El Magazín Cultural
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Retrato de una pareja de editores

Tras quince años en Santillana, Pilar  acaba de ser nombrada directora editorial de Alfaguara España. Mario  es el nuevo director de la revista ‘El Malpensante’.

Héctor Abad Faciolince / Especial para El Espectador
21 de marzo de 2009 - 10:00 p. m.

Hace doce años, en la celebración del primer aniversario de la revista El Malpensante, Pilar Reyes (que no estaba invitada) se coló un momento en la fiesta para llevarle un contrato de edición a un escritor que estaba allí. Mientras el escritor firmaba, apareció Mario Jursich y él y ella se pusieron a hablar de libros. Entonces ocurrió ese extraño milagro del flechazo recíproco. Esa noche Pilar, por primera vez en la vida, no volvió a dormir a la casa de sus padres. Desde ese día ella y Mario siguen compartiendo las lecturas, el papel, los manteles y las sábanas. De eso está tejida su vida en común: del amor cotidiano entre dos personas y del amor por la literatura.

Lo que la literatura unió, que no lo separen las editoriales. Este podría ser el lema de Mario y Pilar, quizá los dos editores literarios más destacados de Colombia, que por un curioso azar, y casi al mismo tiempo, llegaron a lo que podría verse como la cima de sus carreras. Jursich fue nombrado en diciembre del año pasado director de la revista El Malpensante, un proyecto intelectual al que le ha dedicado trece años; y su mujer, Pilar, fue nombrada en marzo directora editorial de Alfaguara España, quizá el cargo más importante del ámbito de nuestra lengua, al menos en lo que tiene que ver con la edición de libros de literatura. Ella empezó, en 1993, como vendedora rasa en el stand de Santillana de la Feria del Libro de Bogotá. Hoy es quien decide cuáles son los títulos y los autores que se publican.

Lo paradójico es que, como el cargo de Mario es en Bogotá, y el de Pilar en Madrid, si quieren seguir viviendo juntos, uno de los dos tendrá que ceder. Es lo primero que les pregunto: llegan los dos a un cargo de importancia, pero uno de los dos no se puede quedar allí, ¿qué van a hacer?

“Yo lo veo como un signo de los tiempos —contesta Mario Jursich—. Antes las mujeres se plegaban a la carrera del hombre e iban sumisas adonde a ellos los mandaban. Ahora vivimos la situación inversa, los hombres seguimos a las mujeres. ¿Efectos de la globalización y de la igualdad de género?  Quién sabe, pero por mí está muy bien”.

Pilar hace su propio comentario: “Yo estaba feliz cuando a Mario lo nombraron director de El Malpensante. Lo complicado de la situación es que yo ocupo un cargo en una empresa transnacional. Soy una empleada. En cambio el proyecto de Mario en la revista es un proyecto personal, un proyecto intelectual que él y Andrés Hoyos emprendieron. Entonces para él, abandonarlo, es una decisión difícil y un acto de generosidad inmenso”.

Mario y Pilar responden con mucha tranquilidad, oyendo con atención lo que el otro dice, y sin quitarse nunca la palabra, con un amoroso respeto por el otro, que no es tan normal en las parejas añejas, pero que explica en parte el lazo tan sólido que los une. Les pregunto si después de tantos años, como esa noche en que se conocieron, siguen hablando de literatura.

“Todo el tiempo estamos hablando de libros —dice Mario—. Pilar me cuenta sus entusiasmos y sus decepciones; yo hago exactamente lo mismo”.

“Es verdad —dice Pilar—, pero aunque todo el tiempo estemos hablando de libros, somos muy delicados en las decisiones. Comentamos lo que nos gusta, pero jamás Mario se ha metido en una decisión editorial mía, ni yo intento colar a mis autores en la revista. Hay un respeto absoluto”.

“Es un pacto consciente, deliberado y conversado —recalca Mario—. Yo no leo manuscritos para Santillana, ni trabajo como editor para Pilar. Hemos tratado de mantener las aguas separadas. Esa división es sana para nosotros dos. Además, tenemos gustos muy distintos. Y tenemos una diferencia: yo soy un editor muy técnico, me interesa mucho la parte formal de la edición, cómo arreglar un escrito, lo tipográfico, el diseño, etc. A mí me interesa más cómo hacer los libros; Pilar está más metida en el problema de cómo venderlos”.

“Es verdad, quizá a mí me toque una parte más gerencial de este oficio —aclara Pilar—. Mi preocupación es, en una frase maravillosa de Gabriel Zaid, ‘cómo poner los libros en la conversación de la gente’. Y eso tiene que ver con muchas cosas: cómo hacerlos conocer, cómo hacer cubiertas que sean no sólo bonitas sino eficaces; cómo escribir contraportadas que alguien en una librería al voltear el libro lo haga decir ‘¡quiero leer este libro!’, cómo hacer que el libro llegue a los canales de comercialización a los que debe llegar. Eso es lo que a mí me apasiona: cómo seducir a los lectores”.

Le pregunto si entonces ella es una editora comercial.

