
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Si usted busca un sistema agrícola sostenible y ha escuchado hablar de la milpa, quizá se pregunte en qué consiste y por qué ha perdurado durante siglos. Aquí le contamos lo esencial sobre este modelo y cómo puede implementarse en una comunidad.
De acuerdo con Fernanda Ortiz Morales, ingeniera ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México y consultora senior en Valora Consultores, la milpa es mucho más que un método de cultivo: representa el resultado de miles de años de conocimiento acumulado. Los pueblos mesoamericanos desarrollaron en ella un modelo agrícola sostenible y multifuncional, donde el maíz —considerado el eje central— convive con frijoles, calabazas, chiles y tomates. Este policultivo no solo asegura diversidad y nutrición, sino que también aporta resiliencia, favorece el control natural de plagas y reduce la necesidad de agroquímicos sintéticos.
Esta asociación no es casual, sino fruto de una estrategia donde cada planta cumple un papel: el maíz da soporte, el frijol enriquece el suelo y la calabaza protege la tierra con su follaje. De hecho, la famosa combinación de maíz, frijol y calabaza es conocida como “la triada mesoamericana”.
“Se debe entender que este es un sistema que presenta múltiples variaciones a lo largo de Mesoamérica, adaptándose a cada región según las características climáticas locales, las necesidades alimentarias específicas y el conocimiento ancestral que cada comunidad imprime al proceso desde la selección del terreno. Este último constituye el componente más crítico y distintivo que la diferencia de otros sistemas de pluricultivo a lo largo del conteninte: el reflejo tangible de la relación entre las comunidades y la naturaleza”, señaló la ingeniera.
Enfatiza que de hecho, la milpa trasciende su función como sistema de cultivo para convertirse en una expresión integral de la cosmovisión mesoamericana y un medio fundamental para la conservación y transmisión de conocimientos tradicionales relacionados con la domesticación de especies vegetales, constituyendo un patrimonio biocultural invaluable que conecta el pasado con el presente.
Las tres hermanas
Antes de entender cómo hacer una milpa en su hogar y por qué sigue siendo un modelo vigente de cultivo, conviene detenerse en su núcleo más importante: la asociación entre el maíz, el frijol y la calabaza. Conocida como “las tres hermanas”, esta combinación muestra de manera sencilla pero precisa cómo la complementariedad entre plantas puede sostener tanto la producción de alimentos como la salud del suelo.
Ortiz explica que el maíz se considera la “hermana mayor” porque es el primero en crecer y proporciona un tallo firme que sirve de soporte a las enredaderas del frijol. Sin embargo, es una planta exigente en nutrientes, por lo que necesita un acompañamiento que evite el agotamiento del suelo. En este punto interviene el frijol, la “hermana del medio”. Gracias a la relación que establece con bacterias en sus raíces, fija nitrógeno del aire y lo transforma en una forma disponible para otras plantas, reduciendo así la dependencia de fertilizantes externos.
“Por su parte, la calabaza, conocida como la “hermana menor”, cumple una función protectora. Sus hojas anchas cubren el suelo, reducen la evaporación del agua, limitan el crecimiento de malezas y protegen contra la erosión. Además, tanto las flores del frijol como las de la calabaza atraen polinizadores y contribuyen al control natural de plagas", afirmó.
El sistema también se beneficia de la diversidad de raíces. Mientras el maíz desarrolla raíces profundas, el frijol y la calabaza aprovechan otras capas del suelo, lo que favorece la aireación y la retención de humedad. En el plano nutricional para el humano, la combinación es igualmente equilibrada: el maíz aporta carbohidratos, el frijol proteínas y la calabaza vitaminas, minerales y aceites esenciales.
¿Cómo hacer una milpa?
Una vez explicado el valor y las características de la milpa, es momento de detallar cómo se establece en la práctica. Ortiz explica que el proceso comienza con la preparación del terreno, una labor fundamental que garantiza el buen desarrollo de los cultivos y previene problemas en el futuro.
Este paso incluye varias acciones importantes:
- Aireación y acondicionamiento: se remueve la tierra para facilitar el crecimiento de las raíces y permitir la infiltración del agua sin que se produzca erosión.
- Control de plagas en estado inicial: la remoción del suelo ayuda a identificar y eliminar huevos, larvas o pupas de insectos que podrían convertirse en plagas.
- Ciclo de preparación: esta labor no solo se hace al inicio, sino también después de cada cosecha, ya que la milpa es un sistema cíclico.
“Ojo, aquí hay un error común y es en no remover bien la tierra, lo que con el tiempo compacta las capas profundas, limita el crecimiento radicular y reduce la productividad", dijo la ingeniera.
Luego de esto podemos pasar a la siembra. En esta fase se realizan distintas labores según las condiciones de la región:
- Barbecho: ruptura de la capa arable del suelo para mejorar la absorción del agua y facilitar el desarrollo de las raíces.
