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Incienso y Mirra: los dos regalos simbólicos que salen de estas plantas y para qué sirven

El incienso y la mirra fueron resinas altamente valoradas en la Antigüedad por su uso ritual, medicinal y comercial. Estas son los árboles de los que sale.

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La  Huerta
23 de diciembre de 2025 - 08:00 p. m.
La mirra se obtiene de diversas especies del género Commiphora, especialmente de Commiphora myrrha, que es la más asociada con su producció
La mirra se obtiene de diversas especies del género Commiphora, especialmente de Commiphora myrrha, que es la más asociada con su producció
Foto: Pixabay
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Desde la antigüedad, pocos regalos han sido tan simbólicos como el oro, el incienso y la mirra. La tradición cristiana relata que los Reyes Magos llevaron estos valiosos presentes desde tierras lejanas, un episodio que con el tiempo se ha asociado al origen de la costumbre de intercambiar regalos en Navidad.

Y aunque del oro todos hemos oído hablar, el incienso y la mirra guardan historias y usos fascinantes que hoy pocos conocen. ¿Sabe qué eran realmente y por qué tenían tanto valor en su época?

Mirra

Uno de los regalos más valiosos entre estos tres era la mirra. Aunque hoy podría pensarse que el oro ocupaba el primer lugar, en la antigüedad esta resina tenía un valor comparable, e incluso superior, por su importancia simbólica y práctica. No solo era apreciada por su aroma intenso y característico, sino también por sus múltiples usos medicinales y rituales, lo que la convertía en un bien altamente codiciado.

¿Pero qué es la mirra? Se trata de una gomorresina aromática que se obtiene de árboles del género Commiphora, especialmente de Commiphora myrrha, propios de regiones áridas del Medio Oriente, el noreste de África y parte de la península arábica.

Este árbol, de naturaleza espinosa, alcanza unos 5 metros de altura y su corteza está compuesta por dos capas: una externa que varía entre tonos plateados, blanquecinos, rojizos o grises azules, con una textura similar al papel, y una capa interna de color verde.

Es fácil de reconocer por sus hojas de color verde grisáceo, con una textura suave y formas alargadas u ovaladas, que miden entre 6 y 44 milímetros de largo y 3 a 20 milímetros de ancho. Su rareza, las condiciones extremas en las que crecen estos árboles y el conocimiento necesario para su extracción explican por qué fue considerada, durante siglos, una sustancia de enorme valor.

Según la Universidad de Alcalá, en España, las gomorresinas son exudados naturales que los árboles producen como mecanismo de defensa cuando se realizan pequeñas incisiones en su corteza. La institución señala que todos los árboles y arbustos del género Commiphora, así como otras especies de la familia Burseraceae, generan este tipo de sustancias, aunque la mirra destaca por ser la más aromática y apreciada.

Desde el punto de vista de su composición, la mirra es una mezcla de goma y resina. Según explica esta universidad, la fracción gomosa está formada por polisacáridos, similares a los que producen árboles como los almendros o los ciruelos, mientras que la parte resinosa contiene compuestos conocidos como terpenos, responsables de su aroma intenso y de muchas de sus propiedades. Esta combinación es la que le confiere a la mirra su carácter singular y su alto valor histórico y cultural.

Más allá de su origen y forma de extracción, la mirra ha sido ampliamente valorada por sus usos medicinales. Según la National Library of Medicine, en sistemas médicos tradicionales como la medicina china, la ayurvédica y la medicina árabe, esta resina ocupa un lugar destacado desde hace siglos. Su uso era común en el tratamiento de dolores articulares, artritis, alteraciones metabólicas como la hiperlipidemia y diversas afecciones inflamatorias, lo que contribuyó a consolidar su reputación como un recurso terapéutico de amplio espectro.

Ojo, la recolección de mirra enfrenta actualmente serios desafíos de sostenibilidad. Un caso particularmente preocupante es el de la Comiphora wightii, una especie originaria de regiones de Pakistán y la India que se encuentra en peligro de extinción debido a la sobreexplotación de su resina para la medicina tradicional, de hecho, está actualmente en la lista roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).

Incienso

Podría pensarse que cualquier tipo de incienso habría sido adecuado como regalo, pero identificar cuál fue el más probable implica situarse en el contexto histórico y geográfico donde se desarrolla esta historia. Según la Universidad de Andalucía, el término “incienso” se utiliza de forma amplia para referirse a distintas resinas y mezclas aromáticas destinadas, principalmente, a ser quemadas. Sin embargo, una definición más precisa a este regalo apunta al llamado frankincense o franquincienso, una resina altamente valorada en la Antigüedad.

Este incienso procede del olíbano (Boswellia sacra), un árbol de la familia de las Burseráceas que crece en regiones secas del noreste de África y la península arábiga. Según la Universidad de Arizona, se trata de un árbol pequeño o un arbusto grande que puede alcanzar hasta seis metros de altura, con uno o varios troncos y una corteza delgada y papirácea que se desprende con facilidad.

Sus hojas, de color verde oscuro, crecen agrupadas en las puntas de las ramas. Las flores son densas y se caracterizan por tener cinco pétalos de tono crema. Al igual que la mirra, se obtiene mediante incisiones en la corteza del árbol, que segrega la resina como mecanismo de defensa. Una vez recolectada y seca, esta sustancia se caracteriza por su aroma intenso y su uso ritual, lo que explica su alto valor en el mundo antiguo.

El Jardín Botánico de Kew señala que durante siglos existió confusión sobre el origen exacto del incienso, ya que el género Boswellia comprende cerca de 30 especies, muchas de las cuales producen resinas, aunque solo unas pocas tienen verdadera calidad comercial. Las investigaciones de taxónomos como Nigel Hepper y Kaj Vollesen fueron clave para esclarecer qué especies se utilizaron y comercializaron a gran escala. Gracias a estos estudios, hoy se sabe que Boswellia sacra fue históricamente la principal fuente de incienso de alta calidad, el mismo que circuló por las antiguas rutas comerciales.

Sus usos rituales, religiosos, medicinales y aromáticos impulsaron un comercio próspero que dio origen a la Ruta del Incienso, elevando su precio hasta competir con el del oro.

Eso sí, igual que la mirra, aunque el incienso sigue siendo apreciado, su producción depende en gran medida de la recolección silvestre. La sobreexplotación y la inestabilidad de las regiones productoras amenazan estos árboles, lo que ha despertado un creciente interés por su conservación, prácticas de extracción más sostenibles y el uso de otras especies diferentes.

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