“No me puedo definir como una editora comercial, en el sentido de que estoy pensando más en el resultado de ventas que en el libro. Lo que yo creo es que en vez de publicar libros que se vendan, prefiero publicar libros que me parezcan buenos, y luego hacerlos vender. Eso le da a mi oficio un matiz muy distinto. Y en ese sentido hay mucho trabajo detrás de un libro que llega lejos. El trabajo de editor no es recibir un libro de la imprenta y mandárselo a un librero, como si la venta fuera sólo problema de ellos. Mi trabajo tiene que llegar hasta la casa del lector, hasta su biblioteca”.

Les pregunto de qué se enorgullece un editor después de años en su trabajo.

“Podría hacerle una variación a la frase de Borges —responde Mario— y decir que si algunos se precian de los libros que han escrito, yo me precio de los libros o de los autores que he publicado. La biografía de un editor es su catálogo. En ella encuentras una radiografía de lo que son sus gustos, sus pasiones, sus aversiones, sus intereses”.

Pilar no está del todo de acuerdo: “Creo que eso es cierto en un ámbito: en la literatura o en el ensayo. Pero cuando tú entras a publicar no ficción, o eres un editor de turismo, puedes tener las mejores guías de viajes del mercado… pero esa no es tu biografía. Creo que un catálogo le da prestigio al editor, pero a veces el editor se vanagloria demasiado al respecto y pierde el norte. El editor no es un autor; yo prefiero hablar de un facilitador. El catálogo como obra de arte es una descripción excesiva de lo que hacemos”.

Una parte muy difícil del oficio es el trato con los autores, y en especial el veredicto negativo de no publicarles algo. ¿Cómo lidiar con los egos de los escritores, ese género de personas tan complicado?

“He llegado a la conclusión —dice Mario— de que el mejor recurso con los autores es hablar con conocimiento de causa y sin pelos en la lengua. Todos los demás caminos son obscenamente tortuosos y lo conducen a uno a situaciones peores. Toca entender que el rechazo pasa por varias etapas: es muy normal que al principio se lo tomen pésimo y que se genere angustia y tensión; pasado un tiempo, la cosa cambia y con el paso de los años la gente aprecia la franqueza. Así es como se construye una reputación”.

“La relación entre un editor y un autor —dice Pilar— siempre es tensa porque siempre está el No como posibilidad, y decirle ese No a alguien que ha dedicado horas, años de su vida encerrado a crearlo, es muy duro. Es inevitable que eso genere un conflicto inmenso”.

Jursich la pone incluso más difícil: “Yo también creo que mucha gente se pone a escribir sin tener muy claro cuáles son los cimientos del oficio. Si uno quiere ser escritor y no admite la posibilidad del fracaso, es mejor que se dedique a otra cosa. Ser escritor significa tener un gran talento para soportar el rechazo”.

Pilar: “Pero lo malo es que ese talento sólo se aprende con el primer rechazo. No es algo que tú sepas previamente; hay que tener una gran seguridad por dentro para soportarlo, para soportar ese conflicto con el primer o el segundo o el tercer No. Peor cuando ya has publicado a alguien y le dices que su segundo libro no funciona”.

Mario: “Lo que pasa es que un editor es una figura múltiple. Por un lado es un padre, es decir, una figura de autoridad. Por otro, es un sacerdote, esto es, una persona con la que puedes compartir intimidades. También es un amante, o sea, una persona con la que estás en igualdad de condiciones. Y por último, también es un alcahueta, como quien dice, alguien que te festeja todo”.

Pilar: “Y casi siempre termina siendo una puta: nos acusan de que todo lo hacemos por plata, y punto”.

Les digo que no puedo terminar el artículo diciendo, por la boca de una persona tan recatada y virtuosa como Pilar, que el editor es una puta.

Pilar: “Entonces di que es una monja”.

Jursich, cabeza de ‘El Malpensante’

Sucedió hace doce años. Mario Jursich y Andrés Hoyos decidieron crear una revista independiente en su sentido más amplio. No sólo desde el punto de vista económico, sino de la noticia y de las tradicionales publicaciones culturales. Así, nació un revista para hablar bien y pensar mal, para sospechar y para poder decir lo que muchos no se atreven siempre y cuando esté bien dicho. Poco a poco El Malpensante, que sale cada 45 días, conquistó un público, para sorpresa de sus creadores, principalmente joven. Ahora que su director de siempre, Andrés Hoyos, dirigirá el festival que lleva el mismo nombre, Mario Jursich asumirá la dirección de la publicación.

A la cabeza de las letras hispanas

El grupo editorial Santillana es uno de los más grandes de España. En Colombia reúne  sellos como Alfaguara, Suma, Alfaguara infantil y juvenil,   Aguilar, Taurus y  Punto de lectura .

Pilar Reyes llegó por primera vez al grupo como vendedora en la feria del libro, pero con el tiempo se hizo un destacado lugar en la editorial. Desde hace más de siete años es  directora  de  ediciones generales del grupo Santillana  en Colombia y  a partir de abril estará en España como directora editorial del sello Alfaguara. Reyes  reemplazará  a  Amaya Elezcano, designada como directora de Relaciones Editoriales de Santillana.

Por Héctor Abad Faciolince / Especial para El Espectador

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