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“Acuerdo, por encima de cualquier cosa”

Hermano del comandante de las Farc, ‘Alfonso Cano’, y la madre de Íngrid Betancourt, Yolanda Pulecio, dialogan.

Diana Carolina Durán Núñez
21 de junio de 2008 - 05:37 a. m.

A Roberto Sáenz Vargas y Yolanda Pulecio, la guerra se les atravesó en el camino con nombre propio: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. El primero es el hermano de Guillermo León Sáenz Vargas, más conocido en el país por su alias de ‘Alfonso Cano’ que por su nombre real. Éste, hijo de un laureanista, acaba de constituirse como el principal jefe de una guerrilla que durante seis años, tres meses y 29 días se ha negado a devolverle la libertad a la hija de Yolanda, Íngrid Betancourt.

El pasado jueves 19 de junio, a las 10:00 a.m., el cabildante y la madre de la ex candidata presidencial se encontraron en el Concejo de Bogotá, el cual le otorgó a Íngrid, o a su madre mientras ella la puede recibir, la distinción María Curre de Aya en el grado Cruz de Oro. Su nombre fue propuesto por el Polo Alternativo Democrático, bancada a la que pertenece Sáenz. Pulecio, madre de quien ostenta el triste título de la secuestrada más reconocida en el mundo, y Sáenz, el hermano del líder de la guerrilla más antigua del planeta, hablaron con El Espectador.

Roberto Sáenz Vargas. Con Yolanda nos vemos con cierta regularidad. Mi equipo y yo empezamos a formar parte del Comité por la Liberación de Íngrid en 2004. No hay semana en que no hagamos algo en cualquier lugar de la ciudad, donde quieran escuchar nuestro mensaje. Sólo estamos pidiendo solidaridad con los secuestrados. Íngrid es el símbolo de todos ellos, pero no lo hacemos como una forma de excluir a los otros.

Yolanda Pulecio. Como me ha tocado viajar por varios países, no quisiera decirlo, pero a veces siento… En Francia hay una solidaridad total. Aquí, en ciertos grupos, creen que trabajar por Íngrid y luchar por su libertad es irse contra Uribe. Y eso no es así. Entonces, la gente que es uribista se distancia. Pero, por encima de cualquier posición política, lo más importante son los valores fundamentales, como la vida y la libertad.

R.S.V. Creer que las gestiones de Yolanda van contra el Gobierno es una incomprensión: una madre hace lo que sea por su hija. El acuerdo humanitario es una bandera que está en el mundo entero, lo que necesitamos es una actitud humanitaria. Lógicamente hay matices, pero a veces la gente piensa en blanco y negro, y eso no tiene cabida en el acuerdo.

Y.P. Lo único que  hace falta  es voluntad política, sin necesidad de que sea en un sitio o en otro. Donde haya una mesa y cuatro asientos, como decía el ex presidente López (Michelsen).


R.S.V. Ésas son las terquedades que no entendemos ni compartimos. Mientras la guerrilla y el Gobierno se entienden, los secuestrados siguen ahí, secuestrados. Ojalá fuera un gesto unilateral, yo en eso sí insisto.

Y.P. Ahora que Alfonso Cano es el líder de las Farc tengo la esperanza de que algo suceda, no sé por qué. He sabido que él es una persona culta, que podría estar interesada en entrar por la vía democrática y política.

R.S.V. Creo que Alfonso y toda esa nueva dirigencia pueden tener una mirada que les permita acercarse más a una propuesta política. Creo que ellos ya lo han evaluado. Lo que a todos nos preocupa es que esa nueva dirigencia signifique otros 20 años en la selva sin tomar una decisión.

Y.P. Hay algo que me preocupa y me duele muchísimo: han querido satanizar a todas las personas que nos han colaborado en la búsqueda del acuerdo humanitario, diciendo que son guerrilleros. A Carlos Lozano, a Álvaro Leyva, a Gloria Ramírez, a Wilson Borja; todos están con no sé cuántos abogados para que los defiendan, y ellos sólo quieren ayudar. ¿Por qué poner a esas personas en semejantes problemas? No hay derecho. Tampoco entendí cuál era la intención de distanciarme de Piedad (Córdoba), soy muy amiga de ella y sé realmente del compromiso humanitario que tiene. No me parece el tipo de mujer que pediría que no liberen a Íngrid. Calumnias de la oposición.

