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El ñame, un ingrediente común en la cocina colombiana, es una planta cuyo origen e historia aún son poco conocidos, a pesar de su importancia en las regiones tropicales. Su resistencia y facilidad de cultivo le han permitido adaptarse a distintos climas y tradiciones culinarias, convirtiéndose en un alimento esencial en la dieta de muchas comunidades. Con una gran diversidad de especies y usos, el ñame no solo aporta un alto valor nutricional, sino que también sigue ganando relevancia en la seguridad alimentaria y aquí le decimos cómo cultivarlo.
Lo primero que debe saber es que su nombre proviene del término fulani nyami (comer) y se asocia principalmente a los tubérculos comestibles del género Dioscorea, el cual comprende más de 600 especies distribuidas en regiones templadas y tropicales, con predominancia en climas cálidos. Aunque en algunas zonas el término “ñame” también se emplea para referirse a plantas de los géneros Alocasia, Colocasia, Xanthosoma e incluso Oxalis tuberosa, son las especies de Dioscorea las más cultivadas para el consumo humano.
Se trata de una planta trepadora y perenne que puede alcanzar entre 2 y 12 metros de altura, con hojas acorazonadas dispuestas en espiral y flores verde-amarillentas de seis pétalos. Sus tubérculos, de piel áspera en tonos marrón a gris rosado, pueden llegar a medir hasta 1,5 metros de largo, pesar 70 kilogramos y alcanzar 15 centímetros de diámetro. Su interior, rico en almidón, lo convierte en un alimento altamente energético y versátil.
En la actualidad, la mayor producción de ñame se concentra en África Occidental, donde es un alimento básico gracias a su capacidad de conservación, pues algunos tubérculos pueden almacenarse hasta seis meses sin refrigeración. También es un recurso fundamental en Oceanía y el Caribe, donde su cultivo está arraigado en las tradiciones locales.
Su resistencia y valor nutricional han hecho del ñame un alimento esencial en muchas culturas, al formar parte del grupo de “raíces y tubérculos”, fuente clave de energía. Su durabilidad lo convirtió en un recurso imprescindible para la navegación, permitiendo largos viajes sin necesidad de refrigeración. Inicialmente utilizado por pueblos autóctonos en travesías por los océanos Índico y Pacífico, fue posteriormente adoptado por portugueses y españoles, quienes lo valoraron por su aporte de vitamina C, útil para prevenir el escorbuto.
Hoy en día, el ñame sigue siendo un ingrediente clave en diversas cocinas, utilizado en sopas, guisos, frituras y harinas, además de despertar un creciente interés en la industria alimentaria para la producción de papillas y otros productos. En Colombia, su cultivo se concentra principalmente en la subregión Montes de María, con especial presencia en el municipio de El Carmen de Bolívar. El país alberga 57 especies de ñame, de las cuales 13 son exclusivas del territorio y 4 han sido introducidas.
Principales variedades de cultivo:
- Dioscorea alata: conocido como ñame grande o de agua, es originario de Asia Meridional y se caracteriza por su gran tamaño y su textura más acuosa en comparación con otras variedades.
- Dioscorea cayenensis: llamado ñame amarillo, es nativo de África Occidental y debe su color característico a su alto contenido de carotenoides.
- Dioscorea rotundata: conocido como ñame blanco, también es originario de África Occidental y se distingue por su textura densa y su importancia en la alimentación de diversas comunidades.
- Dioscorea trifida: llamado mapuey, es originario de América Tropical y se valora por su adaptación a climas húmedos y su uso en la gastronomía local.
¿Cómo cultivarlo?
El cultivo del ñame requiere una planificación cuidadosa, desde la preparación del terreno hasta la cosecha. Es por esto que debe tener en cuenta los siguientes cuidados:
Lo primero que debe considerar es el lugar de cultivo, ya que el ñame puede adaptarse a distintos sistemas según el espacio disponible y sus necesidades:
- Cultivo naturalizado: Puede dejar que los ñames se naturalicen y formen parte de su huerta. Tenga en cuenta que en este caso obtendrá principalmente tubérculos pequeños, con solo algunos de buen tamaño.
- Cultivo en macetas: Si dispone de poco espacio, puede cultivar ñame en macetas grandes que permitan el desarrollo adecuado de los tubérculos.
Antes de iniciar el cultivo del ñame, es esencial preparar adecuadamente el suelo. El ñame necesita un terreno suelto y rico en nutrientes para desarrollar sus grandes tubérculos.
- Elimine completamente las malezas y escombros del área de cultivo.
- Are o labre la tierra a una profundidad de 20-25 centímetros para aflojarla y eliminar capas compactadas.
- Añada compost o estiércol bien descompuesto para mejorar la fertilidad y estructura del suelo.
El ñame puede cultivarse mediante tubérculos enteros o semillas, siendo fundamental seleccionar un material de siembra de buena calidad para garantizar el éxito del cultivo. Se recomienda utilizar ñame orgánico o adquirir semillas certificadas. Luego puede proceder con la plantación, en donde debe tener en cuenta:
- Profundidad de siembra: Plante los tubérculos a 5 cm de profundidad. Si utiliza macetas, mantenga la misma profundidad que tenían originalmente.
- Espaciamiento: Deje un espacio generoso de 40 cm entre plantas para obtener ñames hermosos y gordos. Para cultivos más extensos, mantenga 75-90 cm entre plantas y 1-1.2 metros entre hileras.
