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Museo en Santa Marta esconde un gran vivero en su interior: así lo puede conocer

El proyecto del vivero es una iniciativa que integra conservación ambiental, memoria cultural y participación comunitaria para fortalecer los vínculos entre naturaleza y sociedad.

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Leidy Barbosa
29 de mayo de 2025 - 06:00 p. m.
En el corazón del Museo del Oro Tairona, en Santa Marta, florece un vivero que no solo cultiva árboles, sino también memoria, identidad y cuidado colectivo.
En el corazón del Museo del Oro Tairona, en Santa Marta, florece un vivero que no solo cultiva árboles, sino también memoria, identidad y cuidado colectivo.
Foto: Banco de la República
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Si alguna vez ha sentido curiosidad por el poder que guardan las semillas y por lo que pueden enseñarnos sobre la vida, el territorio y nuestra relación con la naturaleza, un vivero puede ser el mejor punto de partida. Porque allí se cultiva mucho más que plantas: se preservan saberes, se fomenta el cuidado colectivo y se abre un espacio para la reflexión, la experiencia y el aprendizaje compartido.

Y es que un vivero, en su sentido más técnico, es un espacio diseñado para cultivar plantas jóvenes bajo condiciones controladas, hasta que estén listas para ser trasplantadas. Su propósito principal suele ser la producción eficiente de plántulas de calidad para restauración, agricultura o jardinería. Sin embargo, también puede ser mucho más que eso. En muchos contextos comunitarios, se convierte en una extensión viva de la memoria colectiva: un lugar donde la biodiversidad se cultiva junto con los saberes ancestrales.

Uno de estos viveros significativos se encuentra en Santa Marta, dentro del Museo del Oro Tairona. Este museo, con más de cuarenta años de historia, resguarda una valiosa colección arqueológica que permite comprender cómo los antiguos habitantes de la Sierra Nevada de hace 2.000 o 3.000 años vivían en profunda armonía con su entorno. Pero esa conexión no se queda atrapada en las vitrinas. También florece afuera, en el vivero del museo, un espacio donde la memoria se cultiva literalmente, con las manos en la tierra. Allí, las semillas se recolectan respetuosamente en los bosques cercanos, siguiendo los ritmos naturales y cuidando cada especie según sus necesidades. Poco a poco, se transforman en árboles jóvenes que luego se siembran en zonas que requieren restauración ecológica.

“Este vivero cumple una función pedagógica fundamental. Son espacios donde niñas, niños y visitantes de todas las edades pueden tocar la tierra, sembrar una semilla, observar los ciclos de la naturaleza, hacer preguntas sin prisa y aprender desde la experiencia. Aquí, cada planta que germina se convierte en una excusa para hablar de memoria, de identidad y de futuro”, explica Alejandra Garcés Vargas, coordinadora del Museo del Oro Tairona, Casa de la Aduana, en el Centro Cultural de Santa Marta.

Si desea participar y descubrir la memoria del Caribe a través de uno, el museo hace parte de la iniciativa nacional “Semillas: memorias que llevan vida” del Banco de la República, presente en 29 ciudades del país, una propuesta que busca no solo conservar la biodiversidad y los saberes locales, sino también abrir caminos sostenibles hacia el futuro sobre las semillas.

“Este vivero forma parte de una estrategia más amplia: es un nodo de la red “Viveros Hermanos”, liderada por la Fundación Estación Biológica Bachaqueros, que promueve la conservación mediante el trabajo colaborativo. Junto con la Red Cultural del Banco de la República, el vivero cultiva no solo árboles, sino también narrativas vivas sobre quiénes somos y cómo queremos habitar el mundo de forma más consciente, restaurando los vínculos entre naturaleza, comunidad y memoria", dijo Garcés.

¿Qué encontrará? ¿Qué podrá hacer?

