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Periodista Miller Rubio, condenado por nexos con el esmeraldero Pedro “Orejas”

Pedro Nel Rincón, más conocido como Pedro Orejas, fue condenado este año por narcotráfico en Estados Unidos. Según un juzgado de Bogotá, Rubio abusó de su papel como periodista del noticiero CM& para favorecer a Orejas. Es la primera vez que la justicia falla de esta manera con respecto a un periodista en estas circunstancias.

14 de octubre de 2020 - 04:20 p. m.
Miller Rubio, en los juzgados de Paloquemao en Bogotá.
Miller Rubio, en los juzgados de Paloquemao en Bogotá.
Foto: Archivo El Espectador

Miller Rubio, quien trabajó hasta no hace mucho como reportero del noticiero CM&, acaba de ser condenado a 50 meses de prisión (cuatro años y dos meses) por el delito de concierto para delinquir. El Juzgado 45 Penal del Circuito lo encontró culpable de haber tenido nexos con la organización ilegal de Pedro Nel Rincón, un esmeraldero conocido como Pedro Orejas que este año recibió una condena de 19 años y medio de prisión por cargos de narcotráfico en Estados Unidos.

(En contexto: La historia de “Pedro Orejas”, el esmeraldero condenado en EE. UU.)

“La culpabilidad en cabeza de Miller Orlando Rubio Orjuela comienza a estructurarse a través del testimonio de Ana María Farfán López, quien refirió haber realizado, por órdenes de la Fiscalía General de la Nación, unas escuchas en las que hablaba el acusado con Wilson Gerardo Peña y Jorge Cómbita, lo cual se repitió en varios eventos”, dice el fallo de 58 páginas conocido por este diario. Las conversaciones eran sobre unas armas y la indicación para Miller, sostiene la providencia judicial, fue que debía “hacer una noticia sobre un posible atentado a la imagen de [Pedro Orejas]”.

La Fiscalía llevó a juicio al periodista, según se recoge del fallo, porque en el proceso que llevaba el ente investigador contra Pedro Orejas al esmeraldero le incautaron un gran arsenal de armas. Sin embargo, “Miller Orlando Rubio Orjuela utilizó el noticiero CM&, en el cual laboraba para la época, para hacer creer a la audiencia y a las autoridades que las armas encontradas en los predios de la Pita en el municipio de Maripi, habían sido puestas por el Batallón Sucre, al mando del coronel del Ejército Diego Eduardo Canales Rodríguez, por cuanto dicho servidor militar fue quien obtuvo la información y dio aviso a la Fiscalía para realizar el operativo de incautación”, dijo el fiscal del caso en la acusación.

(Le puede interesar: “Pedro Orejas” y su organización fueron incluidos en la Lista Clinton)

Y el fallo condenatorio continúa diciendo: “En igual forma, se estableció que Miller Orlando Rubio Orjuela fungió como interlocutor en dichas interceptaciones, evidenciándose la forma en que se adelantaban acciones con los líderes esmeralderos del occidente de Boyacá para tratar, no solo de inculpar a otros de las acciones cometidas por Pedro Orejas, sino también de desviar la atención del ente investigador haciendo creer que los hechos allí cometidos eran efectuados por otras personas y no por la organización”.

En llamadas que le interceptó la Fiscalía, Miller Rubio habla directamente con Jorge Cómbita y con el mismo Pedro Orejas. Según declaró en juicio la investigadora que lo interceptó, en un momento el periodista tenía la obligación de concretar una reunión con el entonces superintendente de Vigilancia, Felipe Muñoz. En un audio, dijo la investigadora, se escucha al comunicador Rubio decir: “No, hombre, es que yo les estoy metiendo, yo aquí ya les conté lo que pasó y lo que voy a hacer y cómo lo voy a hacer. Ya ellos tienen como unas directrices para sacar adelante esto moviendo gente y todo eso. Yo también me voy a mover por el lado del alto poder, por el lado mío de CM&”.

Según declaró el propio Muñoz en el juicio, en la Superintendencia, en la Procuraduría, en la Policía y en la Fiscalía habían detectado que la empresa de vigilancia de Pedro Orejas, Gemacol, habría abusado de sus licencias para armas. “Las armas iban a parar a personas que no debían, como alias Macaco, Enilce López, Jorge 40, y otros parmailitares, razón por la que (la SuperVigilancia) procedió a efectuar una serie de sanciones y cancelaciones de esos registros”, recoge la sentencia condenatoria. Y Muñoz agregó que el periodista Rubio fue a su oficina a pedirle una cita por la cancelación de las licencias de los departamentos de seguridad del esmeraldero.

Todo esto llevó al juez del caso a concluir: “Es evidente, entonces, que el deseo del acusado estaba unívocamente dirigida a la representación de alias Pedro Orejas en todas sus actuaciones civiles, valiéndose de su actividad periodística para dar una imagen de quien fungía como sujefe positiva, limpiando todo tipo de rumor sobre las actuaciones delictivas del mismo”.

La defensa de Rubio llamó a varios colegas del periodista para que declararan a su favor en el juicio. Entre ellos, al curtido reportero Ignacio Gómez, quien analizó la noticia de la caleta de armas y dijo que, a sus ojos, cumplía con los estándares del periodismo: la fuente era legítima, pues era la comunidad misma del sector, por ejemplo. No obstante, el juez concluyó: “no es la noticia creada por el acusado por si sola la que estructura el delito, sino en su conjunto con las grabaciones, la desviación de la atención, la relación con la organización de alias Pedro Orejas, entonces no puede dársele un análisis tan superfluo a la noticia como lo hizo la defensa”.

A su vez, los abogados del periodista Rubio pidieron que se investigara a la funcionaria que le interceptó el celular, María Camila Gutiérrez, por la posible comisión de delitos en su labor. No obstante, el juez le otorgó total credibilidad a las interceptaciones telefónicas y se despachó contra esa solicitud: “era deber de ese extremo (la defensa) desvirtuar la prueba ofrecida por la Fiscalía con elementos de suficiente poder suasorio que la derrumben. No es el dicho por el dicho lo que habilita la duda sobre una prueba”.

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Berta(2263)14 de octubre de 2020 - 08:34 p. m.
Bueno el seudo periodista, aparentemente un criminal de baja estofa y muy peligroso, va a estudiar inglés por un buen tiempo; al menos al finalizar su condena habrá hecho algo que valga la pena.
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