La ruda (Ruta graveolens) es una planta perenne muy apreciada tanto en jardinería como en la medicina tradicional y el simbolismo popular. Se caracteriza por su resistencia, su capacidad de mantenerse verde incluso en invierno y su escasa exigencia en cuanto a cuidados. Esta guía ofrece una visión general de sus características y proporciona las claves para cultivarla y mantenerla en óptimas condiciones.
La ruda es un arbusto de entre 50 y 100 centímetros de altura, con tallos leñosos y ramificados. Sus hojas son alternas, carnosas y de tonalidades que varían entre el verde azulado y el grisáceo. Estas hojas están dotadas de glándulas que, al frotarse, liberan un aroma intenso, amargo y penetrante.
Sus flores, de un color amarillo brillante, se agrupan en pequeños ramos, y el fruto, de forma similar a una ciruela, es una cápsula que contiene numerosas semillas negras. Se trata de una planta hermafrodita, es decir, cada ejemplar posee órganos reproductivos masculinos y femeninos.
No obstante, en la tradición popular se suele distinguir entre “ruda macho” y “ruda hembra”, aunque esta clasificación no tiene base científica. Se basa únicamente en diferencias de aspecto:
- Ruda macho: planta más robusta, con hojas de mayor tamaño; asociada a la fuerza y la protección.
- Ruda hembra: de hojas más pequeñas y porte delicado; relacionada con la intuición y el ámbito doméstico.
Recomendaciones de cuidado
Ubicación y luz
La ruda requiere un espacio bien iluminado, preferiblemente con luz natural abundante pero sin exposición directa y prolongada al sol. La luz solar intensa puede dañar sus hojas y tallos, por lo que es recomendable ubicarla en zonas parcialmente sombreadas, especialmente en climas muy cálidos.
Clima y temperatura
Es una planta que tolera bien el calor, pero puede verse seriamente afectada por temperaturas muy bajas. En zonas frías, se aconseja protegerla durante el invierno o incluso trasladarla al interior si está en maceta. Su desarrollo es óptimo en climas templados a cálidos.
Riego
El riego debe realizarse con moderación. En general, basta con una o dos veces por semana, evitando el encharcamiento. Es fundamental permitir que el sustrato se seque ligeramente entre riegos. El exceso de agua puede propiciar la aparición de hongos o atraer plagas como la mosca blanca o los ácaros.
Suelo y abonado
La ruda prospera mejor en suelos alcalinos, bien drenados y con buen contenido de materia orgánica. Para mejorar su floración, se recomienda enriquecer el sustrato con compost o abono orgánico de forma periódica. También es útil añadir una capa de cobertura vegetal sobre la tierra para conservar la humedad y proteger las raíces.
Poda
La poda debe realizarse preferiblemente en invierno, sin cortar a menos de 10 cm del suelo, con el objetivo de estimular el rebrote y mantener una forma armónica. También puede efectuarse poda ligera durante el año para fines estéticos o de mantenimiento.
Trasplante: paso a paso
El trasplante de la ruda es sencillo, ya sea para reproducirla o trasladarla a una maceta mayor. A continuación, los pasos recomendados:
- Seleccionar un esqueje con hojas sanas y, de ser posible, con raíces. Si el esqueje no presenta raíces, se puede dejar en agua durante algunos días hasta que las desarrolle.
- Elegir una maceta adecuada, asegurándose de que cuente con orificios de drenaje. En su defecto, se pueden colocar piedras en el fondo para evitar el estancamiento de agua.
- Utilizar sustrato orgánico o especial para plantas aromáticas.
- Plantar el esqueje y regar abundantemente tras el trasplante, comprobando que el agua drene correctamente y que el esqueje quede firme en el sustrato.
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