La industria alimenticia se ha convertido en el nuevo campo de batalla del presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Así lo ha dejado en claro durante esta semana, coincidiendo con un fuerte desabastecimiento de arroz.
Primero decidió que agentes del Estado ocupen por 90 días diferentes plantas procesadoras de arroz, bajo el argumento de que deben supervisar que los industriales produzcan, tal y como lo establece el Gobierno, 80% de arroz blanco y 20% de otro tipo del cereal.
Chávez continuó la arremetida con la noticia sobre la nacionalización de la procesadora de arroz de la multinacional Cargill, que ayer fue tomada por fuerzas gubernamentales.
Al caso con la multinacional se sumó la amenaza de expropiar las plantas de alimentos de Polar, una de las empresas más grandes de Venezuela y que cuenta con tres divisiones: alimentos, cervezas y gaseosas.
Ante las declaraciones de Chávez, Polar se pronunció este jueves indicando que siempre ha cumplido con las reglas.
Para sustentar su procedimiento, el presidente venezolano señaló que no iba a permitir la violación de las normas. “Contra el que se salga del marco de la ley hay que tomar las medidas, pero contundentes, en favor del pueblo”.
Cuando habla de las normas se refiere a diversas leyes promulgadas desde 2003, entre las que se encuentran decretos que le permiten al Estado controlar los precios y la ley de soberanía alimentaria.
La nacionalización de Cargill se suma a la de decenas de compañías en otros sectores, como petrolero, eléctrico, de construcción y de telecomunicaciones.
La expropiación tocó a la empresa colombiana Argos, al nacionalizarse Cementos Andino, de propiedad del grupo antioqueño, en un proceso que no termina, pues todavía el Estado venezolano no ha pagado el valor de la compañía.