Ubicado en el primer piso del museo, el vivero es un espacio vivo y en permanente transformación, donde la naturaleza, la cultura y la historia se entrelazan. Aquí, la observación botánica se convierte en una experiencia educativa, que conecta el crecimiento de las plantas con el legado cultural del Caribe. El recorrido revela no solo especies nativas —muchas de ellas en riesgo—, sino también relatos y prácticas que han sido cuidadosamente custodiadas por comunidades indígenas,

“Más allá de producir árboles, el vivero cultiva comunidad. Quienes participan en sus actividades no solo restauran ecosistemas: también fortalecen sus vínculos con el entorno, recuperan saberes y construyen relaciones más conscientes con la naturaleza. En estos tiempos, sembrar puede parecer un gesto sencillo, pero también es —profundamente— un acto de memoria, de cuidado y de esperanza”, afirmó Garcés.

Otras actividades son:

  • “La Huerta de la Memoria: Presencia Afrocaribeña”: una experiencia sensorial que parte del archivo fotográfico de la antropóloga Nina S. de Friedmann. A través de imágenes, relatos, texturas y sabores, se reconstruye la historia de las comunidades afrodescendientes en el Caribe colombiano. Durante la actividad se siembra una huerta simbólica, evocando los alimentos que acompañaron la migración africana como el arroz, el ñame o la papa.
  • “Árboles, Semillas y Realismo Mágico”: una animación que explora las conexiones entre los relatos de Gabriel García Márquez y los comportamientos ecológicos del bosque seco tropical de la Sierra Nevada. Se analizan fragmentos literarios como los de La Hojarasca, que describen fenómenos aparentemente fantásticos, pero que corresponden a estrategias biológicas reales: árboles que pierden sus hojas durante la sequía para conservar agua, generando una capa de hojarasca que favorece la germinación.
  • “La Mirada de los Viajeros del Siglo XIX” invita a descubrir cómo los paisajes del Caribe fueron descritos por exploradores del pasado. A partir de sus diarios de campo, se reconstruyen las formas en que fueron vistos y representados los árboles y ecosistemas de la región.

Estas actividades sensoriales, culturales y ecológicas se realizan todos los sábados a las 3 p.m. y se actualizan cada semestre para mantenerlas vivas y relevantes.

¿Y cómo puede participar?

Existen muchas formas de vincularse:

  • Asistiendo a las actividades pedagógicas que realizan regularmente en el museo.
  • Sumándose a las redes de restauración ecológica, especialmente si tiene interés en crear su propio vivero urbano o comunitario.
  • Participando en eventos colaborativos junto con aliados del museo como la Universidad del Magdalena, Corpamag, el DADSA, el Club de Jardinería y la Fundación Estación Biológica Bachaqueros.
  • Compartiendo saberes y experiencias, especialmente si forma parte de comunidades locales interesadas en los ciclos agrícolas, las plantas medicinales o los conocimientos tradicionales.

“Creemos profundamente en el valor de la participación comunitaria. Es por esto que, si hay interés en la naturaleza, la memoria cultural o la restauración ambiental, este vivero también es un espacio abierto para sumarse. Actualmente, trabajamos con las comunidades Kogui y Teyku, quienes han compartido valiosos conocimientos sobre la recolección y germinación de semillas. Muchas de estas requieren procesos complejos y la colaboración de animales como aves, roedores y reptiles para desarrollarse. Comprender estas interacciones ha sido fundamental para avanzar en nuestro trabajo”, dijo la experta.

Actualmente, el vivero se encuentra en la etapa de trabajo y conocimiento de estas semillas nativas de árboles nativos en amenaza. Sin embargo, llegará un momento en que comenzaran a trabajar específicamente en cómo se conforman los campos de cultivo o las chagras de las comunidades indígenas.

“En esta siguiente fase, el pueblo Teyku nos apoyará significativamente para comprender el ciclo agrícola de diversas plantas. Estamos particularmente interesados en especies como la auyama, el ñame y, por supuesto, el maíz. Sin embargo, por ahora, nuestro enfoque principal está en los árboles, especialmente en especies maderables que se encuentran amenazadas”, aseguró la gerente.

Otras actividades del proyecto Semillas: memorias que llevan vida

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Leidy Barbosa

Por Leidy Barbosa

Periodista de la Universidad Externado de Colombia, con énfasis en la producción audiovisual y en animación digital. Apasionada por temas medioambientales y sociales.@leidyramirezbLbarbosa@elespectador.com

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