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La Alcaldía de Medellín, a través de la Secretaría de Medio Ambiente, puso en marcha una iniciativa poco común pero profundamente necesaria: un programa de adopción para animales de granja rescatados del maltrato, el abandono o la explotación. En lugar de perros o gatos, los protagonistas aquí son cerdos, burros, gallinas, caballos, patos y hasta llamas.
El proyecto busca brindar una segunda oportunidad a estos animales, muchos de los cuales fueron encontrados en condiciones precarias en zonas urbanas o rurales del Valle de Aburrá. Para poder adoptarlos, los interesados deben demostrar que cuentan con el espacio y los cuidados necesarios, pues no se trata de mascotas convencionales. Se requiere, por ejemplo, contar con áreas amplias, cobijo del sol y la lluvia, y conocimientos básicos en bienestar animal.
Una de las primeras personas en responder a esta convocatoria fue Laura, una habitante de Medellín que está construyendo un santuario en el Alto de Las Palmas. Desde el inicio del proyecto, contactó a la Secretaría para saber qué animales estaban disponibles. “Me mostraron opciones como cabras, cerdos, llamas y hasta palomas”, cuenta. Fue ahí donde conoció a Josefina, una burra que había sido explotada laboralmente en las calles del centro de Medellín y que ahora está a salvo.
Josefina no es el único caso que conmueve. También está Cávala, una cerdita vietnamita que fue abandonada cuando su tamaño dejó de ser el de un “minipig”. Su historia revela una problemática cada vez más frecuente: personas que adquieren animales exóticos sin conocer sus necesidades reales, y que terminan por dejarlos cuando ya no son convenientes.
Actualmente, hay ocho animales disponibles para adopción: seis cerdos y dos patos. Todos han sido rehabilitados física y emocionalmente y están listos para integrarse a hogares comprometidos. La Secretaría insiste en que no se trata de una decisión ligera: adoptar uno de estos animales implica compromiso, recursos y empatía.
El programa también busca crear conciencia sobre el lugar que estos seres ocupan en nuestra sociedad. Aunque históricamente han sido vistos como animales de carga o producción, son seres sintientes con necesidades físicas y emocionales específicas: alimentación adecuada, espacio para moverse, interacciones sociales y acceso a atención veterinaria.
Quienes estén interesados en conocer más sobre esta iniciativa o en adoptar pueden comunicarse con la Secretaría de Medio Ambiente de Medellín, que realiza visitas previas y seguimiento posterior para asegurar el bienestar de los animales.
Este tipo de proyectos no solo transforma la vida de los animales rescatados, sino que también redefine la relación que las ciudades pueden tener con otras formas de vida. Porque adoptar no es solo un acto de bondad, sino también de responsabilidad.
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