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La última ridiculez del DAS

De cómo, de manera inaudita, una politóloga que enseñaba sociales en un prestigioso colegio de Bogotá fue rastreada por el tenebroso grupo G-3 por poner a leer a sus estudiantes a los investigadores Fabio Zambrano y Alfredo Molano.

Redacción Judicial
01 de agosto de 2009 - 09:59 p. m.

El grupo de inteligencia G-3 del DAS, en su afán por identificar y procesar a organizaciones con supuestos vínculos con grupos guerrilleros, llegó a escenarios ridículos. El más absurdo, sin duda, está documentado en un memorando fechado el 14 de diciembre de 2004, en donde se solicita investigar a Sonia Urrea, docente de sociales del prestigioso colegio bogotano Marymount, porque “estaría formando ideológicamente a su alumnado con algunos documentos rectores de las guerrillas colombianas”.

La base fundamental del DAS para sustentar semejante acusación es una bobería. La profesora Urrea, en su clase de undécimo grado, les solicitó a las estudiantes varias lecturas, no de guerrilleros, sino de juiciosos investigadores del conflicto colombiano, como el historiador de la Universidad Nacional Fabio Zambrano Pantoja o el sociólogo Alfredo Molano Bravo. En las lecturas de referencia también se estudió un artículo de Gloria Gaitán, la hija del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, y otro documento de la desmovilizada comandante del M-19 y ex parlamentaria Vera Grabe.

Tal parece que la sola idea de entender o aproximarse a los orígenes y desarrollos del conflicto colombiano era objeto de sospecha inmediata por parte del grupo de inteligencia G-3. Así, sin más ni más, el caso de la profesora Urrea se convirtió en un asunto de seguridad nacional. Un escenario verdaderamente patético de la agencia de inteligencia del Estado que, en su neurosis por desvertebrar y perseguir enemigos del Gobierno agazapados en organizaciones legales, terminó desarrollando una operación “a cubierta” para promover la desvinculación de la profesora Urrea del colegio Marymount.

Un vergonzoso episodio, tanto por lo inaudito como por las supuestas ‘evidencias’ aportadas por el DAS para catalogar la clase de la docente como una malsana influencia de adoctrinamiento guerrillero: libros de investigación sobre la guerra en Colombia. De acuerdo con el memorando del DAS, conocido por este diario, se requirió indagar si Urrea, efectivamente, desarrollaba una cátedra en el Marymount, estableciendo detalladamente su identidad y su hoja de vida, pero además promoviendo una campaña de desprestigio para buscar, a como diera lugar, su salida de la institución y, por tanto, eliminar la ‘amenaza comunista’ que veía el DAS en su clase.

El Espectador se comunicó con la docente Urrea, quien se declaró, en primer lugar, tan estupefacta como asustada de saberse blanco del DAS. Esta politóloga de la Universidad de los Andes, especialista en educación y ex alumna del Marymount, no halló una palabra distinta a ‘absurdo’ para calificar lo que consideró un atropello contra su trabajo. “El documento del DAS está totalmente sesgado, porque no da cuenta del resto del material que se les entrega a las estudiantes ni se detienen a conocer la metodología de enseñanza”, manifestó. En el informe, no obstante, no está establecido cómo entró Sonia en el radar del grupo especial de inteligencia G-3.

Urrea explicó que en su clase las estudiantes adquieren habilidades de argumentación y sustentación y que, para hacerlo, estudian no a uno sino a varios autores que se han acercado, de primera mano, a la realidad del país. “Lo que leímos de Gloria Gaitán es su artículo ‘Lo que no dijo el poder’, que relata hechos del 9 de abril de 1948. Pero, además, leímos la versión conservadora oficial, escrita por Rafael Azula Barrero y analizamos unas caricaturas de la época y un artículo del historiador Ricardo Arias. La idea es que las niñas accedan a diversas visiones de los hechos históricos y contrasten distintas fuentes para así desarrollar un criterio propio”.

La directora del Marymount, María Ángela Torres, aseveró: “Este es un colegio católico, de formación integral. Tenemos que fomentar que las niñas desarrollen un pensamiento crítico frente a la realidad del país y del mundo, y los contenidos que trabajan los profesores son avalados por el colegio, sobre todo, porque nos interesa mucho que las estudiantes conozcan fuentes que se contrastan. Esa es la característica de los entes educativos: que no se enclaustran en una sola postura. Sin embargo, como institución, este tema nos inquieta mucho. Lo nuestro es la educación, no la polarización ni el sectarismo político”.

