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Con sus orejas grandes y sus patas cortas, los conejos son animales que muchos asocian con la ternura, pero detrás de su apariencia suave y su carácter curioso, hay muchos aspectos que suelen pasarse por alto, incluida su esperanza de vida y las necesidades que tienen a medida que envejecen.
Antes de adentrarnos en el ciclo de vida del conejo, es importante hacer una distinción fundamental: en este caso, hablamos de los conejos domésticos, es decir, aquellos que han sido criados y socializados para vivir en hogares, y no de los conejos silvestres o especies nativas, que están protegidas por la legislación ambiental en muchos países y no deben mantenerse como animales de compañía.
En el caso de los conejos domésticos, su esperanza de vida suele oscilar entre los ocho y los diez años, según indica la veterinaria Cristina Pascual, colaboradora de Experto Animal, y su ciclo de vida se distribuye así:
- Se considera gazapo o cría de conejo hasta los seis meses de edad.
- Pasa a ser un adulto joven de los seis a los 12 meses de edad.
- Del año hasta los cinco años de edad, es adulto.
- Y termina por considerarse sénior o animal geriátrico cuando cumple más de cinco años de edad.
Cada etapa de la vida de un conejo requiere cuidados especiales en su alimentación, visitas veterinarias, nivel de actividad, estimulación física y mental, etc.
Comportamiento y cuidados de un conejo sénior
Con el paso de los años, estos animales comienzan a mostrar ciertos cambios físicos y de comportamiento. Según Conejos en Casa, los conejos mayores suelen volverse más tranquilos y comportamientos, como roer compulsivamente o excavar, tienden a disminuir, y pueden pasar más tiempo descansando o durmiendo. En general, pueden presentar una disminución en el apetito y mostrar menor motivación por la comida, lo que requiere ajustes en su dieta para garantizar que estén recibiendo los nutrientes necesarios.
Además, a medida que envejecen, son más propensos a sufrir problemas articulares, pérdida de masa muscular o sobrepeso, sobrecrecimiento dental y afecciones digestivas. También son más sensibles al estrés, por lo que es fundamental proporcionarles un entorno tranquilo, con rutinas claras y sin cambios bruscos en su espacio o en las personas con quienes conviven.
El ejercicio moderado y adaptado, la estimulación mental, el enriquecimiento ambiental, las rutinas consistentes, la interacción social, una buena alimentación y la orientación de un veterinario pueden ayudar a controlar los efectos de la vejez y a mantener su bienestar durante toda su vida.
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