“Desde nuestro laboratorio nunca hemos trabajado con animales de experimentación”
Andrés Pareja, director técnico científico del laboratorio Unidad de Toxicidad In Vitro (UTI), de la Universidad CES, asegura que existen otras alternativas con las que se sacan a los animales de los laboratorios para que su lugar “lo ocupe la ciencia”. ¿Cuáles son? Le contamos.
Jimena Delgado Díaz
En la actualidad, la ley 2047 del 10 de agosto de 2020 prohíbe la experimentación, importación, exportación, fabricación, y comercialización de productos cosméticos, sus ingredientes o combinaciones de ellos que sean objeto de pruebas en animales. Cabe destacar que la normativa entra en vigor a los 4 años de su expedición, es decir, desde el 10 de agosto de 2024.
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En la actualidad, la ley 2047 del 10 de agosto de 2020 prohíbe la experimentación, importación, exportación, fabricación, y comercialización de productos cosméticos, sus ingredientes o combinaciones de ellos que sean objeto de pruebas en animales. Cabe destacar que la normativa entra en vigor a los 4 años de su expedición, es decir, desde el 10 de agosto de 2024.
Ante esto, en La Red Zoocial hablamos con Andrés Pareja, director técnico científico del laboratorio Unidad de Toxicidad In Vitro (UTI), de la Universidad CES, quien asegura que existen otras alternativas con las que se sacan a los animales de los laboratorios, para que su lugar lo ocupe la ciencia, de la mano de células. “Desde nuestro laboratorio nunca hemos trabajado con animales de experimentación porque ha sido nuestra filosofía. Sin embargo, trabajamos con células animales –que en algún momento pertenecieron a seres vivos como ratones o humanos– y que se inmortalizaron de la mano de laboratorios que posteriormente las comercializaron”, comenta el también zootecnista, magíster y doctor en biotecnología.
¿Qué otras tecnologías se aplican en los laboratorios para evitar o reemplazar el uso de animales?
Para reemplazar por completo la experimentación animal –que se hace para probar pesticidas, cosméticos o cualquier tipo de producto que se lanza al mercado– se vienen analizando frentes muy importantes. Claro está, las metodologías In Vitro toman relevancia y justamente estas son nuestra área del conocimiento.
Del mismo modo, en tecnologías que se basan en lo computacional y que permiten definir la posible toxicidad de algunas moléculas. Aquí se incluye la inteligencia artificial que ha evolucionado en el país, ya que apoya todos los procesos de evaluación de seguridad de sustancias. Otra tecnología es la química y se usa para predecir cuáles son los efectos que generan determinadas sustancias al ser absorbidas por órganos.
La parte computacional y química son emergentes y buscan reemplazar la experimentación en animales. Esto es un camino, no todo es blanco o negro. Es un proceso de transición que busca refinar los estudios que se hacen en animales que todavía se necesitan para obtener información útil y reducir la participación de animales de experimentación. O sea, si antes se utilizaban 20 o 30 animales, se espera que ahora con 10 sea suficiente para conseguir los mismos datos.
¿Y cómo será ese posible reemplazo de la fauna por tecnología?
Pienso que en mediano plazo vamos a tener una gran cantidad de metodologías que van a suplir el uso de animales en experimentación. Cada vez conocemos más de las células, de los tejidos, de cómo las variaciones internas y los microorganismos se relacionan con la enfermedad y eso permite diseñar modelos precisos para el estudio de padecimientos, de seguridad y toxicidad de sustancias e incluso medir la eficacia.
En términos de la investigación y el desarrollo en Colombia, ahí vamos, a nuestra velocidad, con nuestras condiciones. Buscamos ponernos a la cabeza o por lo menos irnos actualizando para estar a la par del conocimiento mundial. Eso es lo difícil. Yo creo que en unos cuantos años recordaremos la experimentación animal como una de esas etapas antiguas, en las que estas prácticas parecen de otro mundo.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que algunas investigaciones son de carácter comportamental y que no comprometen el bienestar de los animales, por lo que eliminar su participación es mucho más complejo. Solo son estudios en los que se analiza a perros o caballos, para determinar si algún factor les afecta su salud, su producción, entre otros aspectos. Por ejemplo, las pruebas que se hacen para saber qué concentrado les gustan más a los caninos.
