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La sandía: refrescante, nutritiva y protagonista de la huerta y la cocina

La sandía es una fruta refrescante, de origen antiguo, apreciada en todo el mundo por su sabor, historia y múltiples usos.

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La  Huerta
11 de septiembre de 2025 - 08:00 p. m.
La sandía: refrescante, nutritiva y protagonista de la huerta y la cocina
Foto: Pexels / Pixabay
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Un fruto que desde siempre ha refrescado la garganta de muchos es Citrullus lanatus, más conocida como sandía. Su pulpa roja y jugosa, compuesta en gran parte por agua, la ha convertido en símbolo de frescura en distintas culturas y aquí le decimos como tenerla en su huerta.

Conocida también como patilla, melón de agua o sindria, pertenece a la familia de las cucurbitáceas y se cree originaria de África. Es una planta rastrera o trepadora que se extiende por el suelo con tallos cubiertos de pequeños pelitos, hojas grandes divididas en lóbulos y flores amarillas.

De estas flores surge el fruto, que puede ser redondeado o alargado, con una corteza verde lisa y una pulpa muy jugosa compuesta en más de un 90% por agua. Por eso se disfruta tanto como alimento refrescante. Su peso habitual va de 4 a 10 kilos, aunque hay ejemplares extraordinarios que han llegado a superar los 80 kilos.

Algo interesante de esta planta es que aunque es considerada una fruta por el consumo popular, se podría clasificar también como una verdura con corteza dura (pepo) debido a que pertenece al mismo grupo que pepinos y calabazas. Los antiguos griegos la llamaban “pepon” y la utilizaban con fines medicinales como diurético y tratamiento para golpes de calor. Eso sí, según el Royal Botanic Gardens explica que hay evidencias arqueológicas las cuales sugieren que se cultivaba en Egipto hace más de 5.000 años, y estudios recientes indican que sus parientes silvestres se consumían en Libia hace aproximadamente 6.000 años.

La evolución de la sandía es notable, ya que durante miles de años tuvo sabor amargo y pulpa amarilla hasta que la selección artificial la transformó en la variedad dulce y roja actual. Esta transformación se debe a que el gen responsable del color rojo está asociado con el contenido de azúcar. Las plantas pueden extenderse hasta 10 metros de longitud, con hojas peludas de aproximadamente 20 cm que crecen en tallos largos.

Según el Royal Botanic Gardens, los usos de la sandía trascienden el consumo como fruta fresca, siendo aprovechada integralmente en diversas culturas. En cocinas africanas se consume como verdura cocida junto con las hojas, mientras que en Europa Oriental se fermenta para producir bebidas alcohólicas. Las semillas, ricas en vitamina E, se comercializan en mercados de África Occidental como “egusi” y se consumen tostadas, molidas para salsas o incluso procesadas como harina para pan en partes de India.

Además, las semillas se prensan para extraer aceite de cocina y pueden usarse como sustituto del café.

¿Cómo sembrarla correctamente?

1. Elección del lugar

Dentro de la huerta, reserve un espacio soleado y amplio. Las sandías requieren 8–10 horas de sol al día y no toleran suelos encharcados. Si el terreno es reducido, puede optar por variedades compactas o “mini-sandías”, que ocupan menos espacio.

Ojo, evite depresiones donde se acumule agua y zonas muy sombreadas o expuestas a vientos fríos.

  • Evitar: encharcamientos y sombra permanente.
  • Terreno: ligera pendiente o bancal mejora el drenaje

2. Preparación del suelo

  • Afloje la tierra hasta unos 25–30 cm y mezcle compost o humus de lombriz. Este paso es clave para dar nutrientes desde el inicio.
  • Siembre en cajones profundos, bancales elevados o incluso materas grandes (mínimo 40–50 litros de capacidad) si no hay espacio libre en el suelo.
  • Prefiere suelos francos y arenosos, bien drenados y con pH cercano a la neutralidad (6,0–6,5). Una mezcla práctica en la huerta incluye tierra de jardín, arena y abono. En suelos pesados es recomendable el uso de bancales elevados o el agregado de perlita para mejorar el drenaje.

