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Más revelaciones de la FIFA

El hombre que hizo parte del comité ejecutivo de la entidad rectora del fútbol y que fue secretario de la Concacaf admitió en 2013 que recibió sobornos para influir en la escogencia de las sedes de las Copas del Mundo de 1998 y 2010.

Diana Carolina Durán Núñez
04 de junio de 2015 - 03:53 a. m.
Por estos días, en la sede de la FIFA, permanecen más de 100 periodistas atentos al escándalo de corrupción que azota al organismo. /AFP
Por estos días, en la sede de la FIFA, permanecen más de 100 periodistas atentos al escándalo de corrupción que azota al organismo. /AFP

La mañana comenzó agitada: un día después de que el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, anunciara su intención de dar un paso al costado, ayer la Interpol —que, por cierto, tiene 19 Estados miembros menos que la FIFA, que cuenta con 209— anunció que se habían emitido circulares rojas contra los exdirigentes Nicolás Leoz y Jack Warner, y de cuatro empresarios deportivos: los argentinos Alejandro Burzaco y Hugo y Mariano Jinkis, y el brasileño José Margulies. Y, además, una segunda gran revelación: se desclasificó el acta de la audiencia en la que Chuck Blazer aceptó cargos en 2013.
 
¿Cómo terminaron cruzándose los caminos de quienes hoy están a punto de enfrentarse con la justicia de Estados Unidos? ¿Qué fue lo que dijo Blazer? Las respuestas a la primera pregunta están en el indictment (acusación) de la Corte del Distrito Este de Nueva York. Las respuestas a la segunda, en un documento de esa misma Corte que permaneció bajo reserva un año y seis meses para no entorpecer las pesquisas contra la FIFA. 
 
El día que Leoz se torció
 
Como ya es sabido, el testimonio del empresario brasileño José Hawilla, el dueño y fundador de Traffic (la empresa que comercializaba derechos de transmisión y de mercadeo de torneos como la Copa América) ha sido esencial para la investigación que lleva la Fiscalía estadounidense. Y, de acuerdo con la información que Hawilla le ha entregado a la justicia de ese país, es posible identificar con claridad el momento en que Nicolás Leoz, supuestamente, se pasó al “lado oscuro”.
 
Fue el 23 de enero de 1991. 
 
Ese día Hawilla se reunió en la sede de la Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol) para firmar un contrato que le daría los derechos comerciales exclusivos de la Copa América de 1993, 1995 y 1997. Traffic, su compañía, ya había firmado un contrato similar en relación con las ediciones de la Copa América de 1987, 1989 y 1991. Por la de 1987 le pagó a la Conmebol US$1,7 millones. Por la de 1993, el valor ya era de US$2,64 millones. 
 
Las negociaciones se hicieron siempre con Nicolás Leoz, quien había asumido la presidencia de la Conmebol desde el 1° de mayo de 1986. Ese 23 de enero de 1991, sin embargo, le contó Hawilla a la Fiscalía estadounidense, a pesar de que la ceremonia tenía el propósito de pactar la renovación del contrato con Traffic, y de que los otros dos directivos de la Conmebol que debían firmar lo hicieron, Nicolás Leoz se negó. Al terminar la ceremonia, Leoz lo citó a una reunión privada en la cual le informó el porqué de su negativa: 
 
—Usted va a hacer mucha plata con la compra de esos derechos (para transmitir y mercadear la Copa América). No me parece justo que yo no haga plata también. O me dan plata a mí o no hay contrato.
 
Era un soborno. Hawilla aceptó. 
 
José Margulies, otro de los hombres contra los cuales pesa circular roja de la Interpol, fue fundamental en este escenario de prebendas que aseguraban negocios: Hawilla “usó un número de técnicas sofisticadas de lavado de dinero para pagar sobornos y coimas, a menudo apoyándose en intermediarios para hacer y ocultar los pagos hacia Nicolás Leoz y otros directivos del fútbol. Uno de los intermediarios fue José Margulies, hermano de un amigo fallecido (de Hawilla)”, sostiene el indictment.
 
En ese documento judicial se asegura que José Margulies utilizó dos empresas que dirigía, Valente y Somerton, para mover millones de dólares en relación con los asuntos turbios del fútbol. Ambas estaban registradas en el Caribe, en zonas con antecedentes de paraísos fiscales: Valente, en Panamá, y Somerton, en la isla Turcos y Caicos (territorio británico). De él se dice también que, en 2014, le ofreció a una persona —no identificada— sus servicios: “Facilitar los pagos de los sobornos por unos honorarios de US$150.000 anuales más una comisión del 2% sobre cada pago”. 
 