Durante su crecimiento, el ñame requiere cuidados constantes para garantizar un desarrollo saludable y una buena producción. Es fundamental mantener el suelo húmedo, especialmente en periodos secos, ya que esta planta no tolera la sequedad. Para conservar la humedad, se recomienda aplicar mantillo de forma regular, siendo especialmente útil el uso de mantillo vivo en climas cálidos. Aquí le explicamos que debe como puede tener uno en su cultivo.
Cuidados
Luz
- El ñame requiere una exposición prolongada a la luz solar para desarrollarse correctamente. Se recomienda cultivarlo en áreas con pleno sol, ya que una buena iluminación favorece el crecimiento vigoroso de la planta. En zonas de calor extremo, puede beneficiarse de una ligera sombra para evitar el estrés térmico.
- Si bien tolera cierta sombra parcial, la falta de luz puede afectar la producción de tubérculos y debilitar la planta. En cultivos a gran escala, es importante asegurarse de que las hileras estén bien distribuidas para maximizar la captación de luz solar.
Clima
- El ñame prospera en climas tropicales y subtropicales, con temperaturas óptimas entre 15 °C y 38 °C. Es sensible a las heladas y requiere una temporada de crecimiento libre de bajas temperaturas durante al menos seis a ocho meses.
- Las fluctuaciones extremas de temperatura pueden afectar su rendimiento, por lo que en regiones con variaciones climáticas marcadas, se recomienda cultivarlo en épocas donde las condiciones sean más estables. También es importante evitar la exposición a vientos fuertes que puedan dañar sus enredaderas.
Riego
- El riego del ñame debe ser moderado y espaciado, ya que es un cultivo relativamente resistente a la sequía. Se recomienda regar cada tres semanas, permitiendo que el suelo se seque entre riegos para evitar problemas de pudrición en los tubérculos.
- Durante la temporada más cálida, el riego debe ser más frecuente, ya que el estrés hídrico puede reducir el rendimiento del cultivo. La aplicación de mantillo ayuda a conservar la humedad y minimizar la evaporación, asegurando un crecimiento óptimo.
Humedad
- El ñame necesita un nivel de humedad adecuado en el suelo para desarrollarse correctamente. Un ambiente excesivamente seco puede afectar la formación de los tubérculos, mientras que una humedad excesiva favorece el desarrollo de enfermedades. Para evitar estos problemas, es recomendable mantener un buen drenaje en el terreno.
Suelo
- Requiere suelos arcillosos y bien drenados, con un pH ideal entre 5,5 y 6,5. Suelos demasiado arenosos o compactos pueden dificultar el desarrollo de los tubérculos y afectar la calidad de la cosecha.
Fertilización
- Antes de la siembra, se recomienda preparar el terreno con materia orgánica para mejorar su estructura y fertilidad. Un buen manejo del suelo favorece un crecimiento uniforme y evita problemas como la compactación o el exceso de retención de agua.
- Durante la fase de crecimiento, se pueden realizar aplicaciones adicionales de fertilizantes ricos en nitrógeno cada 4 a 6 semanas.
- El uso de abonos orgánicos como compost o estiércol bien descompuesto también puede mejorar la calidad del suelo y fortalecer la planta. Un manejo adecuado de la fertilización garantiza una mayor producción de tubérculos y una mejor resistencia a plagas y enfermedades.
Poda
- El ñame no requiere una poda intensiva, pero es recomendable eliminar hojas secas o dañadas para mejorar la ventilación y reducir la propagación de enfermedades. También puede realizarse una poda ligera para controlar el crecimiento excesivo de la enredadera.
- Retirar las partes enfermas de la planta ayuda a mantener su vigor y permite que los nutrientes se concentren en el desarrollo de los tubérculos. Una poda adecuada, combinada con un buen tutorado, favorece un crecimiento ordenado y productivo.
Tutorado
- El tutorado es esencial en el cultivo de esra planta, ya que sus bejucos deben crecer en soportes para evitar que se arrastren por el suelo. Esto mejora la exposición a la luz, reduce la incidencia de enfermedades y facilita la cosecha
- Los sistemas de tutorado pueden ser individuales, con estacas de madera o caña brava de aproximadamente 2 metros de alto, o estructuras más grandes con alambres tensados en postes. Este método permite una mejor distribución del follaje y un mayor rendimiento del cultivo. Aquí le explicamos lo que debe entender del tutorado.
Plagas y enfermedades
- El ñame es relativamente resistente a plagas, pero puede ser afectado por insectos como nematodos del género Pratylenchus, que dañan la cáscara de los tubérculos. Para controlarlos, se recomienda hacer análisis de suelo y, si es necesario, aplicar nematicidas.
- En cuanto a enfermedades, la antracnosis (Colletotrichum gloesporoides) es una de las más comunes y afecta hojas y tallos, provocando la muerte de la planta. Para su control, se recomienda el uso de fungicidas y la elección de variedades resistentes.
Cosecha
La cosecha del ñame se realiza entre los nueve y diez meses después de la siembra, cuando las hojas comienzan a marchitarse y los tubérculos adquieren un color café en su parte distal. Es importante extraerlos con cuidado para evitar daños.
Para extraer los tubérculos de manera adecuada:
- Use herramientas como horquillas o palas para evitar daños.
- Realice la extracción con cuidado, ya que los ñames pueden estar a distintas profundidades.
- Evite golpes o cortes, pues reducen su vida útil y los hacen más vulnerables a enfermedades.
Tras la recolección, se recomienda:
- Retirar cuidadosamente los restos de tierra adheridos.
- Colocar los tubérculos a la sombra en un área bien ventilada para evitar humedad excesiva.
- Elegir los tubérculos adecuados según su tamaño y estado sanitario.
- Guardarlos en cajas de madera con fondo de cedazo o enrejado, asegurando una buena circulación de aire.
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