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En Fómeque, Cundinamarca, un grupo de campesinos ha convertido los residuos orgánicos en una oportunidad para la agricultura sostenible. A través de la Asociación de Productores Campesinos de Fómeque (Asprocaf) y con el respaldo de la Alcaldía municipal, logran transformar cada mes 20 toneladas de desechos en abono natural, un recurso clave para el mejoramiento de los suelos y la producción de cultivos más sanos. Esta iniciativa no solo optimiza el manejo de residuos en la región, sino que también responde a la creciente demanda de insumos agrícolas orgánicos, cada vez más valorados por quienes buscan fortalecer sus plantas de manera natural y sostenible.
Desde su fundación en 2010 como una asociación sin ánimo de lucro, Asprocaf ha trabajado en el desarrollo de productos sostenibles en un municipio de vocación agropecuaria. Gracias a la colaboración entre la comunidad, el gobierno local y diversas universidades, el proyecto ha crecido, generando empleo y contribuyendo a la conservación del medioambiente. Ana María Pinzón, secretaria y una de las fundadoras de la asociación, destaca que esta iniciativa nació de la necesidad de aprovechar los recursos locales para fortalecer la producción agrícola y reducir la dependencia de fertilizantes sintéticos.
“El interés por la producción de abono orgánico surgió cuando la asociación cultivaba habichuela y detectó el potencial de reutilizar los residuos que solían terminar en vertederos. Con esta idea en mente, presentaron una propuesta al alcalde de la época para implementar un programa de educación ambiental que incentivara a la población a separar los residuos desde la fuente, distinguiendo entre desechos orgánicos y materiales no biodegradables. La respuesta de la comunidad fue positiva, permitiendo que Asprocaf consolidara un sistema de recolección eficiente”, dijo la experta.
¿Cómo funciona el proyecto?
El proceso inicia con la recolección de residuos orgánicos, que se lleva a cabo los martes y viernes con el apoyo de la administración municipal. Estos desechos, previamente separados por la comunidad, son transportados a la planta de procesamiento, donde se someten a un tratamiento de compostaje controlado. Gracias a esta gestión, Asprocaf logra reciclar entre 20 y 25 toneladas de residuos cada mes, evitando que estos terminen en rellenos sanitarios. El resultado es un abono orgánico de alta calidad, comercializado bajo su propia marca registrada.
“Nosotros hemos desarrollado un modelo de trabajo eficiente para la producción de abono a partir de residuos orgánicos. Actualmente, contamos con seis miembros activos, de los cuales tres son fundadores originales. Además, mantenemos un empleado a tiempo completo en la planta de procesamiento, complementado por dos trabajadores adicionales que apoyan en días específicos según la demanda operativa. De hecho, los propios miembros de la asociación también dedican uno o dos días a la semana a las labores en la planta, permitiendo que las operaciones se mantengan activas cinco días a la semana”, explicó Pinzón.
Un aspecto que distingue a Asprocaf de otras iniciativas similares es su capacidad para manejar grandes volúmenes de residuos sin comprometer la calidad del abono producido. Su fertilizante orgánico, comercializado en sacos de 25 kilos, ofrece a los agricultores locales una alternativa sostenible y efectiva para mejorar la productividad de sus cultivos.
La implementación de este sistema requirió un trabajo intenso de sensibilización y educación ambiental en la comunidad. Según la secretaria de la asociación, el proceso tomó aproximadamente un año y medio, periodo en el cual se desarrollaron estrategias de divulgación para fomentar la separación adecuada de residuos en los hogares. Estas incluyeron campañas de publicidad local, programas radiales, transmisiones en canales de televisión municipales y charlas informativas en distintos barrios. Como parte del programa, el municipio entregó contenedores especiales a cada hogar, mientras que Asprocaf proporcionó un producto microbiano (EM) para mitigar los olores y facilitar el almacenamiento de los residuos orgánicos. Gracias a este esfuerzo colectivo, la comunidad adoptó prácticas más responsables con el medioambiente, contribuyendo al éxito del proyecto.
“El sistema implementó un mecanismo de control efectivo: si el personal de servicios públicos detectaba que la separación no se había realizado correctamente, simplemente no recogían el contenedor. Esta medida resultó ser un incentivo eficaz para promover prácticas adecuadas de separación. Estos residuos son transportados a la planta de procesamiento, ubicada a aproximadamente 5 minutos del casco urbano. Allí se combinan con gallinaza, un recurso abundante, ya que Fómeque es el primer productor de huevo del país. Con estas dos materias primas fundamentales se inicia un proceso que dura 4 meses, durante los cuales se realizan volteos periódicos, se controla la temperatura y humedad, y se añaden microorganismos específicos”, comentó la experta.
Gracias a este método, Asprocaf produce un abono orgánico certificado con registro ICA, comercializado bajo el nombre “Abofón”. Para garantizar su calidad, la asociación ha contado con el respaldo de instituciones académicas como la Universidad Nacional y la Universidad Javeriana, que han aportado rigor científico mediante análisis de laboratorio que certifican la composición y propiedades del producto. El abono se comercializa en lonas de 50 kg, debidamente etiquetadas con esta información técnica, lo que ha permitido posicionarlo como una alternativa confiable y sostenible en el mercado agrícola.
El éxito del proyecto no solo ha sido resultado del esfuerzo de la comunidad, sino también del respaldo institucional recibido. Corpoguavio, como autoridad ambiental de la región, ha acompañado el proceso para garantizar su sostenibilidad. Asimismo, la Gobernación de Cundinamarca y la Alcaldía de Fómeque han facilitado recursos y estrategias que han permitido consolidar esta iniciativa, fortaleciendo un modelo de producción agrícola más responsable con el medioambiente.
