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La Unidad de Rescate y Rehabilitación de Animales Silvestres (URRAS) está ubicada en el campus de la Universidad Nacional sede Bogotá y hace parte de la Facultad de Medicina Veterinaria. Nació en 1995 con un objetivo específico: ayudar a las aves que quedaban desprotegidas debido a la construcción de las obras civiles en la capital. Aunque al principio este fue su primer y único servicio, con el tiempo, y ante el crecimiento del tráfico ilegal, comenzó a recibir a otras especies. La labor se expandió y se amplió incluso a la formación de los estudiantes de veterinaria en el área de rehabilitación, una vocación que implica dedicación y perseverancia.
Actualmente, loros, zorros, tortugas y otros individuos tienen en este lugar una de sus últimas oportunidades para sobrevivir. Claudia Brieva, médica veterinaria especialista en rehabilitación y actual directora de la unidad, dice que ella y su equipo hacen todo lo posible por intentar que cada individuo maltratado que reciben pueda regresar al lugar a donde pertenece. Es una batalla contra la adversidad en la que se hace absolutamente todo lo posible para salvar cada vida.
“URRAS está conformada mayormente por estudiantes de la Universidad Nacional de diversas carreras como Medicina Veterinaria, Zootecnia y Biología. Tenemos aproximadamente 40 voluntarios y siete pasantes. Los profesionales somos siete y contamos con dos técnicos, pero sinceramente la unidad funciona gracias a nuestros estudiantes que trabajan con mucho amor y compromiso para salvar a los animales más afectados del país y de la ciudad”, explica Claudia Brieva, médica veterinaria especialista en rehabilitación y actual directora de la unidad.
URRAS no trabaja aisladamente. Funciona con la autorización de la Secretaria Distrital de Ambiente y apoya a esta entidad en la recepción, cuidado, valoración y rehabilitación de la fauna que requiere atención veterinaria de alta complejidad. Por esta razón, el lugar está dividido en varias zonas: una de cuarentena, donde los animales nuevos son monitoreados durante un tiempo para identificar posibles enfermedades; una de neonatología, donde permanecen las crías bajo cuidados más específicos; una de mantenimiento, donde se trabaja en la parte comportamental y conductual; y las zonas de pre-liberación, áreas más grandes donde los individuos pueden volar, correr y recuperarse físicamente para luego ser liberados en su medio.
Cuando los animales no se pueden liberar, URRAS le informa a la autoridad ambiental, que puede ser la Secretaría Distrital de Ambiente, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) u otra corporación ambiental del país, y ellos se encargan de la posterior reubicación del ejemplar.
Por más que se considere que una especie puede vivir bien en una casa, con una jaula amplia y una correcta alimentación, estas no son las condiciones adecuadas. Su bienestar siempre se encontrará en la libertad.
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