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Los loros pertenecen a una familia con más de 350 especies distribuidas principalmente en regiones tropicales y subtropicales de América del Sur, África, Australia y Nueva Zelanda. Una de las especies más llamativas es el loro verde o loro de corona azul, considerado uno de los más grandes dentro de su género.
Esta especie puede alcanzar hasta 40 centímetros de longitud desde la cabeza hasta la cola y pesar entre 570 y 700 gramos, según el portal especializado Experto Animal.
Este loro se caracteriza por un plumaje predominantemente verde, aunque presenta variaciones llamativas: en la cabeza, suele lucir una corona azul que, en algunos casos, se mezcla con plumas amarillentas. También pueden tener plumas rojas o amarillas bajo las alas. Sus alas son redondeadas, la cola es corta y cuadrada, y puede medir más de 20 centímetros.
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En cuanto a su expectativa de vida, los loros verdes pueden vivir entre 40 y 60 años en cautiverio, según el portal LorosyGuacamayos.com, aunque existen casos documentados de individuos que han alcanzado hasta 80 años de vida.
Las amenazas que enfrentan los loros:
Pese a su belleza y longevidad, esta especie enfrenta serias amenazas. La deforestación de su hábitat natural ha reducido drásticamente sus zonas de vida. Además, su tráfico ilegal y comercialización como mascota representa un riesgo grave y persistente.
Muchos loros son capturados de manera ilegal y sometidos a un trato traumático que afecta considerablemente su calidad de vida y en muchos casos, tiene consecuencias mortales.
Los loros que son tenidos como mascotas enfrentan una existencia limitada: viven en jaulas, lejos de su entorno natural, sin estímulos adecuados ni la posibilidad de socializar con otros miembros de su especie. Estas aves, que en libertad recorren grandes distancias y forman fuertes vínculos, pueden desarrollar comportamientos anormales y sufrir altos niveles de estrés y frustración en cautiverio.
En Colombia, la Ley 1801 de 2016 prohíbe tener aves silvestres como mascotas. Además, el Decreto 1076 de 2015 establece que la fauna silvestre es patrimonio de la nación y su administración corresponde al Estado. No obstante, muchas personas aún desconocen las implicaciones legales y ambientales de extraer aves de su entorno natural.
La tenencia de loros como animales domésticos no responde a sus necesidades físicas ni emocionales. No son mascotas. Son animales silvestres que deben vivir en libertad, volar, comunicarse y cumplir su rol ecológico en los ecosistemas que habitan. Conservar su libertad es también proteger el equilibrio natural del que todos dependemos.
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