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Quienes llevan un tiempo cultivando en casa seguramente se han detenido a observar una de las plantas más comunes y apreciadas del jardín: la planta de jade. Sus hojas carnosas, su resistencia y esa abundancia que la caracteriza suelen despertar fascinación. Pero también hay una duda frecuente entre quienes son fanáticos de ella: ¿esta especie tiene ejemplares machos y hembras?
Aquí le contamos cómo es realmente su reproducción y qué debe saber para identificar sus particularidades.
¿Macho o hembra?
En jardinería es común pensar que todas las plantas se dividen en “macho” y “hembra”, porque en muchas especies esta diferencia determina cómo se reproducen. Pero la naturaleza es mucho más diversa de lo que imaginamos. El árbol de jade es una prueba de ello: no se clasifica en ninguno de los dos géneros.
La idea de que existe un jade macho o hembra es, en realidad, un mito. Su forma de reproducirse sigue otras reglas propias. Para explicarle esto, hablamos con Eleana Salazar, una de las fundadoras de Plantix Vivero, un proyecto familiar nacido en Bogotá que busca acercar la jardinería a la vida cotidiana para resolver esta pregunta.
Según señala, antes de hablar de plantas “machos” o “hembras”, es esencial entender que todo depende de la especie, pues a lo largo de su evolución cada una ha desarrollado estrategias reproductivas distintas.
De acuerdo con el National Parks Board (NParks) de Singapur, en el caso del jade estamos frente a una suculenta hermafrodita, lo que significa que puede reproducirse por sí misma.
Salazar explica que, en las plantas hermafroditas, cada flor contiene ambos órganos reproductivos:
- Estambres, que producen el polen (parte masculina),
- Pistilo, que recibe el polen (parte femenina).
Esto permite que una sola flor pueda reproducirse sin necesidad de otra planta, aunque la polinización cruzada —cuando el polen proviene de un ejemplar diferente— también puede ocurrir y resultar beneficiosa.
Entender la floración y la reproducción.
Cuando el árbol de jade alcanza la madurez, puede dar pequeñas flores blancas o rosadas con forma de estrella. Estas flores crecen en racimos redondeados de unos 5 centímetros, sostenidos por un tallo delgado.
Las flores tienen un aroma suave y dulce. Y están formadas por:
- cinco sépalos muy pequeños unidos en la base,
- una corona floral rosada o blanca,
- pétalos alargados y delgados,
- y estambres cortos donde se produce el polen.
Pese a todo este detalle, el jade florece rara vez, especialmente en interiores. Según el Jardín Botánico de Nueva York, solo una planta madura y expuesta a más de seis horas de luz solar directa e intensa puede florecer, algo difícil de lograr en un hogar.
Por su parte, la Universidad de Wisconsin–Madison señala que, cuando se dan las condiciones adecuadas, estas flores atraen polinizadores y, si son fecundadas, producen pequeñas cápsulas de semillas.
Eso sí, aunque el jade puede producir semillas, este proceso toma más tiempo, requiere condiciones muy específicas y no siempre da buenos resultados. Por eso, la forma más eficaz de reproducirlo es mediante esquejes. El método consiste en:
Cortar un tallo de unos 10 centímetros.
- Dejarlo reposar en un lugar seco y cálido por algunos días, hasta que el extremo forme un callo.
- Plantarlo en un sustrato ligero y bien aireado.
Con estos cuidados, el esqueje enraizará y dará origen a una nueva planta.
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