Urrea, quien dictó clases en este colegio por seis años, se retiró hace uno del plantel para tomarse una licencia de maternidad prolongada y compartir un tiempo con su hijo. Pero, aunque no se encuentra vinculada actualmente a éste, el respaldo institucional ha sido absoluto. “Lo que no nos gusta es que justamente nosotros seamos el eje de la polémica, precisamente estamos educando para que estas cosas no sucedan. Lo nuestro es, estrictamente, la educación y queremos que si algún día Sonia regresa al colegio, esta situación no afecte su carrera”, expresó María Ángela Torres.

A estas alturas es evidente la cacería de brujas que el G-3 emprendió en medio de pesquisas frenéticas por detectar posibles acciones relacionadas con la subversión. Seguir ilegalmente a la Nobel de Paz iraní Shirin Ebadi en su visita a Colombia en 2004, pedir identificación plena de los concejales de Bogotá que aprobaron la cátedra de Derechos Humanos en los colegios del Distrito o promover el despido de una profesora de bachillerato por manejar lecturas de reputados académicos como Fabio Zambrano, son claros ejemplos de la paranoia que se apoderó de los investigadores que, se suponía, debían estar velando por la seguridad nacional.


El escándalo del Marymount en los años 60

En 1969, las religiosas del Sagrado Corazón de María se retiraron de la dirección del colegio Marymount, el cual habían fundado en 1948. ¿La razón? Una fuerte discrepancia con los padres de familia, originada en uno de los mayores escándalos que se vieron durante la presidencia de Carlos Lleras.

Hacia abril de ese año Carol O’Flynn, profesora de literatura inglesa y norteamericana de ese plantel, fue expulsada del colegio y, de paso, del país. Ella, al igual que otras docentes y hermanas de la institución, eran acusadas de subversivas luego de que se les acusara de haber ocultado al líder izquierdista Germán Zabala.

Este hombre era señalado por el DAS de haber atentado contra el presidente Lleras. La profesora O’Flynn, además, fue señalada por el organismo de seguridad de inmiscuirse en asuntos internos del país al, supuestamente, reunirse con los sacerdotes de la Golconda para hablar de la toma del poder en Colombia.

La Golconda era un grupo de 49 sacerdotes, llamados entonces “los curas rebeldes” y el escándalo de O’Flynn fue calificado por las autoridades como un “fenómeno de infiltración marxista”, en tiempos en que en el país y el mundo se vivía la polarización absoluta que derivaba de la Guerra Fría.

“Es increíble que esto suceda en el siglo XXI”

Fabio Zambrano, reconocido historiador, es profesor titular de la Universidad Nacional y catedrático de la Universidad de los Andes, y ha sido invitado a instituciones de reputación mundial como la universidad francesa La Sorbona y la estadounidense Columbia University.

Consultado sobre este tema, Zambrano expresó: “Uno no sabe si reírse o indignarse. Esta situación es un buen ejemplo de que la estupidez humana no tiene límites. Yo podría creer que esto sucedía hace 40 ó 50 años, pero es increíble que esto suceda en el siglo XXI.

El debate es la obligación de la academia, su condición de crítica es universal, las verdades reveladas y el pensamiento homogéneo se acabaron en el siglo XV. Y el país debe saber que estas cosas ocurren.

Yo escribo y enseño sobre la historia, guerras civiles, conflictos agrarios, es una producción académica normal. Pero eso no es, de ninguna manera, incitar a la violencia”.

“Si esa es la inteligencia que tiene el DAS...”

Alfredo Molano Bravo, sociólogo bogotano, ha sido un acucioso investigador del conflicto colombiano. Entre sus reconocimientos se cuenta el Premio a la Excelencia Nacional en Ciencias Humanas, que la Academia de Ciencias Geográficas le otorgó por una vida dedicada a la investigación y difusión de aspectos esenciales de la realidad colombiana.

Molano escribió Los años del tropel, un libro de relatos de las guerrillas liberales de los años 50 que la profesora Sonia Urrea ha difundido en su cátedra. Sobre este asunto, Molano señaló: “A mí me habían contado esta historia (de Sonia), pero yo no lo había creído. Y me parece denigrante que, efectivamente, haya sucedido”.

Cuando supe de esta situación me pareció una pendejada. Me sorprende que sean tan brutos. Si esa es la inteligencia que tiene el DAS…  Quiero agregar, además, que ese libro fue financiado por Naciones Unidas.

Por Redacción Judicial

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