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Descubra el árbol que produce 40 tipos de frutas en un solo ejemplar

El “Árbol de las 40 Frutas” es un proyecto artístico y científico de Sam Van Aken que, mediante injertos, permite a un solo árbol producir hasta 40 variedades distintas de frutas de hueso, como cerezas, duraznos y ciruelas.

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23 de julio de 2025 - 01:00 a. m.
El “Árbol de las 40 Frutas” es un proyecto artístico y científico de Sam Van Aken que, mediante injertos, permite a un solo árbol producir hasta 40 variedades distintas de frutas de hueso, como cerezas, duraznos y ciruelas.
El “Árbol de las 40 Frutas” es un proyecto artístico y científico de Sam Van Aken que, mediante injertos, permite a un solo árbol producir hasta 40 variedades distintas de frutas de hueso, como cerezas, duraznos y ciruelas.
Foto: Sam Van Aken
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¿Qué pasaría si un solo árbol pudiera dar cerezas, duraznos, almendras y ciruelas al mismo tiempo? La pregunta suena fantástica, casi imposible, pero tiene una respuesta real y enraizada en un campus universitario de Filadelfia. En la Universidad de Temple crece una obra que desafía las reglas de la botánica tradicional: el “Árbol de las 40 frutas”.

Creado por el artista y profesor Sam Van Aken, este árbol es fruto de un innovador proyecto que combina arte, ciencia y horticultura. A través de la técnica del injerto —que permite unir distintas variedades en un solo ejemplar— Van Aken ha logrado incorporar, una por una, diversas especies de frutas de hueso. El resultado: un árbol capaz de florecer en múltiples colores y producir hasta 40 tipos diferentes de frutos.

¿Cómo logra crear estos árboles?

El “Árbol de las 40 Frutas” o conocido popularmente como el “Árbol Frankenstein” no es un único ejemplar, sino un proyecto artístico y científico compuesto por varios árboles creados por Sam Van Aken, profesor asociado de escultura en la Universidad de Syracuse. Esta iniciativa fusiona arte, ciencia y agricultura mediante el uso de una técnica ancestral: el injerto. Gracias a ella, Van Aken ha logrado que cada árbol produzca hasta cuarenta variedades distintas de frutas de hueso (un tipo de fruta que contiene una semilla dura y grande en su interior) del género Prunus, como cerezas, duraznos, ciruelas, nectarinas y almendras.

Estos árboles, distribuidos en distintas regiones de Estados Unidos, florecen en una amplia gama de colores y producen frutos de manera escalonada entre julio y octubre. Con ello, Van Aken no solo crea una obra visualmente impactante, sino que también plantea una reflexión sobre la relación entre lo natural y lo cultural, así como sobre la pérdida de diversidad agrícola. Y es que el proyecto, que comenzó en 2008, desde sus inicios ha tenido un objetivo claro: rescatar y conservar variedades de frutas tradicionales que han sido desplazadas por el modelo agrícola comercial. Por ejemplo, muchas de las frutas que hoy producen estos árboles son cultivares antiguos que se encontraban en riesgo de desaparecer.

Para conseguir estas variedades, Van Aken recorrió extensamente el estado de Nueva York. Aunque actualmente la mayor parte de estas frutas hueso se cultivan en California, logró arrendar un huerto histórico del siglo XIX —con el apoyo de la Universidad de Syracuse y la fundación Creative Capital— que albergaba una amplia colección de variedades nativas, híbridas y antiguas de Estados Unidos. A partir de ese huerto desarrolló portainjertos enanos y comenzó a realizar los injertos en un vivero experimental ubicado junto al Centro de Arte Comstock, dentro del campus universitario.

Cada árbol del proyecto Árbol de las 40 Frutas se crea mediante la técnica del injerto de chip, un proceso meticuloso que consiste en insertar una yema de una variedad frutal en una incisión del árbol base, envolviéndola cuidadosamente hasta que cicatrice e inicie su integración. Aunque parezca simple, este procedimiento requiere precisión y un seguimiento detallado para asegurar que ambas plantas se fusionen correctamente.

