Existen jardines creados para el deleite visual, llenos de flores coloridas y fragancias envolventes. Sin embargo, también existen aquellos que despiertan asombro y cautela, como The Poison Garden, un espacio único en el Jardín de Alnwick, en Northumberland, Inglaterra. Desde su apertura en 2005, este sector ha fascinado a quienes sienten curiosidad por la letalidad de la naturaleza, ya que alberga algunas de las plantas más venenosas del mundo. Sí, hablamos de esas especie que, a lo largo de los siglos, han desarrollado potentes toxinas como mecanismo de defensa, recordándonos que la belleza puede ser tan cautivadora como peligrosa. De hecho, no es casualidad que, al cruzar la entrada, una advertencia deje claro el riesgo: “Estas plantas pueden matar”.
¿Qué es The Poison Garden?
Antes de describir el jardín, es importante conocer su historia y origen. Ubicado junto al castillo de Alnwick, en Northumberland, Inglaterra, el Jardín de Alnwick es un impresionante complejo con siglos de evolución. Fue creado en 1750 por el primer duque de Northumberland y diseñado por el renombrado paisajista Capability Brown. A lo largo de los años, ha experimentado diversas transformaciones, alcanzando su máximo esplendor en el siglo XIX con extensas colecciones de plantas, invernaderos elaborados, topiarios de tejo y avenidas de tilos.
Después de un período de declive durante la segunda mitad del siglo XX, el jardín fue completamente reurbanizado en 1997 por Jane Percy, duquesa de Northumberland. Este ambicioso proyecto de renovación, dirigido por los paisajistas belgas Jacques y Peter Wirtz, costó aproximadamente 42 millones de libras esterlinas. La primera fase, inaugurada en octubre de 2001, incluyó la creación de una cascada central y nuevas plantaciones, seguida por la construcción de una casa en los árboles en 2004 y un pabellón de visitantes en 2006.
El jardín se distingue por su diseño innovador y sus características únicas, como fuentes espectaculares, paisajismo arquitectónico y elementos decorativos que lo convierten en una atracción turística excepcional. Actualmente, cuenta con la mayor colección de plantas europeas del Reino Unido y el huerto de cerezos japoneses más grande del mundo, lo que lo convierte en un destino de gran interés para los amantes de la botánica y la jardinería.
Sin embargo, en febrero de 2005, se añadió una de las características más provocativas y fascinantes: el Jardín de los Venenos. Ideado por la propia duquesa, este jardín alberga una colección de plantas altamente tóxicas y peligrosas no solo para entretener, sino que busca educar al público sobre las propiedades de estas plantas. Albergando aproximadamente 100 variedades de plantas venenosas, este jardín no es para todos. Antes de entrar, los visitantes deben recibir una exhaustiva charla de seguridad, ya que muchas de estas plantas son increíblemente letales y sorprendentemente fáciles de cultivar.
Entre las plantas más mortíferas se encuentran especies como el acónito (también conocido como “hierba del lobo”), y el ricino, considerado por el Libro Guinness de los Récords como la planta más venenosa del mundo. Curiosamente, muchas de estas plantas pueden encontrarse en jardines comunes, camufladas entre flores aparentemente inofensivas. El laburnum, por ejemplo, es el segundo árbol más venenoso del Reino Unido, con una toxicidad tan alta que incluso una rama caída puede ser mortal para un perro.
El jardín no solo exhibe plantas venenosas, sino que también cumple una importante función educativa. Plantas como el rododendro demuestran mecanismos de defensa complejos: sus hojas contienen gryanotoxina que ataca el sistema nervioso central, y pueden envenenar el suelo para impedir el crecimiento de otras especies. Otras plantas, como los heléboros, contienen compuestos químicos que pueden detener el corazón o causar irritaciones cutáneas severas.
Es por esto que la seguridad es primordial en este jardín. Los trabajadores deben tomar precauciones extremas, desde usar guantes hasta equiparse con trajes de protección completos al manipular ciertas especies como el giant hogweed. Cada planta tiene su propia historia y potencial de peligro, desde liberar gas de cianuro hasta causar alucinaciones o paradas cardíacas. No obstante, no todo es caos en el Jardín de los Venenos. Muchas de estas plantas peligrosas también tienen usos medicinales cruciales. El tejo, considerado el árbol más venenoso del Reino Unido, produce taxol, un medicamento utilizado en el tratamiento del cáncer de mama. La periwinkle, una planta que puede matar, produce cuatro medicamentos que pueden salvar la vida de pacientes con leucemia.
El jardín también cumple un papel importante en la educación sobre drogas. Cultivan plantas como la adormidera (para la producción de heroína), cannabis y khat, utilizando estas especies para crear conciencia sobre los riesgos de las drogas. Incluso cuentan con licencia especial del Ministerio del Interior de Inglaterra para cultivar y estudiar estas plantas, siguiendo protocolos estrictos de documentación y control.
¿Cómo ir a este lugar?
El Jardín de los Venenos de Alnwick no es un espacio público convencional, sino un lugar de alto riesgo donde la proximidad a ciertas especies vegetales puede ser potencialmente mortal. Las estrictas normas de seguridad prohíben terminantemente a los visitantes oler, tocar o ingerir cualquier planta, y los recorridos solo pueden realizarse bajo la supervisión de un experto botánico que conozca en profundidad las características de cada especie.
Para visitar este emblemático sitio, es necesario reservar las entradas a través de su página web oficial. Una vez realizada la compra, el visitante recibirá un correo de confirmación en un plazo máximo de 24 horas, lo que le permitirá organizar su recorrido con antelación. Es importante tener en cuenta que los precios pueden variar según la temporada, de 12 euros a 17 euros, por lo que se recomienda consultarlos en la página web oficial antes de planificar la visita.
Para mayor flexibilidad, los visitantes pueden optar por una entrada adaptable. Por solo 1,50 £ adicionales, es posible modificar la fecha de la visita hasta tres veces, lo que brinda mayor tranquilidad ante posibles imprevistos. Sin embargo, esta opción no está disponible para eventos especiales, como el Winter Light Trail o las visitas nocturnas.
Una de sus ventajas más destacadas es su política familiar accesible: por cada adulto con entrada paga, pueden ingresar hasta cuatro niños de manera gratuita, lo que hace que la experiencia sea más asequible para las familias. Además, el jardín ofrece facilidades para personas con necesidades especiales. Se proporciona una entrada gratuita para un cuidador que acompañe a un huésped con discapacidad, previa solicitud telefónica.
Es fundamental tener en cuenta algunas restricciones importantes relacionadas con las entradas. Las entradas no son reembolsables ni transferibles, y solo las entradas flexibles pueden cambiarse de fecha. Para modificar una entrada, los visitantes deben hacerlo antes de la fecha de la visita utilizando teléfono, correo electrónico o chat en vivo. Una vez que la fecha u hora de la visita ha pasado, no es posible reorganizar la entrada.
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