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Isabel Londoño, la entrenadora de becas

Desde hace tres años, acompaña y asesora a los mejores estudiantes y profesionales del país para que consigan los posgrados en el exterior.

Angélica Gallón Salazar
30 de septiembre de 2009 - 10:58 p. m.

Isabel Londoño, economista y PhD en educación de Harvard University, fue una de las responsables, durante el período presidencial de César Gaviria, de la creación de Colfuturo, institución que nació con el fin de recolectar recursos para que estudiantes colombianos tuvieran facilidades para formarse en el exterior.

Después de dirigir durante seis años Colfuturo, de leer miles de formularios de aplicación y de entrevistar a más de 2.000 becarios, Isabel recolectó información suficiente para hacer un diagnóstico de los mayores problemas de la educación nacional que hacían que, por ejemplo, sistemáticamente hubiera más recursos en las instituciones de becas que los que se podían invertir. “No era, ni es ya un problema de no tener dinero. Es ahora un problema de información que hace que nuestros estudiantes no sepan a dónde aplicar, cómo aplicar y cuáles deben ser los criterios de selección de un programa de becas y posgrado en el exterior”, asegura Isabel, quien después de haberse retirado de Colfuturo, de trabajar en el exterior y participar en algunas campañas políticas, decidió ejercer una profesión muy particular e inédita, por lo menos en Colombia: el coach (entrenador) educativo.

“Desde pequeños nos han enseñado a soñar con el tamaño del bolsillo, se nos ha negado la posibilidad de pensar que con la vida uno puede hacer y lograr lo que quiere. Siempre se oye decir que primero hay que ahorrar la plata para luego ver si se hace algún día la maestría, y así la gente se queda ahorrando toda la vida los US$200.000 que necesita y nunca se va. Esto forma parte de la trampa de la pobreza, un país que somete a sus estudiantes a pensar como pobres, con los escasos alcances de sus bolsillos”, asegura enfática Isabel.

Estudiantes entrenados

Desde hace tres años, en la mesa del comedor de su casa se han sentado cientos de estudiantes graduados y brillantes trabajadores que tienen como sueño hacer una maestría o un doctorado en el exterior, pero que no saben por dónde empezar, a qué becas aplicar o cómo hacerlo de la forma correcta.

“La gran diferencia que hay entre los países desarrollados y países como Colombia es que la gente toma decisiones con base en información, en criterios formados. Es sorprendente cómo los colombianos nos damos el lujo de tomar la decisión financiera más importante antes de los 30 años —la de invertir en un posgrado en el exterior, que puede costar casi dos veces la compra de un apartamento—, sin ningún tiempo ni criterio”, cuestiona Isabel, y señala que en esta instancia de la vida no se pueden repetir los errores que se cometen al elegir un pregrado y que hacen, por ejemplo, que uno de cada dos estudiantes deserte de la universidad.

“Los padres suelen estar en una gran incapacidad de sugerirles a sus hijos qué estudiar, porque sucede en las familias colombianas que los hijos siempre dan un salto en la escolaridad, es decir, que si los papás fueron bachilleres, los hijos suelen ir a la universidad, y si los padres obtuvieron títulos universitarios, los hijos tienen posgrados”, explica la coach, para quien este es uno los elementos fundamentales de las malas decisiones que se toman en torno a los estudios: que los padres no pueden aconsejar.

Justamente esa carencia de consejos hizo que Isabel decidiera que todo el conocimiento que había colectado durante años de trabajo en torno a la educación, les fuera útil a todos esos jóvenes que estaban tratando de salvar su cabeza en ese mar de desinformación. Decidió entonces crear grupos en los que durante un año y medio (se inicia en enero de 2010 para irse en octubre de 2011) se hace un proceso de vasta exploración de los perfiles profesionales y la oferta educativa en universidades de todo el mundo.

En el que, además, se aplica como mínimo a tres universidades, para luego buscar y diseñar un plan completo de financiación. Y, finalmente, se gestiona el visado, se ultiman detalles del viaje y hasta se consigue hospedaje en el país lejano.

“No vendo nada, no vendo ningún programa, sólo le ayudo a la gente a sacar lo mejor que tiene y le ayudo a tomar las mejores decisiones. Es que irse a un posgrado en el exterior no es una cuestión de inteligencia, sino de diligencia, y eso hacemos en el coach: los obligamos a ser diligentes”, concluye la experta en educación.

Si le interesa más información escriba a: coachingeducativo@gmail.com

Por Angélica Gallón Salazar

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