Cuando hablamos de polinización, quienes cultivamos plantas o cuidamos huertas entendemos que se trata de un proceso fundamental que sostiene gran parte de nuestra alimentación. Sin embargo, en Colombia, ese papel no lo cumplen solamente las abejas europeas que hemos visto en la televisión o que forman parte de nuestra memoria colectiva. Aquí, las verdaderas protagonistas son las meliponas, también conocidas como “angelitas”: abejas nativas sin aguijón que habitan desde los bosques secos hasta las selvas húmedas del país.
Estas abejas silenciosas y eficientes desempeñan una función vital en los ecosistemas. Gracias a su labor diaria, cultivos como el café, el cacao, las frutas y muchas hortalizas pueden desarrollarse. Su aporte va más allá del mundo agrícola: al polinizar plantas silvestres, también ayudan a conservar la biodiversidad, sostener cadenas alimentarias y garantizar la regeneración natural de los bosques.
Cada 20 de mayo, el Día Mundial de las Abejas nos invita a reconocer este papel insustituible y a reflexionar sobre las amenazas que enfrentan. En Colombia, el cambio climático, el uso de pesticidas y la pérdida de hábitat ponen en riesgo a muchas especies de abejas nativas. Protegerlas no es solo un acto de conservación: es una acción necesaria para asegurar el equilibrio ecológico y el futuro de nuestros alimentos.
¿Pero qué son las abejas meliponinas?
Las abejas meliponas son abejas que se distinguen por carecer de aguijón. Habitan una amplia variedad de ecosistemas, desde zonas a nivel del mar hasta altitudes cercanas a los 3.400 metros, y se encuentran principalmente en bosques tropicales, que van desde áreas secas hasta selvas muy húmedas. En Colombia, según el Instituto Humboldt, se han identificado cerca de 120 especies, muchas de ellas con características únicas.
Estas abejas suelen agruparse en dos grandes categorías: las más pequeñas, conocidas como meliponinos, y las de mayor tamaño, denominadas meliponas. Durante el vuelo, es común observarlas con las patas traseras colgando y aunque muchas presentan tonalidades amarillas, también existen especies de colores más oscuros.
Su comportamiento defensivo también es particular. Aunque no pican, algunas han desarrollado formas de defensa igualmente efectivas. Por ejemplo, la especie conocida como “candela”, hoy poco común, secreta un ácido que deposita sobre la piel del agresor. En distintas regiones del país reciben nombres locales como conguitas, angelitas o virgelina pegadillas, esta última muy presente en zonas cafeteras.
Una de las características más destacadas de las abejas meliponas es su selectividad floral. Las meliponinas, en particular, tienden a visitar flores específicas, lo que las convierte en polinizadoras altamente eficientes. De hecho, en muchos casos superan en eficacia a la abeja Apis mellifera, ya que esta última no evolucionó junto a las plantas nativas de nuestros ecosistemas. Por ello, suele polinizar de forma incompleta o incluso limitarse a extraer el néctar sin cumplir con el proceso de polinización, afectando tanto a la planta como a las abejas nativas, que se quedan sin alimento.
Gracias a su estrecha relación con la flora local, las meliponas producen mieles con propiedades botánicas muy particulares, determinadas por las especies vegetales que visitan con regularidad. Muchas de estas plantas han evolucionado para atraer específicamente a estas abejas, estableciendo una relación de simbiosis que beneficia a ambas partes. Esta coadaptación les otorga a las meliponas un papel ecológico irremplazable. En otras palabras, si estas abejas desaparecen, también lo harían muchas de las plantas que dependen exclusivamente de ellas para su reproducción.
Y es que cada visita floral no solo les permite recolectar néctar y polen para su subsistencia, sino que también facilita la formación de semillas, la regeneración de los bosques y la continuidad de muchas especies vegetales. Por eso, protegerlas es esencial para conservar los equilibrios ecológicos de los ecosistemas tropicales que compartimos.
