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¿A qué edad es viejo un caballo?

Algunos caballos de 20 años pueden estar en mejor forma que otros de 12, dependiendo de su genética, estilo de vida, historial de trabajo, alimentación y acceso a atención médica.

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La Red Zoocial
11 de julio de 2025 - 02:28 p. m.
Su sistema inmunológico también tiende a debilitarse, lo que los hace más susceptibles a infecciones o parásitos.
Su sistema inmunológico también tiende a debilitarse, lo que los hace más susceptibles a infecciones o parásitos.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
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Cuando un perro o un gato alcanzan cierta edad, es común referirse a ellos como “adultos mayores” o “seniors”. Pero en el caso de los caballos, esa transición puede ser más difícil de identificar. ¿A qué edad, exactamente, se considera viejo un caballo? La respuesta, como en muchos aspectos del mundo animal, depende de varios factores, pero hay consenso en algunos puntos clave.

En términos generales, un caballo se considera geriátrico a partir de los 15 a 20 años de edad. Esto no significa que esté en mal estado o que su vida esté llegando a su fin, sino que es un momento en el que comienza a requerir cuidados especiales, chequeos veterinarios más frecuentes y adaptaciones en su dieta y rutina. En buenas condiciones y con una atención adecuada, muchos caballos pueden vivir entre 25 y 30 años, e incluso más.

Los avances en la medicina veterinaria, la nutrición equina y el bienestar animal han contribuido a que los caballos vivan más tiempo que antes. Caballos que décadas atrás no habrían pasado de los 20 años, hoy pueden llegar a los 30 o más con buena calidad de vida. En 2007, por ejemplo, el Libro Guinness de los Récords registró a “Old Billy”, un caballo de Inglaterra que vivió hasta los 62 años, aunque casos como este son extremadamente raros.

La edad cronológica, sin embargo, no siempre coincide con la edad biológica o funcional. Algunos caballos de 20 años pueden estar en mejor forma que otros de 12, dependiendo de su genética, estilo de vida, historial de trabajo, alimentación y acceso a atención médica. Por eso, los veterinarios suelen evaluar otros indicadores además de la edad para considerar si un caballo ya es “viejo”.

Uno de los signos más visibles del envejecimiento en los caballos es el desgaste dental. Los dientes de los equinos crecen y se desgastan constantemente, y con el tiempo este proceso puede llevar a problemas para masticar adecuadamente. Esto, a su vez, puede desencadenar pérdida de peso, cólicos o deficiencias nutricionales. La revisión dental regular, al menos una vez al año, es esencial para mantener la salud del caballo mayor.

Otro cambio común está en la musculatura y el metabolismo. Los caballos viejos tienden a perder masa muscular y pueden tener más dificultades para mantener su peso. Sus articulaciones también pueden resentirse por años de ejercicio, especialmente si trabajaron como animales de carga, competición o paseo. Las enfermedades crónicas como el síndrome de Cushing equino o la artritis también se vuelven más usuales con la edad.

El clima puede afectar más intensamente a los caballos ancianos. Durante el invierno, algunos necesitan cobijas especiales para mantener el calor, y en verano requieren sombra, agua fresca constante y acceso a espacios ventilados. Su sistema inmunológico también tiende a debilitarse, lo que los hace más susceptibles a infecciones o parásitos.

A pesar de estos desafíos, envejecer no significa que el caballo deba dejar de moverse. El ejercicio moderado y controlado, como caminatas suaves o trabajos ligeros, puede ser muy beneficioso para su salud física y mental. Lo importante es adaptar el ritmo y observar siempre sus señales de incomodidad o fatiga.

Con el retiro del trabajo activo, muchos caballos mayores son enviados a santuarios o fincas de descanso. Otros siguen siendo compañeros leales en terapias asistidas, en escuelas ecuestres o en actividades de baja intensidad. Cada vez más propietarios están reconociendo el valor emocional y afectivo de estos animales, incluso en su vejez.

Así como ocurre con los humanos, la vejez en los caballos no es una enfermedad, sino una etapa que requiere comprensión, paciencia y cuidados específicos. Reconocer cuándo un caballo ha entrado en esta etapa y atender sus nuevas necesidades es clave para garantizarle una vida larga y digna. Porque aunque cambie su energía, su capacidad de generar vínculos y de ofrecer compañía sigue intacta.

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