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Once años llevan los padres de Jhonny Silva Aranguren llorando su muerte y clamando justicia. El joven, que murió con 21 años, estudiaba química en la Universidad del Valle y allí se encontraba el 22 de septiembre de 2005, día en que se formó una protesta en esa institución en contra del TLC con Estados Unidos. Agentes del Esmad, contarían después varios estudiantes, cortaron una reja e ingresaron a la universidad. Se produjo una estampida, pero Jhonny Silva, que había nacido con una enfermedad en las piernas, no pudo correr igual. Minutos más tarde, su cadáver apareció tendido en el campus.
Las circunstancias en las que Silva murió no han sido todavía esclarecidas por la justicia colombiana. Las investigaciones fueron superficiales y no arrojaron resultados. “La Fiscalía no ha hecho nada, sólo encubrir el asesinato de mi hijo. Un fiscal especializado de derechos humanos me dijo: ‘Nosotros sabemos cómo se cometió el asesinato de su hijo pero entiéndame, tengo superiores’”, le dijo a este diario Wilman Silva, padre del estudiante. Diez años después del crimen, reportó el diario El País de Cali en un artículo de septiembre de 2015, la Fiscalía estaba en “fase de reconstrucción de evidencias”.
Precisamente, lo estático de las indagaciones llevó a sus padres, Wilman Silva y Eneriet Aranguren, a presentar el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en junio de 2009. “En este país la Fiscalía es tan peligrosa como la Policía”, sostiene Wilman Silva, quien no oculta la amargura que lleva en el corazón por haber perdido a su hijo cuando éste apenas empezaba a vivir. Al conocer la noticia de que la CIDH acaba de admitir su petición, rompió en llanto. Once años sin su hijo han sido una eternidad sumergido en la peor de las pesadillas. Su esposa se enfermó del corazón.
“Me parece muy bien que la CIDH nos haya aceptado el caso, pero me parece terrible que tengamos que ir a instancias internacionales para recibir justicia. Al menos el respaldo de la Universidad del Valle sí ha sido grande: sus estudiantes, las directivas, el sindicato. Han sido muy solidarios con nosotros y nos han dado la mano. En memoria de Jhonny hicieron un monumento y se escribió un libro. Las organizaciones de derechos humanos también nos han dado la mano, por ellos estamos vivos”, señala Wilman Silva. El monumento es una escultura hecha con granadas de gas de las que usa el Esmad para disolver manifestaciones.
“Solo quiero justicia. Que no pase el tiempo y se nos vaya la vida a quienes exigimos justicia y respeto”, dice Wilman Silva, quien estaba a la espera de una reunión con funcionarios de la Fiscalía. Lo citaron a él y a su esposa, aunque no sabe muy bien de qué van a hablar. El expediente, desde que se abrió, ha permanecido en indagación preliminar. Lo único que se sabe es que, en una protesta estudiantil, después de que el Esmad ingresó a la Universidad del Valle, Jhonny Silva apareció muerto por un disparo. El Esmad argumentó entonces que sus policías no van armados. La investigación de la Fiscalía, sin embargo, poco ha servido para establecer la verdad.