Dice el indictment que entre marzo de 2003 y de 2008, de las empresas de Margulies se giraron más de US$3,5 millones a cuentas controladas por Rafael Esquivel (presidente de la Federación Venezolana de Fútbol y vicepresidente de la Conmebol, detenido en Suiza la semana pasada), Nicolás Leoz y Eugenio Figueredo (uno de los ocho vicepresidentes de la FIFA, también detenido)”. Figueredo, uruguayo, obtuvo la ciudadanía estadounidense hace menos de 10 años: para no presentar los exámenes de inglés y de competencias cívicas fingió demencia severa.
 
Datisa y la Copa Centenario
 
Esta empresa fue creada en mayo de 2013. La integran Traffic (la compañía de José Hawilla), Full Play y Torneos y Competencias. Las dos últimas las dirigían Hugo y Mariano Jinkis y Alejandro Burzaco, respectivamente, quienes no han podido ser detenidos; y hace cinco días sus sedes fueron allanadas en Argentina. Datisa comenzó a negociar con Conmebol y así fue como coincidieron en un mismo espacio Nicolás Leoz, José Hawilla, Alejandro Burzaco y Hugo y Mariano Jinkis. 
 
Datisa firmó un contrato por US$317,5 millones para conseguir los derechos exclusivos de la Copa América de 2015 —que empieza la próxima semana en Chile—, 2019, 2023 y la edición especial Centenario 2016. A la Concacaf, además, Datisa le tuvo que pagar US$35 millones por derechos mediáticos. Jack Warner, el sexto hombre en la lista de la Interpol, presidió la Concacaf hasta 2012, aunque se supone que quien negoció con Datisa fue su sucesor, Jeffrey Webb (detenido en Suiza también). 
 
El indictment asevera que Warner y Leoz tenían una relación estrecha y que ambos usaron su posición para enriquecerse ilegalmente. Warner, al igual que Leoz, renunció en medio de señalamientos por corrupción, aunque él lo hizo dos años antes que el paraguayo. Y el presunto esquema de corrupción en el que estaba inmerso Warner, además, tenía relación directa con el hombre clave de este voluminoso expediente de la FIFA: Charles Blazer, más conocido como Chuck Blazer.
 
Lo que dijo Blazer
 
Ayer se desclasificó el acta de la audiencia que tuvo lugar en la Corte del Distrito Este de Nueva York el 25 de noviembre de 2013 a puerta cerrada, en la cual Chuck Blazer aceptó los 10 cargos que le había imputado la Fiscalía por su participación en el esquema de sobornos de la FIFA. Blazer, desde 1997 hasta 2013, hizo parte del comité ejecutivo de la FIFA; desde 1990 hasta 2011, fue secretario general de la Concacaf, y tenía entre sus responsabilidades participar en la escogencia de las sedes del Mundial. Y su primera gran confesión fue: “En 1992 me asocié con otros para aceptar un soborno relacionado con la selección de la nación anfitriona para el Mundial de 1998”, que fue en Francia. 
 
Sudáfrica fue similar: “De 2004 a 2011, miembros del comité ejecutivo de la FIFA y yo acordamos aceptar sobornos por la selección de Sudáfrica como nación anfitriona para el Mundial de 2010”. Blazer admitió, además, haber recibido sobornos que tenían que ver con los derechos de transmisión de la Gold Cup (la Copa de la Concacaf) entre 1996 y 2003; haber recibido cheques de sobornos en el aeropuerto JFK de Nueva York, y haberle ocultado al fisco cuentas en el exterior. 
 
Con el testimonio de Chuck Blazer, ayer terminó tan agitado como comenzó, en lo que respecta al escándalo de corrupción en la FIFA. Es así como todos estos personajes están relacionados. Mientras tanto, su presidente Joseph Blatter —quien renunció hace un día— se presentó en la sede de este organismo en Zúrich: la respuesta a su dimisión fue un aplauso que duró unos 10 minutos, y en el que todos —unas 400 personas— estuvieron de pie.
 
 
dduran@elespectador.com
 

Por Diana Carolina Durán Núñez

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