R.S.V. Esos son los temas que interfieren en una discusión que tiene que ser de otro calibre. Y así se desdibuja la figura de la liberación inmediata y del acuerdo humanitario.

Y.P. Es que el Gobierno sólo quiere rescatar a los secuestrados por la vía militar. No están interesados en el acuerdo, y cada vez que uno ve cercana la posibilidad, aparecen falsos positivos y tantas otras cosas que no quiero ni recordar, que la dañan.

R.S.V. Creo que además de una posición bastante dura del Gobierno Nacional, la guerrilla también asume una posición en la que no abandona su doctrina. Eso interfiere de manera muy grave en la oportunidad de un acercamiento más rápido. Hay que trabajar día a día para que esa posibilidad sea real.

Y.P. A mí me duele mucho que haya policías y militares con tantos años en cautiverio, y que el Estado no se haya apersonado en busca de una solución rápida para que ellos puedan obtener su libertad. Tanto tiempo de ausencia es insoportable para una familia.


R.S.V. Es que en Colombia las consideraciones que atraviesan el tema del acuerdo lo dejan a veces a uno sorprendido. El presidente Sarkozy no es precisamente un hombre de izquierda, pero él no tiene problema en asumirlo a fondo. Si todos lo asumieran así, cada uno desde su punto de vista, claro… ¡Por favor, esa es una tarea que no se puede aplazar! El acuerdo debe estar por encima de cualquier cosa, y si los países hermanos se quieren vincular, mientras más rápido, mejor.

Un hermano en la paz y otro en la guerra

Hoy tiene 56 años y es el cuarto hijo de la familia Sáenz Vargas. Su verdadero nombre es Guillermo León y es el actual comandante de las Farc. Su hermano Roberto es concejal de Bogotá. Ambos compartieron niñez y adolescencia, sus caminos se dividieron cuando el primero se asumió guerrillero y el segundo, político.

Guillermo León o Alfonso Cano pasó del Partido Comunista a la lucha armada. Su hermano Roberto, de la misma colectividad a la Unión Patriótica y, siempre dentro de la civilidad, al Polo Democrático Alternativo. Hoy son hombres públicos en los disímiles y opuestos caminos de la paz y la guerra.

De Alfonso Cano o Guillermo León Sáenz, aún no se conoce su actual postura política. De Roberto Sáenz ya se sabe que defiende el acuerdo humanitario a toda costa, que no cree en las armas como camino para la reconciliación nacional y que espera que su hermano plantee una solución negociada.

Dos líderes por una Colombia mejor

Yolanda Pulecio fue primero reina de belleza en 1955. Seis años después, ya habían nacido sus dos hijas, Astrid e Íngrid. El padre de ellas, Gabriel Betancourt, fue ministro en los tiempos de Lleras Restrepo y diplomático ante la Unesco. Ya falleció. Yolanda Pulecio siempre se dedicó a promover albergues infantiles para los desamparados en la capital de la República.

Cuando llegaron los años 80, Yolanda Pulecio, apoyando a Luis Carlos Galán, salió elegida al Senado. Y repitió en 1991, pero la Asamblea Nacional Constituyente revocó el mandato del Congreso. Entonces, regresó a sus albergues de niños desamparados, porque su tiempo político había pasado y era la hora de que su hija Íngrid tomara el relevo político.

Íngrid Betancourt fue una parlamentaria exitosa. Opositora en los tiempos de Samper y crítica del proceso de paz en los tiempos de Pastrana. En febrero de 2002 fue plagiada por las Farc. Desde entonces está cautiva, pero constituye un símbolo de la lucha contra el secuestro. Personifica el acuerdo humanitario y se dice que, en cautiverio, trabaja en un plan de gobierno.

Por Diana Carolina Durán Núñez

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