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Si usted ya lleva un tiempo cultivando su propia huerta o cuidando su jardín, es probable que haya descubierto que mientras más aprende, más preguntas surgen. Una de las más comunes, especialmente cuando se trata de propagar o reproducir plantas, es esta: ¿cómo saber si una planta es macho o hembra?
Para resolver esta duda, hablamos con Eleana Salazar, una de las fundadoras de Plantix Vivero, un proyecto familiar nacido en Bogotá que busca acercar la jardinería a la vida cotidiana a través de la venta de plantas e insumos, así como de clases, asesorías y talleres. Según explica, para saber si una planta es macho o hembra, lo primero es entender que esto depende completamente de la especie. A lo largo de su evolución, las plantas han desarrollado distintas estrategias reproductivas, lo que permite clasificarlas en tres grandes categorías según su tipo de sexualidad. Esta diferenciación sexual cumple un papel importante en los mecanismos de fecundación cruzada, que muchas veces impiden la autofecundación y favorecen la variabilidad genética.
Según Salazar, se puede comprender estas tres categorías:
1. Plantas monoicas: dos sexos, una planta
Las plantas monoicas son aquellas que tienen flores masculinas y femeninas en el mismo individuo, pero en estructuras separadas. Es decir, una misma planta produce ambos tipos de flores: unas que generan polen (masculinas) y otras que contienen los óvulos (femeninas), aunque no estén en la misma flor. Esta disposición evita la autofecundación directa dentro de una sola flor, pero permite que la planta se reproduzca por sí sola si el polen logra llegar desde una flor masculina a una femenina, lo cual suele ocurrir con la ayuda del viento o insectos.
Un ejemplo claro es el maíz: en la parte superior de la planta están las flores masculinas, llamadas espiguillas, que liberan el polen. Más abajo, a lo largo del tallo, se encuentran las flores femeninas, que formarán las mazorcas si reciben ese polen. Esta organización también se encuentra en otras plantas cultivadas como el sorgo, el arroz, el trigo y las cucurbitáceas (como el pepino o la calabaza), donde la polinización suele depender del viento o de insectos, según la especie.
2. Plantas dioicas: un sexo por planta
En las plantas dioicas, cada individuo tiene solo un tipo de flor: o masculina (que produce polen), o femenina (que puede formar frutos). Es decir, una planta es como un “macho” o una “hembra”, no ambos al mismo tiempo. Esto significa que, para que haya frutos, se necesitan dos plantas distintas: una que aporte el polen y otra que reciba ese polen en sus flores femeninas. La polinización, como en otros casos, puede ocurrir gracias al viento o a los insectos.
Un ejemplo muy conocido es la papaya: hay plantas que solo dan flores masculinas y otras que solo producen flores femeninas. Si se siembran solo plantas femeninas, no se obtendrán frutos a menos que haya al menos una planta masculina cerca. Este tipo de organización también se encuentra en el kiwi, el pistache y la palma datilera. Aunque exige tener plantas de ambos sexos para producir, esta separación ayuda a evitar la autofecundación, lo que favorece la diversidad genética y hace que las poblaciones sean más resistentes a enfermedades y cambios en el ambiente.
3. Plantas hermafroditas: la solución completa
En las plantas hermafroditas, cada flor tiene los dos órganos reproductivos: los estambres (que producen polen, parte masculina) y el pistilo (que recibe el polen, parte femenina). Esto significa que una sola flor es capaz de reproducirse por sí misma, sin depender de otra planta.
Muchas plantas cultivadas son hermafroditas. Ejemplos conocidos son el tomate, la manzana, los cítricos y el chile. También lo son flores como la rosa o el girasol: cada una de sus flores puede producir y recibir polen. Aunque estas plantas pueden autopolinizarse, también suelen beneficiarse de la polinización cruzada, cuando el polen proviene de otra planta. Esto ayuda a mejorar la calidad genética de los frutos y a aumentar la resistencia frente a enfermedades o condiciones adversas.
Entonces, ¿cómo puede reconocerlas?
Según Salazar, para saber si una planta es macho o hembra, es necesario observar de cerca sus flores. La clave está en reconocer sus órganos reproductivos, que se agrupan en dos tipos principales:
1. Flores masculinas: Estas flores tienen solo estambres, que son estructuras parecidas a pequeños bastoncitos con una punta inflada llamada antera, donde se produce el polen. Puede imaginarse como “antenas” con polvo dorado.
- No tienen pistilo ni ovario, por lo tanto, no pueden producir frutos.
- Su única función es liberar polen para fecundar flores femeninas.
2. Flores femeninas: Estas flores tienen un órgano llamado pistilo, que parece una botellita en el centro de la flor.
- En la punta está el estigma, que recibe el polen.
- En la base está el ovario, donde se desarrollarán las semillas.
- Solo estas flores pueden formar frutos, ya que contienen el “vientre” de la planta.
“En otras palabras, cuando hablamos coloquialmente de una “planta hembra” nos referimos a aquella que produce predominantemente flores femeninas, mientras que una “planta macho” es la que genera flores masculinas. Sin embargo, la precisión de esta clasificación depende completamente de entender a cuál de las tres categorías reproductivas pertenece la planta que estamos observando", puntualizó Salazar.
Esta distinción es crucial porque determina si es apropiado clasificar toda la planta como masculina o femenina. En las plantas dioicas, como la papaya, esta clasificación es perfectamente válida y necesaria. En las plantas monoicas, como el maíz, la misma planta tiene ambos tipos de flores, por lo que hablar de la planta completa como macho o hembra sería inexacto. En las plantas hermafroditas, cada flor individual contiene ambos sexos, haciendo innecesaria esta distinción a nivel de planta.
De hecho, una vez aparece la floración, es posible observar directamente si una flor es masculina o femenina según sus estructuras. Sin embargo, en muchos casos, con solo conocer la especie —como la papaya, el jade, la monstera o la maracuyá—, ya es posible anticipar si se trata de una planta dioica, monoica o hermafrodita
“Comprender estas diferencias en la forma de reproducción vegetal permite saber con claridad por qué algunas plantas necesitan otra planta cercana para dar fruto, mientras que otras pueden hacerlo por sí solas”, finalizó la experta.
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