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Hay que admitirlo: aunque las plantas llenan cualquier espacio de vida, color y frescura, muchas personas aún les tienen cierto respeto. No es raro escuchar frases como “se me mueren todas” o “no tengo buena mano para las plantas”. Y es que, entre el trabajo, los pendientes y el ritmo del día a día, es fácil olvidar regarlas o darles la atención que necesitan.
Sin embargo, mantener un pequeño jardín interior no tiene por qué ser complicado. Con algunos consejos prácticos es posible disfrutar de su presencia sin sentir que requieren demasiado esfuerzo.
Aquí le decimos algunos consejos:
Elija especies resistentes:
Existen especies que perdonan esos descuidos: plantas resistentes a la sequía, capaces de mantenerse verdes y fuertes durante semanas con muy poca atención.
Estas plantas pueden aguantar entre 10 y 15 días sin agua, incluso en interiores, y muchas se recuperan con facilidad tras periodos de sequía leve. Si busca opciones resistentes y de bajo mantenimiento, puede elegir entre:
- Zamioculca (Zamioculcas zamiifolia): ideal para espacios con poca luz. Requiere riego muy ocasional y mantiene un follaje brillante y decorativo.
- Sansevieria o lengua de suegra (Sansevieria trifasciata): soporta largos periodos sin agua y es perfecta para interiores con poca ventilación.
- Poto o potus (Epipremnum aureum): una planta trepadora adaptable, que crece bien en sombra parcial y tolera la falta de riego moderado.
Estas especies no solo hacen más sencillo el cuidado del hogar, sino que también aportan un toque natural y fresco sin requerir demasiada atención.
Cuide el riego
Una de las opciones más populares para las personas con poco tiempo es el riego por goteo, que hidrata las plantas de forma constante y dosificada. Existen varias maneras de aplicarlo:
- Botella con agujeros: se llena una botella plástica con agua, se le hacen pequeños orificios en la tapa y se inserta en la tierra. La cantidad de agujeros dependerá de las necesidades de cada planta y del tiempo que permanecerá sin atención.
- Bombillas de riego: son dispositivos que liberan el agua poco a poco. Se consiguen fácilmente en viveros o almacenes especializados y resultan prácticas.
Otra alternativa útil, especialmente para plantas que necesitan humedad constante, consiste en colocar un plato con agua debajo de la matera.
- Si el plato queda en contacto directo con la base, la planta absorberá el agua de forma continua.
- Si se separa mediante una capa de piedras, la hidratación será más leve y controlada.
Finalmente, si desea una solución más duradera, puede optar por las materas de autorriego, que regulan la humedad de manera automática. Son una inversión mayor, pero garantizan comodidad y eficiencia.
Cómo regar las plantas
Agrupe las plantas:
Colocar las plantas juntas crea un microclima más húmedo, lo que ayuda a conservar la humedad del sustrato y favorece su crecimiento. Y es que al agruparlas, se generan condiciones más estables de temperatura y humedad, lo que beneficia al conjunto.
Al hacerlo, tenga en cuenta algunas recomendaciones:
- Junte plantas con necesidades similares: reúna aquellas que compartan requerimientos de luz, agua y temperatura. Esto optimiza la humedad ambiental y facilita el cuidado.
- Aproveche la protección natural: las plantas altas pueden dar sombra a las más pequeñas, ayudando a mantener un entorno equilibrado.
- Cuide la ubicación: evite colocar cerca de las ventanas las especies sensibles al sol directo, ya que pueden quemarse.
Ubique las plantas en lugares visibles
Colocarlas en sitios por donde pase con frecuencia —como el escritorio, la cocina o la sala— le ayudará a no olvidarlas. Al verlas a diario, podrá notar si necesitan agua, si el follaje cambia de color o si presentan señales de estrés.
Eso sí, evite ubicarlas en zonas con condiciones poco favorables, como:
- Baños sin ventilación ni luz natural: la humedad excesiva y la falta de iluminación provocan hongos y pudrición de raíces.
- Cerca de fuentes de calor: el aire caliente de estufas o radiadores reseca el sustrato.
- Junto a corrientes de aire: los cambios bruscos de temperatura deshidratan las hojas.
- Sobre alfombras o tapetes: el agua retenida favorece el moho.
- En balcones sin protección: el sol directo, el viento o la lluvia pueden dañarlas.
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