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Por siempre ‘Aristi’

El goleador histórico de Nacional le dice adiós al fútbol como jugador activo, y no podía hacerlo en un lugar distinto al Atanasio Girardot. Francescoli, Aguinaga y Valderrama lo acompañarán.

Fabián M. Rozo Castiblanco
11 de julio de 2008 - 07:29 p. m.

Para el futbolista próximo al retiro no hay señal más inequívoca a la hora de tomar la decisión de colgar los guayos que sentir pereza de asistir al entrenamiento matutino. En el caso de Víctor Hugo Aristizábal, tuvo una razón más: la rotura del ligamento cruzado de su rodilla izquierda que sufrió en noviembre pasado.

De todas formas el goleador histórico del Atlético Nacional ya había fijado el plazo que sólo se adelantó un mes, pero afirma: “igual te da duro y más ahora que se acerca la hora del partido. Pero como todo en la vida, llega ese momento”. Y el de despedirse definitivamente de las canchas es hoy en el escenario donde nunca se cansó de celebrar.

En el estadio Atanasio Girardot (5:30 p.m., Canal RCN), por última vez Aristi vestirá de cortos y lo hará junto a personas que, según él, “antes que compañeros, son amigos que me dejó el fútbol, con los que viviré una fiesta que será para la afición de Nacional, que tanto me dio”.

Pero él también le devolvió atenciones y así lo demuestran los 206 goles que gritó vestido de verde (173 por rentado colombiano y 33 en torneos internacionales), suficientes para entrar en la historia del popular equipo antioqueño, al cual define como su “casa, a la que llegué siendo un joven con las ilusiones de triunfar y me despedí con un bicampeonato”.

Fueron casi 18 años de carrera (debutó el 13 de agosto de 1990 en Pereira, en el triunfo a domicilio de Nacional 1-0), y su amistad con la red fue casi inmediata, porque a los 10 días del estreno profesional marcaría uno de los tantos en el triunfo 3-1 sobre el Sporting de Barranquilla en el Atanasio.

Esos festejos con el verde antioqueño también se repitieron en el fútbol brasileño, al punto que es el máximo anotador extranjero de la liga de los pentacampeones, gracias a sus celebraciones con São Paulo (33), Santos (5), Vitoria (31), Cruzeiro (28) y Curitiba (12).

Ese registro le brindó el reconocimiento internacional, que hoy le permite contar con la presencia de Enzo Francescoli, Alex Aguinaga y Carlos Valderrama, entre otros, además de la compañía de aquellos “con los que compartí vestuario en Nacional y la selección, como Luis Carlos Perea, Chonto Herrera, René (Higuita), Leonel (Álvarez), Chicho (Serna) o Juan Pablo (Ángel)”. A la hora de elegir tantos momentos inolvidables que vivió con ellos, el antioqueño eligió uno: “La Copa América del 2001, porque más allá del título, lo más lindo de todo fue ver al país unido”.

De hecho, esa sería su única vuelta con la tricolor, con la que alcanzó a disputar 68 partidos, en los que celebró en 15 oportunidades, seis de ellas en el certamen continental, para convertirse en el máximo artillero de esa versión.

Y si de goles se trata, el incomparable fue el que marcó aquel 30 de mayo de 1993 en el Nacional de Santiago, cuando se le adelantó a René Higuita y en un espectacular ‘Escorpión’ sorprendió a Patricio Toledo para el 1-1 frente a Chile. “Fue repentino, la pelota me quedó muy atrás, no tuve otro recurso sino ese y gracias a Dios salió muy lindo”, recuerda con la misma emoción que le produjeron todas sus conquistas.

Este sábado lo volverá a estar, tal vez más que nunca porque desde mañana tendrá que anteponerle el ex a la profesión que le convirtió en jugador y ahora lo convierte en leyenda.

Por Fabián M. Rozo Castiblanco

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