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Si usted quiere una huerta abundante en su casa, la acelga (Beta vulgaris var. cicla) es una de las mejores opciones para comenzar. Esta hortaliza es resistente, de rápido crecimiento y altamente productiva, lo que la convierte en una aliada ideal para cultivos caseros o comunitarios.
La acelga es una hortaliza que pertenece a la misma especie que las remolachas y betarragas, pero con una diferencia fundamental: mientras que de las remolachas aprovechamos principalmente las raíces, de las acelgas cosechamos sus hojas nutritivas y pencas carnosas. La planta se caracteriza por sus grandes hojas verdes o rojizas con nervaduras prominentes y pecíolos (pencas) anchos y carnosos que pueden ser blancos, amarillos o rojos según la variedad, lo que la convierte en una hortaliza tanto nutritiva como visualmente atractiva.
La historia de esta planta se remonta a miles de años, originándose en las costas del sur y Atlántico de Europa, donde evolucionó a partir de las remolachas marítimas silvestres. Los fenicios fueron los primeros comerciantes en distribuirla por el Mediterráneo, y los romanos la adoptaron con el nombre de beta cicla.
La acelga es una planta bianual de ciclo largo, lo que significa que completa su ciclo reproductivo en dos años: el primer año desarrolla sus hojas comestibles, y el segundo año produce un tallo floral que puede alcanzar hasta dos metros de altura. Esta característica es crucial para entender su cultivo, ya que normalmente se cosecha como anual para aprovechar sus hojas tiernas antes de que la planta destine su energía a la floración. Sus flores, agrupadas en largas panículas, producen frutos pequeños llamados glomérulos que contienen varias semillas marrones brillantes. La peculiaridad de sus semillas es que cada fruto contiene entre 3 y 4 semillas, lo que explica por qué al sembrar una “semilla” de acelga pueden emerger varias plántulas juntas.
Según el Jardín Botánico de Bogotá, la acelga es un cultivo altamente productivo y adaptable, ideal para huertas caseras o comunitarias, ya que puede sembrarse durante todo el año gracias a su resistencia a diferentes rangos de temperatura. Sus hojas, además de ser comestibles, también tienen aplicaciones medicinales: se utilizan externamente como emoliente suave para tratar llagas menores y se reconocen por su efecto levemente laxante.
En cuanto a su valor nutricional, la acelga es una fuente importante de fibra, lo que ayuda a regular el tránsito intestinal y a reducir los niveles de colesterol en sangre. También contiene vitaminas A, C y K. La vitamina C tiene propiedades antioxidantes, fortalece el sistema inmunológico y participa en la producción de colágeno y neurotransmisores. La vitamina A favorece la salud visual y también apoya las defensas del cuerpo. Además, su aporte de hierro contribuye a la formación de hemoglobina y mioglobina, esenciales para el transporte de oxígeno y el buen funcionamiento del sistema nervioso.
Cultivo y Cosecha de la Acelga
La acelga se siembra directamente por semillas, que en realidad son frutos que contienen varias semillas verdaderas.
- Tiempo hasta la cosecha: Entre 2 y 4 meses después de la siembra. Una vez establecida, puede producir hojas frescas de manera continua durante varios meses.
Cómo cosechar:
- Espere a que las hojas midan unos 25 cm.
- Corte solo las hojas externas más grandes, dejando intacto el centro de la planta.
- Esto permite una cosecha prolongada sin afectar la producción futura.
Cuidados
Luz
- La acelga requiere buena iluminación para crecer de forma saludable. Puede cultivarse tanto a pleno sol como en semisombra, pero cuando recibe luz solar directa, su desarrollo es más vigoroso y rápido.
- Si el cultivo se ubica en un lugar con sombra excesiva, la planta tiende a estirarse, pierde color y reduce su valor nutritivo. En balcones, terrazas o huertas urbanas, lo ideal es ubicarla en espacios con al menos 4 a 6 horas de luz directa al día para asegurar un crecimiento óptimo.
Clima
- La acelga es una planta muy resistente y versátil que tolera bajas temperaturas e incluso algunas heladas suaves. Por esta razón, puede cultivarse en climas fríos, templados y en la mayoría de las regiones andinas.
- Sin embargo, no se desarrolla bien en ambientes calurosos y secos. Las temperaturas elevadas pueden hacer que suba a flor prematuramente (espigado), lo que reduce la calidad de las hojas. Por ello, en zonas cálidas se recomienda cultivarla en temporadas más frescas o en lugares con algo de sombra.
Riego
- El riego es uno de los cuidados más importantes en el cultivo de la acelga. Esta planta necesita humedad constante en el suelo, pero sin llegar al encharcamiento. Un exceso de agua puede pudrir las raíces, mientras que la sequedad prolongada afecta la formación de sus hojas carnosas.
- Lo ideal es mantener el suelo como una esponja húmeda: ni seco ni saturado. En días calurosos o con viento fuerte, puede requerir riegos más frecuentes. Además, es mejor regar en las primeras horas del día para evitar acumulación de humedad durante la noche, que favorece la aparición de hongos.
Sustrato
- La acelga se adapta a distintos tipos de suelo, pero prefiere aquellos arcillosos y bien drenados, con buena capacidad de retención de humedad. Estos suelos permiten que sus raíces estén siempre hidratadas, sin correr el riesgo de pudrición por exceso de agua.
- En cultivos en macetas o huertas urbanas, lo más adecuado es usar un sustrato vegetal de buena calidad, suelto y con alto contenido de materia orgánica. Puede mezclarse con compost, tierra negra y un poco de arena para mejorar la estructura y asegurar un buen drenaje.
Abono
- Un suelo nutrido es clave para que la acelga produzca hojas grandes y sanas. En cultivos en tierra, se recomienda incorporar compost o abonos orgánicos al momento de la siembra. Si el terreno ha sido cultivado anteriormente con hortalizas exigentes, es aconsejable reforzarlo antes de sembrar.
- En cultivos en maceta, los nutrientes del sustrato se agotan más rápido. Por eso, a partir de la quinta semana, se debe aplicar fertilizante líquido específico para hortalizas, cada 10 a 15 días, siguiendo las indicaciones del producto. Esto garantiza una nutrición constante sin excesos.
Plagas y Enfermedades Comunes
- Entre las plagas más comunes que afectan la acelga se encuentran el gusano blanco y el gusano gris, que perforan las hojas formando galerías, y el gusano de alambre, que ataca las raíces. También es frecuente la presencia de pulgones, pequeños insectos que se acumulan en el envés de las hojas.
- En cuanto a enfermedades, el mildiu es uno de los hongos más problemáticos. Aparece con humedad alta y poca ventilación, provocando manchas marrones y deformación de las hojas. Para prevenirlo, es fundamental mantener buen espaciamiento entre plantas y asegurar buena circulación de aire.
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