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Paso a paso para plantar kiwi en casa a partir de sus semillas

Germinar semillas de kiwi en casa es un proceso sencillo que requiere limpieza, hidratación, siembra adecuada y cuidados constantes.

La Huerta

21 de julio de 2025 - 08:00 p. m.
Foto: Pexels
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Tal vez al disfrutar un kiwi haya notado sus pequeñas semillas negras y se haya preguntado si es posible darles una segunda vida. La respuesta es sí: con unos pocos cuidados, esas diminutas semillas pueden convertirse en plantas de kiwi. Cultivarlas en casa es más fácil de lo que parece, y aquí le contamos cómo empezar.

Antes de hablar sobre cómo germinar sus semillas, vale la pena conocer un poco más sobre el kiwi. Esta fruta es en realidad una baya, que crece en una enredadera llamada Actinidia deliciosa, originaria de los bosques del valle del río Yangtsé, en China. Allí se conocía desde hace siglos y, a comienzos del siglo XX, fue descrita como un fruto comestible del tamaño de una nuez, con sabor parecido al de las grosellas maduras. Por eso, en un inicio se le llamó “grosella espinosa china”.

En 1904, el kiwi fue llevado a Nueva Zelanda, donde comenzó a cultivarse. A partir de 1959, recibió el nombre comercial de “kiwi”, en honor al ave símbolo de ese país, y a sus habitantes, conocidos también como “kiwis”. En China, sin embargo, la fruta aún conserva otros nombres tradicionales, como yángtáo (melocotón de fresa), míhóutáo (melocotón del mono) o qíyìguǒ.

Entre sus caracteristicas más visibles son que es una baya ovalada de unos 6 centímetros de largo. Tiene una piel delgada, color marrón verdoso, con pequeños pelillos. Su pulpa es de color verde brillante, jugosa y firme, con muchas semillas negras diminutas alrededor de un centro blanco. El sabor es ácido o ligeramente ácido, similar al de la fresa o la grosella.

¿Cómo sembrarla correctamente?

1. Preparación inicial de las semillas

Antes de iniciar el proceso de germinación, es fundamental prestar atención a los siguientes pasos:

  • Selección de semillas saludables: Lo primero que debe hacer es seleccionar un kiwi que esté completamente maduro, ya que esto asegura que las semillas hayan alcanzado su desarrollo pleno y tendrán mayor posibilidad de germinar.
  • Extracción cuidadosa del interior del fruto: Con la ayuda de una cuchara, retire las semillas del centro del kiwi con cuidado de no romperlas. Lo ideal es obtener varias semillas para aumentar las probabilidades de éxito en el proceso. Ojo, busque aquellas que se vean regordetas, firmes y sin imperfecciones como manchas, roturas o decoloraciones. Este criterio es clave: una semilla dañada tiene pocas probabilidades de germinar con éxito.
  • Limpieza para evitar hongos: Enjuague las semillas con agua fría para eliminar completamente la pulpa que las recubre. Este paso es fundamental para evitar la formación de moho o bacterias durante la germinación.

2. Estratificación

Las semillas de kiwi poseen una latencia natural que debe ser interrumpida para que el proceso de germinación pueda iniciarse. Existen dos enfoques principales para lograr este objetivo: la estratificación en frío y el remojo previo con siembra directa.

1. Estratificación en frío:

Este procedimiento imita las condiciones de invierno que, en la naturaleza, inducen la activación de la semilla en muchas especies de climas templados. Es particularmente eficaz para especies como el kiwi, cuyas semillas requieren un estímulo prolongado de frío para romper su latencia.

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  • Elección de un medio húmedo y aireado: Para mantener las condiciones adecuadas, se recomienda utilizar arena fina lavada o turba ligeramente humedecida como sustrato envolvente. Estos materiales conservan la humedad sin saturarse, permiten el intercambio gaseoso y previenen la aparición de hongos.
  • Ubicación en refrigeración: El recipiente con las semillas debe colocarse en el compartimento inferior del refrigerador, a una temperatura entre 4 y 7 °C. Es esencial evitar tanto el congelamiento como temperaturas superiores que puedan interferir con el proceso.
  • Supervisión periódica: Durante las semanas de estratificación, es aconsejable revisar semanalmente el estado del medio y las semillas. En caso de detectar exceso de humedad, condensación o mal olor, se debe renovar el material para evitar condiciones desfavorables.

2. Remojo previo y siembra directa:

  • Este segundo método prescinde del tratamiento prolongado en frío y está orientado a contextos donde las temperaturas cálidas favorecen la germinación de forma natural. Su aplicación requiere mayor precisión en las condiciones de siembra.
  • Estimulación por hidratación rápida: El procedimiento consiste en sumergir las semillas en agua limpia a temperatura ambiente durante un periodo no mayor a 24 horas. Este paso facilita la absorción de agua, ablanda la cubierta externa y activa las enzimas que inician el desarrollo embrionario.
  • Consideraciones durante el remojo El agua debe mantenerse a temperatura constante, ni fría (lo que retardaría el metabolismo) ni caliente (lo que podría deteriorar los tejidos). Durante este tiempo, algunas semillas pueden hincharse ligeramente, indicando viabilidad y absorción efectiva.
  • Preparación para la siembra: Tras el remojo, se recomienda secar suavemente las semillas con un paño limpio para facilitar su manipulación y evitar el exceso de humedad en el sustrato de siembra.

