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Los tentáculos “invisibles” de las Agc (o Clan del Golfo) en Bogotá

Dos recientes allanamientos en Bogotá pusieron al descubierto cuáles son los lazos de su poder en la capital. Algunos de los pactos criminales son los mismos que tuvieron los bloques Capital y Centauros de las Auc.

David Escobar Moreno
10 de julio de 2020 - 02:00 a. m.
Allanamiento en el que se encontraron las armas que iban dirigidas a las Agc y el Eln.
Allanamiento en el que se encontraron las armas que iban dirigidas a las Agc y el Eln.
Foto: XIII brigada del Ejército

Dos recientes allanamientos hechos por hombres de la XIII Brigada del Ejército en Bogotá dejaron al descubierto cómo las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc), lideradas por alias Otoniel, el hombre más buscado por las autoridades, operan de manera subrepticia en la capital del país. En dos operativos, los uniformados, quienes hacen parte de la contrainteligencia de esa fuerza militar, encontraron, el pasado 3 de julio, en Usaquén y Puente Aranda decenas de armas largas que iban a ser comercializadas con miembros del también denominado Clan del Golfo, el Eln y otros grupos al margen de la ley.

Este descubrimiento del bajo mundo del crimen organizado prendió las alarmas de la Alcaldía y el Gobierno sobre los alcances que tienen en todo el país los cerca de 2.000 hombres de Otoniel, quien perteneció a la guerrilla del Epl y a las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) bajo el mando de los hermanos Castaño. El Espectador conoció cuáles son los grupos ilegales con los que las Agc han pactado en medio del tráfico de drogas y otras rentas criminales, las cuales comparten, en algunos casos, viejos lazos que forjaron los bloques Centauros y Capital de las Auc en Bogotá en la primera década de este siglo.

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Según la información recopilada por la fuerza pública, son dos grupos de delincuencia local subordinados a las Agc en Bogotá que tercerizan sus crímenes: Los Paisas y Los Pascuales. La primera banda, que aparentemente había sido desmantelada en 2019, se reagrupó durante los primeros meses de este año y está conformada por enlaces de la banda de Los Pachelly. Esta organización criminal tiene como centro de operaciones el municipio de Bello (Antioquia), en el Valle de Aburrá, y pertenece al cuerpo colegiado de La Oficina, la estructura criminal creada por Pablo Escobar durante los años 80.

El poder logístico de Los Pachelly en Bogotá quedó demostrado en mayo pasado, cuando la Policía colombiana y la española le seguían la pista a la red de tráfico de drogas transnacional en la que terminó vinculado Edwin Congo, exjugador del Real Madrid. Según investigadores del caso, esta banda se encargó de organizar la cocaína en bodegas alquiladas cerca del aeropuerto El Dorado. El Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría del Pueblo ha reportado la presencia de Los Paisas en Ciudad Bolívar, Bosa, Rafael Uribe Uribe, Usme, Suba y ahora Usaquén. También en la comuna cuatro de Soacha (Cundinamarca).

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En cuanto a Los Pascuales, se sabe que este clan familiar empezó a delinquir en Bogotá bajo el mando de alias el Patrón, Pascual Guerrero Rincón (condenado a 34 años por el asesinato de su hermano). Tuvieron auge entre 2003 y 2009 ante el éxito en el control de la cadena de narcotráfico y del corredor de movilidad que conecta a los Llanos Orientales, los departamentos de Boyacá y Cundinamarca con el norte de Bogotá, más precisamente con la localidad de Usaquén. Ese tramo de la ruta del narcotráfico estuvo dominado por el bloque Centauros y se lo disputó con los paramilitares de alias Martín Llanos.

En este sentido, el escenario de riesgo se configura en la expansión y disputa por el control de corredores de movilidad entre estas bandas y otra denominada Los Boyacos, que opera en Los Mártires y Suba, y recicló hombres de Martín Llanos. Estas dinámicas se cimientan sobre las bases que permitieron conformar y mantener el Bloque Capital de las Auc en Bogotá, la cual dejó montada una red criminal para ejecutar sicariato, narcotráfico, compraventa ilegal de predios, préstamos de usura e imposición de tributos ilegales a cambio de “seguridad” y extorsiones a comerciantes.

