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Santiago Cano Taborda, actor y rapero colombiano conocido como Rapza de Barrio por su papel en la serie La Reina del Flow, habló por primera vez desde prisión tras ser detenido en Medellín por tenencia ilegal de fauna silvestre. En un video publicado en su cuenta de Instagram el pasado 9 de julio, Cano negó haber sido condenado por maltrato animal, como se ha señalado en algunos medios, y denunció que ha sido víctima de desinformación mediática.
“Quiero hacer una aclaración: a mí me han detenido por tenencia de fauna silvestre, por tener animales fuera de su hábitat. No fue por maltrato”, aseguró en la grabación, donde se le ve sentado a las afueras de un centro penitenciario. El actor explicó que la situación ha sido profundamente dolorosa para su familia, especialmente para su hijo, a quien no le había revelado que estaba en prisión. “Le dije que estaba viajando por trabajo, pero sus compañeros de colegio le mostraron los periódicos”, dijo con evidente molestia.
La captura de Cano se dio luego de una investigación iniciada en marzo de 2024, tras denuncias de vecinos en el barrio San Javier El Salado, en Medellín. Durante un operativo, las autoridades hallaron en su vivienda dos monos cariblancos, una babilla y dos iguanas verdes, todas especies protegidas cuya tenencia está prohibida por la ley colombiana. La Fiscalía lo acusó formalmente por el delito de aprovechamiento ilícito de los recursos naturales renovables, tipificado en el artículo 328 del Código Penal, que contempla penas de hasta 135 meses de prisión.
Según un informe revelado por Noticias Caracol, los animales rescatados pertenecen a la biodiversidad colombiana y fueron mantenidos en un entorno doméstico sin los permisos requeridos. Aunque Cano no aceptó los cargos durante la audiencia de imputación, el juez dictó sentido de fallo condenatorio el 25 de junio. La lectura de la sentencia está programada para el 6 de agosto de 2025.
En su defensa, Cano aseguró que los animales bajo su cuidado no sufrían maltrato y que incluso habían sido rescatados por él de condiciones precarias. Afirmó tener pruebas de que los alimentaba adecuadamente y que recibían afecto de su entorno. “Los micos me querían como si yo fuera su papá. Lloraban cuando yo salía”, dijo. También mencionó que las iguanas y los monos “comían mejor que yo”.
Sin embargo, este tipo de comportamiento tan cercano con los humanos no es propio de los animales silvestres, y puede ser una señal de alteración en su comportamiento natural. Además, alimentarlos con comida humana no solo resulta inadecuado para su salud, sino que también afecta negativamente su proceso de conservación, lo que se considera una forma de maltrato.
Cano admitió haber cometido un error al no asistir a las audiencias judiciales previas, aunque aclaró que no fue por desprecio a la ley, sino por motivos personales y laborales. “Siempre quise tener una vida digna, conocer el mar, construir mi hogar. Mi error fue subestimar la seriedad del caso”, reconoció.
La Fiscalía sostiene que Cano actuó con conocimiento de la ilegalidad de sus acciones y que su conducta afectó el medioambiente sin justificación legal. En el expediente consta que el acusado tenía plena capacidad de comprender la gravedad de sus actos y optó por continuar con la tenencia de los animales.
Mientras tanto, la justicia colombiana continúa su curso. Cano espera conocer su sentencia definitiva en los próximos días.
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