Tenga en cuenta que este método requiere un control más riguroso del ambiente posterior a la siembra. La humedad del sustrato debe mantenerse constante, sin saturación, y se deben garantizar al menos 12 horas diarias de luz para favorecer una germinación estable y saludable.

Si usted no sabe qué método le funciona mejor, estos son algunos consejos:

  • En zonas de clima templado o cuando se busca una tasa de germinación más alta y uniforme, se recomienda aplicar estratificación en frío.
  • En regiones cálidas o cuando se desea una germinación más rápida, aunque con mayor monitoreo, es posible optar por el remojo y siembra directa.

Ambos enfoques pueden ser efectivos si se aplican de forma correcta y bajo condiciones adecuadas. La elección depende del clima local, los recursos disponibles y el tiempo previsto para el desarrollo inicial de las plántulas.

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3. Siembra y Condiciones de Germinación

  • Preparación de un sustrato adecuado: Mientras las semillas están en el refrigerador o el agua, prepare el suelo donde serán sembradas. Lo ideal es una mezcla en partes iguales de turba, perlita y vermiculita, que asegure buen drenaje, aireación y aporte de materia orgánica.
  • Profundidad y espaciamiento en la siembra: Finalizado el periodo de estratificación, plante cada semilla a una profundidad de aproximadamente 2,5 centímetros. Deje espacio suficiente entre ellas para permitir un crecimiento sano sin competencia.
  • Luz como estímulo para germinar: Ubique las macetas en un lugar donde las semillas reciban entre 12 y 16 horas de luz al día.
  • Riego moderado y controlado: Mantenga el sustrato siempre ligeramente húmedo, pero nunca empapado. Puede comprobar la humedad introduciendo un dedo en el sustrato: si se siente húmedo a unos dos centímetros de profundidad, todavía no es hora de regar.
  • Trasplante en etapa de plántula: Cuando las plántulas midan entre 10 y 15 centímetros y presenten varias hojas verdaderas, será momento de trasplantarlas a macetas más grandes o al lugar definitivo donde crecerán.
  • Soporte: Instale un enrejado u otro tipo de tutor, ya que el kiwi es una planta trepadora que requiere estructura para expandirse adecuadamente.

Cuidados generales

Clima

  • La temperatura ambiente ideal para la siembra posterior a la estratificación o el remojo se encuentra entre los 21 y 26 °C, con una humedad relativa moderada que evite la desecación del sustrato sin favorecer la proliferación de hongos.
  • Durante las primeras etapas de crecimiento, las plántulas deben protegerse de heladas, vientos fuertes y exposición directa al sol. Un invernadero casero, una caja de propagación o un lugar cubierto y cálido pueden facilitar el manejo de estas condiciones.

Riego

  • Es un cultivo exigente en riego. Desde las primeras fases del crecimiento, el sustrato debe mantenerse húmedo, pero nunca encharcado, ya que el exceso de agua puede provocar asfixia radicular y pudrición. Un buen drenaje es indispensable para evitar acumulaciones que afecten el sistema de raíces.
  • A medida que la planta se establece y avanza su desarrollo, las necesidades hídricas aumentan, especialmente en las etapas de floración y formación del fruto. Durante los periodos de mayor calor, es importante regar con mayor frecuencia y revisar que la tierra conserve cierta humedad entre riegos, sin llegar a saturarla.

Abono

  • Para enriquecer el sustrato y proporcionar nutrientes esenciales, se recomienda incorporar compost maduro en la mezcla. Un pH ligeramente ácido es favorable para este tipo de planta, por lo que conviene evitar sustratos demasiado calcáreos que puedan limitar la absorción de minerales.
  • El kiwi responde bien a un programa de fertilización regular, especialmente durante su etapa activa de crecimiento. Aplicar fertilizante líquido para plantas de fruto cada cuatro a seis semanas ayuda a fortalecer el follaje y promover una floración saludable.

Poda

  • La poda es una práctica fundamental para controlar el tamaño de la planta, dirigir su forma y fomentar una producción equilibrada. En sus primeras fases, se realiza una poda de formación para establecer una estructura principal que se adapte al sistema de entutorado elegido.
  • Más adelante, se lleva a cabo la poda de fructificación, procurando conservar las ramas del año anterior, que son las que darán flores. También es conveniente realizar aclareos de flores y frutos, eliminando los menos vigorosos o mal polinizados para concentrar la energía de la planta en los ejemplares con mayor potencial.

Cosecha

Tenga en cuenta que el kiwi es una planta que requiere tiempo para alcanzar su madurez productiva. Generalmente, puede empezar a dar frutos entre los tres y cinco años después de la siembra, dependiendo de la variedad y las condiciones de cultivo. Para asegurar la producción, es necesario contar con al menos una planta macho y una hembra, ya que el kiwi no es autofértil en la mayoría de los casos.

Para recolectar la fruta debe hacer lo siguiente:

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  • La recolección del fruto se realiza cuando los kiwis han alcanzado su tamaño y firmeza adecuados. Aunque externamente no cambian mucho de aspecto, es posible determinar su punto de madurez mediante pruebas de sabor o firmeza, especialmente en cultivos caseros.
  • Una vez cosechados, los frutos deben almacenarse en un lugar fresco, idealmente en cajas sin apilar, para evitar golpes o deterioro. De esta forma se conservan por más tiempo y pueden madurar lentamente fuera de la planta sin perder su calidad.

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