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Seguramente en su cocina o en su baño ha usado esa fibra amarilla que limpia casi todo: el estropajo. Lo curioso es que no proviene de un material sintético, sino de una planta que crece como cualquier otra en el jardín.
Aquí le contamos más sobre su origen y por qué sorprende a quienes lo descubren.
Una planta con muchas curiosidades
El estropajo es una planta trepadora anual de la familia de las cucurbitáceas, conocida científicamente como Luffa aegyptiaca. Aunque muchos la conocen por su uso como esponja de baño, en realidad es una hortaliza. Y es que cuando son jóvenes —menores de 18 cm—, se pueden comer como si fueran calabacín o pepino.
A medida que maduran, los frutos se vuelven fibrosos y dejan de ser comestibles, pero es justamente en ese punto cuando se transforman en la clásica esponja vegetal. Sin embargo, según la Universidad Estatal de Carolina del Norte en su programa de extensión de agricultura, para llegar a ese estado y poder tener una cosecha, la lufa necesita un soporte firme que le permita trepar, ya que sus enredaderas pueden alcanzar entre 9 y 15 metros de largo.
Esto se explica por la estructura de la planta: desarrolla tallos largos y angulosos con una textura ligeramente áspera, además de hojas grandes, lobuladas y rasposas que pueden medir entre 6 y 25 centímetros. Los pecíolos, que conectan las hojas con el tallo, varían en longitud, y los zarcillos —divididos en varias ramas— le permiten aferrarse mientras asciende.
Eso sí, si su objetivo es obtener esponjas vegetales, el momento ideal de cosecha llega justo después de la primera helada de otoño, cuando los frutos ya están secos, de color canela y con las semillas sueltas en su interior.
¿Cómo obtener su propio estropajo?
Para obtener un buen estropajo, lo primero es esperar a que los frutos estén completamente maduros. Esto suele ocurrir cuando cambian de verde a tonos amarillos o marrones y la cáscara se endurece. Es clave cosecharlos antes de que se abran por sí solos, para evitar que las semillas se dispersen.
Una vez recolectados, siga estos pasos:
- Déjelos secar en un lugar cálido, seco y protegido del sol directo durante varias semanas. En este proceso, la pulpa interna pierde humedad y el fruto se vuelve más liviano.
- Retire la cáscara cuando note que el fruto está completamente seco. La corteza se rompe con facilidad y dejará a la vista la fibra interna.
- Limpie bien la fibra, sumergiendo el estropajo en agua para eliminar restos de pulpa o semillas. Un frotado suave ayuda a dejarlo completamente limpio sin maltratarlo.
- Deje que se seque de nuevo, esta vez ya sin cáscara, en un espacio ventilado. Este paso evita problemas como el moho.
Por último, y según recomienda la Universidad Estatal de Carolina del Norte, puede aclarar la esponja sumergiéndola en una solución de lejía al 10%. Este paso ayuda a uniformar el color y dejarla con un aspecto más limpio antes de usarla o almacenarla.
Cuando la fibra esté totalmente seca, puede cortar el estropajo en el tamaño o la forma que desee, ya sea para uso personal o para prepararlo para la venta. Y listo: tendrá un estropajo natural, ideal para el baño, la limpieza o incluso para proyectos artesanales.
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