- Surcado: en algunas zonas se hace para organizar la siembra; en otras se evita, pues puede acumular demasiada agua.
- Siembra del frijol: se coloca en pares, a 15 cm del maíz y a una profundidad de 5 a 8 cm.
- Cobertura y limpieza: se rastra el suelo para cubrir las semillas y se controla la maleza para reducir la competencia por nutrientes.
- Siembra de la calabaza: se incorpora después, completando la triada tradicional de la milpa.
- Época de cosecha: normalmente se inicia entre octubre y noviembre, dependiendo del clima de cada región.
El último paso es fundamental, pues de él depende la calidad de los granos y semillas para el consumo y el siguiente ciclo. Este proceso se apoya en varias recomendaciones:
- Secado completo: antes de almacenarse, los productos deben estar totalmente secos para evitar hongos o pudrición.
- Selección del método de almacenamiento: debe tenerse en cuenta el material disponible y las labores de mantenimiento que requiere para prevenir plagas.
- Importancia del manejo: un buen sistema garantiza la conservación de la cosecha y asegura semillas viables para la siembra siguiente.
Una recomendación que Ortiz hace es que después de cada ciclo de cosecha, la parcela necesita un período de reposo antes de iniciar la siguiente siembra. Este descanso cumple funciones esenciales:
- Entre ciclos: se deja el terreno en pausa hasta el inicio de las lluvias, cuando es más favorable reiniciar la siembra.
- Descanso prolongado: tras dos o tres años continuos de cultivo, es necesario dejar la parcela en barbecho entre 10 y 20 años para que recupere su fertilidad y capacidad productiva.
“Se recomienda este cultivo ampliamente porque en términos ecológicos, la milpa aprovecha las interacciones entre los cultivos para reducir el uso de agroquímicos, conservar la diversidad vegetal y preservar especies locales de gran importancia cultural, como las múltiples variedades de maíz nativo en México aunque se puede adaptar a otros contextos latinoamericanos de variedades nativas. Al mismo tiempo, contribuye a mantener la fertilidad natural del suelo y permite obtener mayor producción de alimentos en espacios relativamente pequeños”, dijo la experta
Un punto importante que aclara la ingeniera es que este cultivo tiene un fuerte punto cultural, pues la milpa es parte esencial de la vida comunitaria: asegura la transmisión de conocimientos ancestrales, refuerza la seguridad alimentaria y fortalece la autonomía de las comunidades rurales.
“Pese a su valor, la milpa enfrenta tres desafíos principales en la actualidad: el cambio climático, el avance de la agricultura industrial y la falta de apoyo gubernamental. El cambio climático altera los ciclos de lluvia, incrementa los eventos extremos de temperatura y eleva los costos de producción, lo que ha llevado a que muchas familias abandonen esta práctica en favor de sistemas considerados más seguros, aunque menos sostenibles. A ello se suma el crecimiento de los monocultivos industriales, que dependen del uso intensivo de agroquímicos y de semillas transgénicas, lo que reduce las poblaciones de polinizadores, degrada el suelo y pone en riesgo especies de alto valor biocultural”, dijo Ortiz.
Finalmente, la experta menciona que la ausencia de políticas públicas que reconozcan y apoyen la milpa ha contribuido a su marginación. La situación se agrava por los conflictos en torno a los derechos de los pueblos indígenas y comunidades locales sobre el uso y administración de la tierra.
“La combinación de estos factores amenaza la continuidad de un sistema agrícola que no solo produce alimentos, sino que también constituye un patrimonio cultural y ecológico clave para la soberanía alimentaria y la conservación de la biodiversidad de México y de Centroamérica en general”, puntualizó.
Frente a este panorama, la milpa se presenta como un sistema agrícola adaptativo que, pese a haber sido catalogado históricamente como un modelo de autoabastecimiento de “bajo rendimiento”, encierra un gran potencial para sostener comunidades gracias a los beneficios de sus interacciones simbióticas. Su origen en México y Mesoamérica no ha limitado su expansión a otras regiones, donde se ha adoptado por su capacidad para fortalecer la resiliencia en la producción de alimentos.
“En respuesta a los desafíos actuales, distintas investigaciones buscan revitalizar y mejorar la milpa a través de innovaciones que aumenten la eficiencia en el uso del agua, tecnifiquen ciertas labores y reduzcan prácticas dañinas como la quema entre ciclos. Esta transformación, conocida como “milpa sostenible”, procura mantener la esencia del sistema tradicional mientras lo adapta a nuevas necesidades, favoreciendo la producción en espacios reducidos y garantizando, al mismo tiempo, la conservación del suelo y la biodiversidad", finalizó.
🌳 ☘️ 🌿 Encuentre en La Huerta toda la información sobre plantas, jardinería, cultivos y siembra. 🍂🌺 🌼
