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En la naturaleza hay animales que corren a gran velocidad, otros que cambian de color o que pueden vivir sin oxígeno por varios minutos. Pero también hay quienes tienen un “talento” muy distinto: dormir.
El sueño es una función esencial para la vida, pero no todos los animales lo viven igual. Mientras algunos apenas cierran los ojos unos minutos al día, hay uno que duerme tanto que pasa casi toda su vida en ese estado. Le contamos cuál es.
Dormir es una necesidad vital para todos los seres vivos, pero no todos lo hacen del mismo modo. Mientras algunas especies apenas descansan unos minutos al día, otras dedican gran parte de su existencia al sueño. Tal es el caso del koala, que ostenta el título del animal que más duerme en el mundo.
Según la Australian Koala Foundation, estos marsupiales australianos pueden dormir entre 18 y 22 horas al día, superando a cualquier otra criatura del reino animal. Esta impresionante cantidad de sueño tiene una explicación: los koalas se alimentan casi exclusivamente de hojas de eucalipto, que son pobres en nutrientes, difíciles de digerir y contienen toxinas. Para procesarlas, su organismo debe emplear mucha energía, por lo que el descanso prolongado es su forma de conservarla.
En otras palabras, dormir tanto no es un lujo para el koala, sino una estrategia de supervivencia. Mientras el resto del mundo se mantiene activo, ellos descansan, adaptados a un ritmo de vida que, aunque parezca excesivamente lento, les ha funcionado durante millones de años.
Otros animales también se encuentran entre los “grandes dormilones” del reino animal. Por ejemplo, el perezoso, famoso por sus movimientos lentos y pausados, puede dormir hasta 18 horas al día, aunque no de manera continua, según la Asociación Panamericana para la Conservación (APPC).
También está el murciélago marrón, un pequeño mamífero volador que puede dormir cerca de 20 horas al día para ahorrar energía. Esta especie, que mide menos de 10 cm, enfrenta actualmente una disminución de su población, y ha sido catalogada como vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Otro caso curioso es el del armadillo gigante, un habitante del Amazonas que también puede dormir hasta 18 horas al día. Aunque suele pasar desapercibido por su comportamiento nocturno y solitario, es uno de los grandes dormilones del mundo animal. Su estilo de vida subterráneo y su metabolismo lento contribuyen a esos largos periodos de descanso.
Dormir, para estas especies, no es solo descanso: es parte de su evolución. Un recordatorio de que en la naturaleza, hasta el sueño, puede ser una forma de adaptarse y sobrevivir.
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