
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Se sabe que algunas plantas son más resilientes que otras frente al estrés hídrico. Algunas, como las suculentas, han desarrollado hojas carnosas para almacenar agua, mientras que otras modifican su metabolismo o reducen la pérdida de humedad. Sin embargo, hay un grupo de plantas que ha despertado la curiosidad del mundo durante décadas, se trata de las llamadas “plantas de la resurrección”.
Lo asombroso de estas plantas no es solo que parezcan muertas: es que pueden permanecer en ese estado durante meses —incluso medio año— soportando condiciones extremas sin perder la capacidad de volver a la vida. Basta una pequeña cantidad de agua para que sus hojas recuperen el color verde, se hidraten casi como por arte de magia y, en cuestión de horas, reanuden su actividad metabólica como si nada hubiera ocurrido. Este fenómeno ha cautivado a investigadoras como Jill Farrant, científica sudafricana que lleva más de tres décadas estudiando estas especies en el desierto del Kalahari. Entre las que ha observado de cerca están Xerophyta viscosa, Myrothamnus flabellifolia y Craterostigma wilmsii, todas con una capacidad natural para desafiar la sequía. Ese mismo talento genético es el que ahora buscan descifrar académicos de la Academia China de Ciencias, con la esperanza de trasladar estos mecanismos a cultivos esenciales para la seguridad alimentaria.
Aunque parezca salida de un cuento, esta capacidad de “resucitar” es una rareza dentro del mundo vegetal. Si bien es más común en organismos como los musgos y algunos helechos, entre las plantas con flores —las llamadas angiospermas— solo unas 240 especies poseen esta habilidad. Y eso, de un universo de más de 350 mil especies conocidas. Lo más curioso es que no todas estas plantas están emparentadas: cada una ha desarrollado esta capacidad por su cuenta, como si en algún momento hubieran desempolvado, desde lo más profundo de su ADN, antiguos mecanismos de defensa contra la sequía.
¿Y cómo lo logran? Al perder el agua, sus células no colapsan: en su lugar, la reemplazan con azúcares como la sacarosa, formando una sustancia interna parecida al vidrio que ralentiza al mínimo cualquier actividad química. Esta estrategia, conocida como vitrificación, no es exclusiva de las plantas: también la usan criaturas extremas como los tardígrados —esos diminutos “osos de agua” que pueden sobrevivir en el espacio— y los huevos de los monos marinos. Para protegerse aún más, las plantas de la resurrección desactivan su maquinaria fotosintética y activan un ejército de proteínas especiales, llamadas chaperonas, que se encargan de mantener todo en orden hasta que la vida vuelva.
Entre las plantas de la resurrección más conocidas están la famosa Rosa de Jericó (Anastatica hierochuntica), que habita los desiertos del norte de África y puede pasar años seca antes de abrirse con la humedad; y Selaginella lepidophylla, una pequeña licofita del desierto de Chihuahua que se enrolla como una bolita para protegerse del sol y se desenrolla cuando vuelve el agua. También destacan especies de géneros como Craterostigma, Haberlea, Myrothamnus y Xerophyta, cada una con sus propias estrategias para resistir no solo la falta de agua, sino también el calor extremo, la radiación solar, la pobreza del suelo y otros desafíos del entorno.
¿Cómo estas plantas pueden ayudar en la sequía?
La investigación sobre las plantas de resurrección va mucho más allá de la fascinación por su capacidad de sobrevivir a la sequía. Para la científica sudafricana Jill Farrant, estas especies esconden una clave para el futuro de la agricultura. Su idea es sencilla pero ambiciosa: activar genes que ya existen en cultivos como el maíz o el trigo y que se parecen a los de la planta de la resurrección, pero que, por alguna razón, no se expresan cuando la planta enfrenta la falta de agua. Si se logra que despierten en el momento justo, se podría cultivar alimentos resistentes a la sequía sin necesidad de modificar genéticamente sus estructuras con ADN foráneo.
Y aquí viene lo más interesante: varios de los genes que permiten a las plantas de resurrección sobrevivir a la desecación no son exclusivos de ellas. Están presentes en las semillas de casi todas las plantas con flores, donde sirven para mantenerlas viables durante la sequedad previa a la germinación. La gran apuesta ahora es extender esa tolerancia —que en las semillas funciona de forma natural— al resto de la planta, especialmente durante las primeras fases de crecimiento, cuando más vulnerable es a la falta de agua. Esto podría lograrse sin necesidad de cambiar radicalmente el diseño de la planta, sino simplemente haciendo que sus genes recuerden cómo resistir.
En esa línea, un grupo de científicos de la Academia China de Ciencias publicó en 2024 un artículo en la revista Plant Physiology en el que presentaron la base de datos genómica “Secarse sin morir”, una plataforma pionera que reúne información detallada sobre 16 genomas de plantas con una capacidad excepcional para tolerar la desecación. Al organizar y poner a disposición este conocimiento, la base busca facilitar la identificación de genes clave que podrían reactivarse en cultivos convencionales, con el objetivo de desarrollar variedades más resistentes a la sequía sin necesidad de introducir modificaciones genéticas externas.
Entre las especies registradas se encuentran 10 musgos y otras plantas cercanas evolutivamente a las “plantas de resurrección”. Todas ellas comparten la capacidad de entrar en un estado de latencia extrema, tolerando la desecación durante días o incluso semanas. Este tipo de resistencia, conocido como tolerancia vegetativa a la desecación (VDT), ha sido históricamente difícil de estudiar por la falta de datos integrados. Ahora, gracias a los avances en secuenciación genómica y a la sistematización de esta base de datos, los científicos cuentan con una herramienta potente para descubrir qué genes están detrás de este fenómeno.
La esperanza de los investigadores es que esta nueva base de datos ayude a activar esos genes dormidos en cultivos convencionales, como el trigo o el arroz. En tiempos de crisis hídrica, comprender esto podría marcar la diferencia entre un campo estéril y una cosecha salvada.
Frente a un escenario global marcado por el avance de la desertificación y la creciente inseguridad alimentaria, investigaciones como esta abren una ventana hacia una agricultura más resiliente y adaptativa. Y es que el conocimiento almacenado en “Secarse sin morir” no solo representaría un logro científico, sino también una promesa concreta: la posibilidad de cultivar alimentos capaces de resistir condiciones extremas sin renunciar a su integridad genética.
Cuatro claves inspirados en las plantas de resurrección para enfrentar la sequía:
- Elija especies nativas y resistentes: Al igual que las plantas de resurrección, muchas especies autóctonas están adaptadas a las condiciones climáticas extremas de su entorno. Usarlas en jardines o cultivos puede reducir la necesidad de riego.
- Aprenda de la economía del agua: Estas plantas sobreviven porque almacenan y usan el agua con eficiencia. Implementar sistemas de captación de agua lluvia o riego por goteo puede marcar la diferencia.
- No subestime el poder de las raíces: Algunas plantas resistentes tienen raíces profundas o adaptadas para absorber cada gota de humedad. Sembrar cultivos con sistemas radiculares robustos ayuda a enfrentar los periodos secos.
- Conserve el suelo como si fuera agua: Un suelo sano y cubierto (con abono, hojas secas o cobertura vegetal) retiene mejor la humedad. Así como las plantas de la resurrección se protegen al secarse, el suelo también puede “resucitar” si se cuida bien. Aquí le explicamos más sobre el suelo.
🌳 ☘️ 🌿 Encuentre en La Huerta toda la información sobre plantas, jardinería, cultivos y siembra. 🍂🌺 🌼