3. Siembra

  • Siembre 2–3 semillas en un pequeño hoyo de unos 2–3 cm de profundidad.
  • Cuando salgan las plántulas, deje solo la más fuerte.
  • Si prefiere, puede iniciar en semilleros y trasplantar cuando tengan 2–3 hojas.

4. Espacio entre plantas

  • Cada planta de sandía se expande bastante. En una huerta pequeña, deje al menos 1 metro entre plantas. Siembra en bordes o esquinas, dejando que las guías se extiendan hacia pasillos o muros.
  • En espacios muy reducidos, se pueden conducir las ramas sobre una espaldera resistente, amarrando los frutos con mallas.

5. Riego y acolchado

La sandía necesita humedad constante pero no excesiva.

  • Riegue profundo 1–2 veces por semana, según el clima.
  • Evite mojar las hojas para reducir hongos.
  • Un acolchado de paja, cartón o plástico ayuda a mantener la humedad y controlar malezas.

6. Nutrición

Aplique compost al inicio y un refuerzo de abonos ricos en potasio (ceniza de madera, té de banano o fertilizantes orgánicos balanceados) cuando empiecen a formarse los frutos. Evite abusar del nitrógeno, porque favorece hojas en lugar de frutos.

7. Polinización y cuidados

  • Las flores requieren polinización (generalmente por abejas). Si nota poca actividad de insectos, puede polinizar a mano pasando un pincel de la flor masculina a la femenina.
  • Revise plagas comunes como pulgones o trips; en una huerta, bastará con jabón potásico o eliminar manualmente insectos.

8. Cosecha

En la huerta, las sandías suelen estar listas en 2–3 meses. Sabrá que están maduras cuando:

  • El zarcillo junto al fruto esté seco.
  • La mancha de contacto con el suelo sea amarilla.
  • El fruto suene hueco al golpearlo suavemente.

9. Recomendaciones finales

Tras la cosecha, guarde las sandías enteras en lugar fresco y ventilado; si va a guardarlas mucho tiempo, manténgalas en condiciones moderadas de temperatura. Limpie y desinfecte herramientas y planifique la siguiente rotación para evitar acumulación de plagas.

  • Almacenaje corto: lugar fresco y sombreado.
  • Si corta y consume: refrigerar la porción cortada.
  • Limpieza: desinfectar herramientas para evitar transmisión de enfermedades.

Cuidados básicos

Una vez la planta este ya consolidada en el bacanal o en la maceta, tenga en cuenta estos cuidados básicos:

  • Clima: Es un cultivo de clima cálido que requiere temperaturas estables para crecer. Las condiciones frías o heladas afectan gravemente su desarrollo, por lo que debe sembrarse en temporadas cálidas o cuando el suelo alcance al menos 18 °C.
  • Riego: Aunque es resistente a la sequía, la sandía necesita un suministro regular de agua. El riego debe ser profundo, alrededor de dos veces por semana, procurando mantener la humedad media del suelo sin llegar al encharcamiento. Evite mojar el follaje para reducir el riesgo de hongos.
  • Abono: La sandía es exigente en nutrientes, por lo que conviene enriquecer el suelo con compost o humus al inicio. Durante el ciclo de crecimiento puede aplicarse un fertilizante balanceado, aumentando el aporte de potasio en la etapa de fructificación para mejorar el tamaño y sabor de los frutos.
  • Plagas y enfermedades: Puede verse afectada por plagas como pulgones, trips o escarabajos de las hojas, que debilitan la planta al alimentarse del follaje. Entre las enfermedades más comunes están el marchitamiento, la mancha bacteriana y los hongos que causan manchas en las hojas. El control preventivo incluye rotación de cultivos, buena ventilación, acolchado y, en caso necesario, el uso de jabón potásico, aceite de neem o fungicidas específicos.
  • Otros consejos: La poda ligera ayuda a dirigir la energía hacia las ramas productivas y mejorar la circulación del aire.

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