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Si se busca una planta capaz de embellecer cualquier rincón y, al mismo tiempo, aportar beneficios tradicionales para diversas dolencias, el hipérico —también conocido como hierba de San Juan o corazoncillo— se convierte en una aliada excepcional.
Conocida científicamente como Hypericum perforatu, es una planta herbácea perenne originaria de Europa, Asia occidental y el norte de África que puede alcanzar entre 30 y 90 cm de altura. Se caracteriza por sus flores amarillas en forma de estrella con cinco pétalos salpicados de puntos negros y un centro de estambres tupidos que florecen durante el verano.
Las hojas, al observarse a contraluz, revelan un contraste propio: diminutas cámaras de aceite esencial que dan la ilusión de estar perforadas, origen del nombre perforatum. Al triturarlas, desprenden un jugo anaranjado capaz de teñir la piel y un aroma acre que desmiente su apariencia delicada.
¿Para qué se usa esta planta? ¿Qué propiedades tiene?
Desde la antigüedad, el hipérico ha sido utilizado como remedio herbal para diversos problemas de salud. Según el Jardín Botánico de Missouri, se ha aplicado para tratar heridas, inflamaciones, quemaduras, afecciones de la piel y dolor nervioso, mientras que internamente se usa para la ansiedad, la depresión y el insomnio.
El ingrediente activo presente en sus hojas y flores es la hipercina, compuesto responsable de sus propiedades medicinales.
Esta planta se ha naturalizado ampliamente fuera de su área de origen, extendiéndose por China, Australia y América. Crece típicamente en terrenos de baja y media altura, como campos, pastizales, márgenes de carreteras y vías férreas.
Aunque nació en los viejos continentes, el hipérico ha demostrado un espíritu viajero. Con el paso de los siglos se ha extendido por China, Australia y vastas regiones de América, ocupando praderas, bordes de carreteras, vías férreas y cualquier terreno soleado de baja o media altitud. Su capacidad de adaptación la ha convertido en una presencia silenciosa, pero persistente, una planta que, sin llamar demasiado la atención, ha logrado conquistar medio mundo.
Cuidados
- Ubicación y luz: Aunque el Hypericum es poco exigente, para lograr una floración abundante necesita buena luminosidad y puede crecer a pleno sol, salvo en lugares muy calurosos. Una semisombra puede ofrecer una opción equilibrada.
- Suelo: Esta planta crece de manera silvestre en suelos muy diversos, desde alcalinos hasta arcillosos, pero es fundamental enriquecer el sustrato con materia orgánica y asegurar un drenaje eficiente para evitar acumulaciones de agua tras el riego.
- Riego: El Hypericum requiere riegos escasos y moderados durante la mayor parte del año, siempre verificando que el sustrato esté seco, en lugares calurosos necesita riegos más frecuentes para mantener una humedad ligera sin provocar encharcamientos.
- Poda: La poda es esencial para el buen desarrollo del Hypericum; al realizarla después de su floración se fortalece la planta y se favorece un rebrote saludable en primavera.
- Enfermedades fúngicas: Aunque resistente a muchas plagas, el Hypericum es vulnerable a los hongos, que suelen aparecer por exceso de riego o mal drenaje, por lo que mantener un sustrato aireado y evitar la humedad acumulada es clave para prevenir estas enfermedades.
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