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El heredero del Sha de Irán

El 10 de febrero de 1979 cayó la monarquía. Uno de sus herederos quiere volver al país.

Ricardo Abdahllah / París
10 de febrero de 2009 - 11:11 p. m.

Reza Cyrus Pahlavi viste traje oscuro y lleva una pequeña bandera iraní en la solapa. Su padre y su abuelo, que gobernaron el país durante la mitad del siglo XX, preferían los uniformes militares. Ambos gozaron de simpatía durante los primeros años de sus gobiernos, ambos tuvieron relaciones tensas con el clero islamista y ambos tuvieron que abandonar el poder contra su voluntad.

Reza Shahm, el primero de la dinastía, fue el responsable de la entrada del país en la modernidad. Abrió universidades, impulsó los intercambios académicos con el extranjero, desarrolló los ferrocarriles y prohibió que se fotografiaran los retrógrados camellos; dialogó con los judíos y llevó la libertad de las mujeres al punto de que ni siquiera las que querían llevar velo podían hacerlo, pero los británicos y los rusos, con quienes había estado en buenos términos, no le perdonaron su negativa a expulsar a los ciudadanos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial y, aprovechando el descontento interno por los asesinatos de opositores, lo obligaron en 1941 a renunciar en favor de su hijo, Mohammad Reza. El Sha murió tres años después en Johannesburgo.

Su hijo llevó más lejos la libertad para las mujeres (les permitió el voto), el acercamiento a los judíos (reconoció el Estado de Israel), la importancia de la educación (redujo el analfabetismo casi a cero) y la mano dura con la oposición (a su servicio de inteligencia, el Savak, se le atribuyen al menos dos mil asesinatos políticos). Su negativa a nacionalizar el petróleo fue clave para que la CIA organizara el golpe de Estado que en el 53 le dio el poder absoluto, pero congeló sus relaciones con los comunistas y el clero.

Ruhollah Musavi Khomeini se convirtió en el líder de la oposición radical. Contra las voces que pedían ejecutarlo, Mohammad Reza prefirió expulsarlo del país, El futuro Ayatollah pasó los siguientes trece años entre Irak y Turquía buscando apoyo para su revolución islámica. En 1978, después de anunciar que no regresaría a Irán mientras el Sha estuviera en el país, entró a Francia con una visa de turista. En París se dedicó a reunirse con la diáspora y a dar conferencias buscando convencer a la opinión internacional de su revolución islamista.


“Haremos nuestro cambio desde adentro, pero necesitamos su ayuda”, dice Reza Pahlavi frente a su auditorio. Su posición política frente al actual régimen iraní ha sido que la desobediencia pacífica y la búsqueda de sanciones económicas contra el régimen terminarán por hacer caer esa “pequeña élite” que se ha escudado en el Islam para oprimir y empobrecer al pueblo iraní.

“La Revolución no se hizo ni por la gente ni para el país sino para beneficiar a las élites religiosas. ¿Sabe usted qué contestó Khomeini cuando en el avión le preguntaron qué sentimiento le provocaba Irán?. Dijo: ‘Nada’ ”. asegura Pahlavi.

Ese vuelo tuvo lugar el primero de febrero de 1979. Seis millones de personas recibieron a Khomeini en el aeropuerto. La Revolución Islámica triunfaría diez días después, hace treinta años exactos.

Reza Cyrus Pahlavi tenía dieciocho entonces. Su combate público empezaría poco tiempo después y continúa hoy. ¿Irán tendría como país el derecho a tener un programa nuclear?, le preguntan. “Mire. Lo que importa no es el arma sino quién está detrás del gatillo”, responde Pahlavi, y como ya no llueve comienza a caminar por una calle de París.

Por Ricardo Abdahllah / París

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