Los habitantes de Verbenal, La Uribe, San Cristóbal Norte y Toberín (localidad de Usaquén) denunciaron, en mayo de este año, la presencia de panfletos amenazantes relacionados con grupos de “limpieza social” y sucesores del paramilitarismo. Según cifras del Distrito, hubo aumento de los homicidios en un 46 % en la localidad de Usaquén, al comparar los primeros cuatro meses de 2020 (16) con el mismo período de 2019 (11), hecho que se podría relacionar con la expansión de Los Paisas. Esta situación —el aumento de homicidios por grupos posdesmovilización de las Auc— también se presenta en la zona de Rafael Uribe y fue advertida por la Defensoría en noviembre de 2019.

En ese momento se advirtió la ventaja que tomaron Los Paisas en el manejo del microtráfico luego de que la olla del Bronx, en el centro de Bogotá, fuera desmantelada. El barrio Egipto, en La Candelaria, es otro bastión de las Agc en la capital a través de Los Paisas y pequeñas bandas criminales. La Fundación Ideas para la Paz señala que la intervención hecha al Bronx por parte de la alcaldía de Enrique Peñalosa no erradicó el crimen organizado y lo que hizo fue atomizar los puntos de venta de droga, movimiento liderado por la gente de Otoniel y miembros Los Sayayines, grupo que dominaba el microtráfico en esta zona.

Viejos aliados de los “paras”

Además, fuentes cercanas al mundo del comercio de las esmeraldas confirmaron a este diario la participación de esmeralderos en el tráfico de drogas. El último gran empresario de esta piedra preciosa que terminó en Estados Unidos para responder por narcotráfico fue Pedro Orejas, condenado a 17 años de prisión en marzo pasado por asociarse con el Clan del Golfo y el Cartel de Sinaloa para sacar alijos de cocaína. También, durante la operación en la que fue vinculado Edwin Congo, fue identificado otro esmeraldero que, después de la pandemia, va ser requerido por la justicia española.

Durante el auge del paramilitarismo a principios de siglo, la zona de venta de esmeraldas en el centro de Bogotá era frecuentada por líderes paramilitares y capos de la droga. Otro de los puntos claves para el paramilitarismo y ahora para las Agc es el San Andresito de la 38. En 2018, la Dijín capturó a alias “Matías”, hombre que lavaba dinero del Clan del Golfo en este punto de comercio. Entre finales de ese año y 2020 han sido capturados otros seis líderes del San Andresito, entre ellos, dos miembros del clan esmeraldero de los Triana Rincón; alias “el Zarco”, enlace de la Oficina en el Distrito y alias “Guacharaco”, testaferro de narcos de las Agc.

Otra figura del crimen organizado de la que ha echado mano el Clan del Golfo para expandir sus actividades en la Sabana cundiboyacense es la de los “narcos invisibles”, gente de bajo perfil que monta laboratorios móviles en fincas de municipios aledaños a Bogotá. Entre 2018 y 2019 se desmantelaron cuatros complejos de procesamiento de cocaína en Sibaté. Además, en febrero de este año, en Guasca, fue descubierto otro en una finca que era propiedad del exembajador de Colombia en Uruguay, Fernando Sanclemente. Sin embargo, la Fiscalía no ha revelado a qué grupo criminal estaba asociado el laboratorio.

El Decreto de Duque

Hace dos días, el Gobierno hizo oficial la propuesta que venía sonando desde 2017, cuando Otoniel apareció ante cámaras expresándole al entonces presidente Santos su intención de someterse a la justicia y “hacer parte del fin del conflicto colombiano”. El presidente Duque acaba de firmar el Decreto 965, que abre la puerta al sometimiento individual a la justicia a los miembros de bandas criminales, disidencias de las Farc, Rastrojos, el propio Clan del Golfo y otros grupos armados organizados. Según el comisionado de paz, Miguel Ceballos, es un decreto exclusivo de tránsito a la legalidad individual y no contempla diálogo ni negociación con estos grupos.

El decreto crea incentivos para estimular la dejación de armas de los miembros de los GAO. Una fuente cercana a los gaitanistas (autodenominación que rechaza la familia de Jorge Eliecer Gaitán, pues el asesinado exjefe liberal nada tenía que ver con ilegales, ni los GAO de ahora con su ideología) le dijo a este diario que Otoniel estuvo trabajando con varios abogados analizando los borradores del decreto que se filtraron en los últimos meses. Ahora evalúan la propuesta final del Gobierno para determinar si finalmente le pone fin a su extensa carrera en el crimen organizado, que empezó muy joven, en las filas del Epl, los paramilitares y sus sucesores durante las últimas cuatro décadas.

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