entusiasmado por dar a conocer sus hallazgos de los últimos años, explica que en el acelerador de partículas —una máquina de 27km de diámetro en la que chocan a altísimas velocidades miles de estos pequeños elementos que componen todas las cosas— descubrieron que un electrón o un protón, las que se creía eran las partículas más pequeñas que existían, están hechas a su vez de otras muchísimo más diminutas. “Son prácticamente nada”.

Mickenberg, con un pregrado, un doctorado y un posdoctorado en física, deja sus chistes a un lado sobre las leyes de Einstein y adquiere un tono ceremonial cada vez que habla de su trabajo en el experimento ATLAS. Sus palabras están llenas de pasión, la misma que revela al referirse a las novelas de Gabriel García Márquez, a quien dice admirar enormemente.

“Estamos buscando las grandes respuestas del universo”, dice tratando de explicar la magnitud de lo que hacen en Suiza con el proyecto del Colisionador y de lo que significa que tantos integrantes de este ambicioso experimento vayan a estar dictando charlas en nuestro país.

Por un momento, el mundo pensó que su intento había fracasado porque la máquina sufrió un daño que la inhabilitó durante meses. Sin embargo, Mickenberg y sus colegas están seguros de que no habrá ningún accidente desde que entró en funcionamiento, pues sus colisiones no alcanzan la magnitud de las que se llevan a cabo todos los días en nuestra atmósfera.

Para entender este hecho hay que imaginarse a la Tierra como un gran globo contra el que se estrellan miles de millones de pequeñas canicas todo el tiempo. Al chocar, éstas producen una gran cantidad de energía, luego se transforman y llegan a su centro. La energía que crea el acelerador no alcanza a ser todavía ni siquiera una mínima parte de la que se produce en la naturaleza, pero este avanzado grupo de científicos promete lograrlo.

A partir de abril de 2010 el Colisionador ha funcionado sin parar todos los días y ha logrado aumentar los choques de las partículas a cien mil más en un segundo, lo cual hace que crezcan las probabilidades de encontrar más rápido las respuestas.

Para lograr comprender lo que Mickenberg y su equipo intenta explicar, es necesario entender primero de qué está hecho el universo. De materia como los electrones (las canicas que chocan), que a la vez tienen un opuesto que los físicos llaman la antimateria (todo lo que no es canica). En el origen del universo existía materia y antimateria en iguales cantidades, pero ahora todo es en su mayoría materia. Y justamente lo que buscan es entender por qué esto cambió.

Además, intentan descubrir el origen único de todas las fuerzas que rigen el universo hallando la llamada partícula de Dios, la que supuestamente explicaría por qué la materia tiene masa. Por último, están ahí, trabajando día y noche para encontrar toda esa materia oscura que no hemos podido ver todavía. “Sólo conocemos el 4% de la que existe en el universo, el resto es un misterio”.

Por Gabriela Supelano

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