El desarrollo completo de cada ejemplar toma entre cinco y ocho años y sigue una serie de etapas planificadas:

  1. Formación de la estructura básica: Durante los primeros años se moldea el árbol con ramas primarias dispuestas en forma de vaso, lo que garantiza una buena entrada de luz y espacio para los futuros injertos.
  2. Injertos sucesivos por temporadas: Van Aken añade, año tras año, diferentes variedades de frutas de hueso, seleccionadas entre más de 250 tipos que ha recopilado.
  3. Crecimiento y floración: A simple vista pueden parecer árboles comunes, pero en primavera revelan su singularidad al florecer con una mezcla de tonos blancos, rosados y púrpuras, correspondientes a cada variedad injertada.
  4. Producción escalonada de frutos: Entre julio y octubre, estos árboles dan cerezas, duraznos, ciruelas, nectarinas, almendras y más, de manera progresiva. Una expresión viva de diversidad genética.

Uno de los árboles más recientes fue plantado en 2025 en la Escuela de Arte Tyler (Universidad de Temple). Este ejemplar incluirá, a lo largo de los próximos cinco años, variedades de frutas vinculadas al patrimonio frutal de la comunidad Lenape, originaria del valle del Delaware. Entre estas se encuentran especies en riesgo como el beach plum, el Indian blood cling peach y el chokecherry.

El árbol de Temple ya cuenta con 15 injertos, incluidos seis de duraznos. Van Aken decidió dar protagonismo a esta fruta tras descubrir que, siglos atrás, Pensilvania fue parte de un “cinturón de duraznos”. Según explica la Universidad de Temple en un comunicado del evento de siembra del árbol, la tribu Lenape ya cultivaba duraznos antes de la colonización europea. Estos frutos llegaron a América del Norte a través de los españoles en el siglo XVI, y se expandieron gracias a redes de comercio agrícola, alcanzando incluso la región de Filadelfia.

Como parte del componente educativo, la universidad ha instalado letreros informativos y un código QR para que los visitantes puedan conocer el origen del árbol y la historia detrás de cada variedad.

Por otro lado, Van Aken trabaja actualmente en un jardín público en Governors Island, en la bahía de Nueva York, que albergará 50 árboles con más de 200 variedades en total. El objetivo es ofrecer una experiencia sensorial —ver, oler, tocar y probar— que invite a reflexionar sobre la conservación, la diversidad alimentaria y la historia de nuestros cultivos.

“He empezado a ver las frutas casi como objetos culturales, no solo como parte de la agricultura”, afirma Van Aken. “Como necesitan ser injertadas para sobrevivir y dependemos de ellas, es casi una relación simbiótica. Evolucionan con nosotros”.

Más allá del impacto visual, el proyecto ha evolucionado como una iniciativa de conservación y educación. Van Aken ha instalado más de 20 árboles en jardines comunitarios, universidades, museos y colecciones privadas en distintas regiones de Estados Unidos. Para cada sitio, selecciona las variedades con base en la historia agrícola local. Además, lidera talleres con estudiantes de arte, horticultura y arquitectura del paisaje, transmitiendo el injerto como un puente entre disciplinas y como una herramienta de preservación de saberes agroalimentarios.

Estos son algunos de los árboles cultivados por Sam Van Aken como parte de su proyecto artístico y botánico “Tree of 40 Fruit”:

  • Tree 75 – Syracuse University, Syracuse, Nueva York
  • Tree 01 – Colby College, Waterville, Maine
  • Trees 42, 108, 109 – Ubicación no especificada
  • Tree 46 – West Collection
  • Trees 54, 55, 57, 60, 61, 65, 66, 67 – Everson Museum of Art, Syracuse, Nueva York
  • Tree 70 – Roanoke College, Salem, Virginia
  • Tree 71 – Ubicación no especificada
  • Tree 87 – Rockwell Museum, Corning, Nueva York
  • Trees 89, 91, 93, 94 – Thompson Point, Portland, Maine
  • Trees 105, 106 – New Harmony, Indiana
  • Tree 200 – Pioneer Works, Brooklyn, Nueva York

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Por Leidy Barbosa

Periodista de la Universidad Externado de Colombia, con énfasis en la producción audiovisual y en animación digital. Apasionada por temas medioambientales y sociales.@leidyramirezbLbarbosa@elespectador.com

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