Uno de los momentos clave en este proceso fue en 2012, cuando la administración municipal, en convenio con el Acueducto de Bogotá, realizó la primera inversión significativa en el proyecto. Antes de esta intervención, las condiciones de trabajo eran precarias, con espacios reducidos que dificultaban el procesamiento eficiente de los residuos. Con el apoyo recibido, se llevó a cabo una transformación integral de la finca, estableciendo tres áreas principales: una planta para compostaje, otra para la producción de fertilizante a partir de gallinaza y porquinaza, y un tercer espacio destinado a la lombricultura, cuya implementación está en proceso. Estas mejoras han permitido optimizar las operaciones y fortalecer el impacto ambiental y productivo de la iniciativa.
“El camino no ha sido sencillo. Hemos dedicado más de 11 años a numerosos ensayos y experimentos, enfrentando desafíos y acumulando experiencias, algunas exitosas y otras no tanto. Sin embargo, la constancia ha sido nuestro factor determinante para lograr el posicionamiento actual de nuestro producto. La Alcaldía Municipal continúa siendo uno de nuestros aliados más importantes, pues operamos en una finca de su propiedad. El alcalde ha sido un pionero en ayudarnos a dar a conocer nuestro proyecto; desde su llegada a la administración ha creído en nosotros, nos ha brindado un apoyo considerable y nos ha motivado constantemente a crecer. Además, hemos recibido respaldo significativo de la Corporación Autónoma del Guavio (Corpoguavio), la Secretaría de Ambiente y el Departamento”, aseguró la experta.
No obstante, el crecimiento del proyecto enfrenta retos constantes. Uno de los desafíos más importantes es garantizar que la comunidad mantenga la disciplina en la separación de residuos, un proceso clave para incrementar la cantidad de material orgánico disponible para el compostaje. Además, las condiciones climáticas y la ubicación rural de la planta presentan dificultades logísticas, especialmente en temporadas de lluvias, cuando las vías de acceso se deterioran y complican el transporte.
Otro desafío ha sido fortalecer la presencia digital de la asociación, un aspecto crucial para dar a conocer el impacto del proyecto y ampliar su alcance. La mayoría de los miembros de ASPROCAF son agricultores con limitada experiencia en el manejo de redes sociales, lo que ha dificultado la difusión de su trabajo en plataformas digitales. Sin embargo, con el apoyo de sus hijos y familiares, han logrado dar los primeros pasos en este campo, creando cuentas en Facebook y desarrollando una página web que ahora está en proceso de actualización.
“Es importante destacar también otra innovación sostenible que hemos implementado: la cosecha de agua lluvia. Nuestro proceso requiere un alto consumo de agua, pero en lugar de utilizar el suministro del acueducto, aprovechamos un sistema de recolección mediante tanques australianos proporcionados por Corpoguavio. Esta solución ha sido particularmente efectiva gracias a que en nuestra ubicación las precipitaciones son frecuentes, prácticamente diarias, lo que nos permite aprovechar este recurso natural para nuestras operaciones. Esta iniciativa ha resultado sumamente beneficiosa”, dijó Pinzón.
De hecho, han identificado beneficios significativos derivados de su trabajo, tanto para los agricultores como para el medioambiente. En primer lugar, el uso de abono orgánico ha generado un ahorro considerable en costos de producción, lo que ha mejorado la rentabilidad de los cultivos y ha hecho más sostenible la actividad agrícola.
“Un ejemplo es que los agricultores que han utilizado este insumo han reportado incrementos en la productividad, especialmente en cultivos como tomate, pimentón y habichuela. Los seguimientos realizados por la asociación muestran un aumento en el rendimiento por planta, lo que se traduce en una mayor producción por área cultivada”, aseguró.
Para ampliar su mercado, ASPROCAF trabaja con el ICA en el desarrollo de presentaciones más pequeñas de su abono, ya que el formato actual de 50 kg limita su acceso a ciertos segmentos. La asociación busca ofrecer empaques de 2, 5 y 10 kg, con el objetivo de llegar a jardines, conjuntos residenciales y establecimientos de cadena. Esta estrategia permitiría facilitar la comercialización y acercar su producto a más hogares interesados en la fertilización orgánica.
En paralelo, han fortalecido su distribución a través de un modelo comercial basado en alianzas estratégicas. Por ejemplo, actualmente, han establecido convenios con almacenes de insumos agrícolas en el municipio, lo que les permite contar con puntos de venta sin necesidad de desarrollar su propia infraestructura comercial. Además, trabajan en la expansión de su presencia en grandes superficies, buscando llegar a un público más amplio y consolidar su impacto en la agricultura sostenible.
“A futuro, como modelo ejemplar en este tipo de iniciativa, reconocemos la grave problemática ambiental que enfrentamos actualmente. Creemos firmemente que si no aplicamos nuestros conocimientos para abordar estos desafíos, no estaríamos cumpliendo con nuestra responsabilidad. Nuestra aspiración es convertirnos en replicadores del modelo implementado en el municipio de Fómeque, con el objetivo de extender esta práctica a otros municipios del departamento y, esperamos, a nivel nacional. Queremos compartir nuestra experiencia para demostrar que es posible separar adecuadamente los residuos, entendiendo que no todo lo que descartamos es basura destinada a los rellenos sanitarios. Por el contrario, buscamos promover una cultura de selección responsable donde cada residuo llegue a su destino apropiado, evitando que termine en vertederos convencionales”, finalizó Pinzón.
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