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Mercado del oso

Al igual que el mercado accionario norteamericano, la bolsa colombiana ha bajado más de 20% desde su nivel máximo, confirmando una tendencia bajista que se conoce como bear market o ‘mercado del oso’, en razón a que este animal lanza su garra hacia abajo cuando ataca.

José Roberto Acosta
11 de julio de 2008 - 10:06 p. m.

En Colombia, la combinación de revaluación real y tasa de interés al alza constituyen un lastre para la economía productiva y obviamente para el sector financiero que, ante la desaceleración del crecimiento, verá menos sana su cartera.

El cierre del índice accionario colombiano esta semana por debajo de los 9.000 puntos, en la antesala del reporte financiero de las empresas del sector real con corte a junio 30, es señal de que las cosas en materia económica siguen enfriándose y que el debilitamiento del crecimiento observado en el primer trimestre no se limita a una breve coyuntura, sino a una tendencia de más largo plazo que ojalá no desemboque en algo más severo que un mero enfriamiento.

Las malas noticias de bajo crecimiento y aumento inflacionario en Colombia deberían debilitar el peso, pero la situación de EE.UU. es tan lamentable que los operadores del dólar, totalmente indecisos, sometieron el valor de la divisa gringa a una alta volatilidad entre los $1.700 y $1.800 durante la semana, con dificultades de liquidez y profundidad del mercado cambiario que aún no escoge entre ‘Guatemala’ o ‘Guatepeor’.

Esta incertidumbre también castigó al mercado de deuda pública que pareciera descontar un nuevo aumento del interés por parte del Emisor en su próxima reunión, trepando la tasa de los TES con vencimiento en el año 2020 a su mayor margen en la historia, 13,05%, y encareciendo la financiación del Gobierno que, a pesar de sus anuncios de recorte en los gastos, todavía no infunde estabilidad en los mercados.

Ojalá esta entrada a un mercado del oso no signifique también que la economía entró a invernar o al congelador, pues son muchas las familias y empresas que se endeudaron pensando que la época de bonanza todavía tenía camino por recorrer y esperan ingresos y ventas sostenibles que les permitan honrar sus compromisos. Las autoridades económicas están exigidas más que nunca y es de esperar que actúen en consecuencia.

Por José Roberto Acosta

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