Cuatro especies que le ayudarán a atraerlas
Achiote
El achiote (Bixa orellana) es un arbusto o árbol pequeño originario de América tropical, que crece principalmente en regiones cálidas desde México hasta Brasil y Argentina. Alcanza entre 2 a 5 metros de altura (aunque puede llegar a 10 metros), tiene hojas grandes y lustrosas, y produce flores rosadas o blancas. Su característica más distintiva son sus frutos en forma de cápsulas espinosas que contienen semillas recubiertas de una sustancia rojiza brillante, la cual se utiliza como colorante y condimento en la cocina popular.
El achiote se adapta bien a diversos climas cálidos y húmedos, prefiriendo temperaturas entre 20°C y 30°C, y precipitaciones de 1000 a 2000 mm anuales. Es polinizado principalmente por abejas y mariposas, y posee nectarios que atraen a hormigas que protegen sus flores. Además de América, se cultiva en regiones tropicales de Asia y África, tanto por su valor culinario como por sus propiedades medicinales y como planta ornamental.
Cocos nucifera
El cocotero, cuyo nombre científico es Cocos nucifera, es una palmera alta que puede alcanzar hasta 30 metros. Es muy común en playas tropicales y se cultiva por su fruto, el coco, del cual se aprovechan tanto la pulpa como el agua. Además, se utiliza para hacer aceites, jabones y madera. Tiene hojas largas, raíces fibrosas y flores que producen cocos durante todo el año. Cada palmera puede dar entre 30 y 75 frutos al año, que tardan cerca de un año en madurar. El coco no es una nuez, sino una drupa, y su semilla contiene una pulpa blanca comestible y un líquido dulce.
Aunque su origen exacto no está claro, se cree que proviene del Indo-Pacífico y fue llevado por antiguos navegantes a otros continentes, incluyendo América. Hoy en día, crece en casi todas las costas tropicales del mundo gracias a que sus frutos pueden flotar y resistir largos viajes por mar. El cocotero necesita calor, buena luz, suelos ligeros y humedad, pero también puede crecer en suelos salinos donde otras plantas no sobreviven, lo que lo hace muy resistente y adaptable. En algunas regiones, sus flores también son visitadas por abejas nativas sin aguijón, que además de contribuir a su polinización ayudan a mantener la diversidad de los ecosistemas tropicales.
Verbena negra
Stachytarpheta cayennensis es una planta originaria de América, desde México hasta Sudamérica y el Caribe. Es una hierba o arbusto que puede crecer hasta 2,5 metros de altura. Tiene hojas ásperas con bordes dentados y espigas largas con flores de color morado-azulado, aunque también pueden ser blancas. Sus flores solo duran un día y son muy atractivas para las abejas.
Se adapta fácilmente a terrenos alterados como caminos, praderas, cultivos y zonas con pastoreo, donde el ganado no la come y permite que se extienda. En regiones lluviosas forma densas coberturas, y en las secas también sobrevive con facilidad. En muchos países de Europa ha sido clasificada como especie invasora porque desplaza a la vegetación local y afecta el equilibrio del ecosistema. Se propaga por siembras ornamentales, residuos de jardín, agua de lluvia y hasta por vehículos o semillas contaminadas.
Asclepias curassavica
La Asclepias curassavica, conocida como algodoncillo, venenillo o flor de sangre, es una planta perenne originaria de América tropical que crece como un subarbusto de hasta un metro de altura. Tiene hojas alargadas y flores vistosas de colores rojo, púrpura, amarillo o naranja, lo que le ha dado el nombre popular de “bandera española”. Sus frutos, llamados folículos, contienen semillas con pelillos que les permiten volar con el viento. Es una planta muy usada en jardines ornamentales y en jardines de mariposas, ya que florece casi todo el año y atrae a muchos insectos.
Además de su valor ornamental, esta planta es importante para los polinizadores. Sus flores ricas en néctar atraen mariposas, abejas y otros insectos, lo que ayuda a mantener la biodiversidad y a mejorar la polinización de cultivos cercanos. Por ejemplo, según el Jardín Botánico de Bogotá se ha registrado que abejas silvestres como Thygater aethiops visitan sus flores.
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