Pero, los testeos que más preocupan, es decir, los relacionados con la seguridad de productos –ya que se les aplica sustancias que se presume que son tóxicas o nocivas– son en los que se trabaja arduamente para desarrollar modelos biológicos que saquen a los animales de los laboratorios.
¿Cómo es el proceso que se debe seguir para comprar células animales en Colombia?
Después de la pandemia, esta actividad de importación celular es más difícil. Los costos incrementaron y los tiempos de importación se alargaron, lo que complica el acceso al material. Esto, mientras que en otros laboratorios funciona diferente, por ejemplo, en Estados Unidos o Europa pueden tener las células en una semana. Nosotros nos podemos demorar entre tres y seis meses para cumplir con los requisitos e importar líneas celulares de bancos especializados.
Del mismo modo, la demanda ha aumentado y como consecuencia median intereses. A los bancos, posiblemente les parezca más interesante atender otros mercados, que son mucho más grandes que un mercado colombiano, e incluso, latinoamericano.
El motivo del cambio en el proceso, en primer lugar, fue porque el material biológico tomó mucha relevancia, pues su movilización podía convertirse en un riesgo para los países. Asimismo, por el gran temor de que estas tecnologías fueran utilizadas para crear armas biológicas, ya que se pueden cultivar virus.
Una vez se reciben estas líneas celulares, ¿cuál es el proceso a seguir?
Desde el banco nos envían esas células congeladas, bajo un proceso que se llama la crio preservación. Aquí las revivimos, las descongelamos y las ponemos a proliferar para hacer nuestro propio banco de organismos.
Luego de tener la cantidad necesaria, volvemos a congelar en nitrógeno líquido por muchísimo tiempo para que mantengan las características iniciales. Cada vez que vamos a hacer una evaluación se retorna la célula a la temperatura ambiente y se inicia con los estudios.
Actualmente, contamos con líneas celulares provenientes de diferentes órganos del cuerpo, por ejemplo: de la piel, de la mucosa oral, de pulmones, de la córnea, del intestino, al igual que muchas más. Esto, para exponerlas a la sustancia que queremos evaluar y luego hacerle un montón de preguntas: ¿es citotóxica?, o sea, si mata o no; si no es tóxica, ¿causa daños a nivel genético?, entre otras.
¿Qué productos usados en la cotidianidad pasan por el tipo de prueba que ustedes hacen?
Hablamos de una gran cantidad de pesticidas, análisis de dispositivos biomédicos, por ejemplo, los materiales que se van a utilizar para crear prótesis de cadera. Incluso, se han hecho estudios en juguetes sexuales, ya que son determinados como dispositivos médicos a los que se les debe hacer evaluaciones de seguridad para comercializarlos.
También a ingredientes naturales para hacer cosméticos. Tuvimos un caso interesante donde acompañamos a productores de ingredientes naturales a nivel nacional. Esto con el fin de garantizar seguridad.
Asimismo, nos hemos aproximado al sector farmacéutico en una escala un poco menor, pero, por ejemplo, atendimos a una empresa farmacéutica que tenía un problema con una formulación de un producto que se aplica de manera tópica y con nuestras evaluaciones afinaron la fórmula con nueva materia prima que no causa efectos adversos.
¿Qué implicaría para la ciencia en Colombia que se prohíba de inmediato el uso animal en laboratorios?
Para la comunidad científica nacional sería catastrófico. Hay muchas áreas del conocimiento, como las que se relacionan con la biodiversidad, que necesitan de animales. Por decir algo, si se está investigando nuevas especies de aves –lo que también cuenta como experimentación animal– y se detiene el análisis, sería nefasto porque no podrían seguir profundizando en temas que competen al entorno natural.
En las áreas farmacéuticas aún falta por adaptar las metodologías conocidas, con el fin de estudiar los efectos de algunas medicinas. En caso de que una persona se tome una pastilla, sin un previo estudio, se desconocería qué órganos se pueden ver impactados.
Todavía no existen metodologías que permitan analizar ciertas variables a nivel experimental. Yo creo que es importante que la comunidad científica participe de estos proyectos de ley que se vienen debatiendo, así como pienso que quienes desarrollan estas propuestas se deben acercar a la comunidad científica nacional e internacional para asesorarse y capacitarse.
¿Qué balance haría de la ciencia en Colombia?
Yo veo el panorama en dos sentidos. Muy difícil si las entidades del Estado no están presionando para que se implementen tecnologías alternativas, los laboratorios no van a hacer inversiones adicionales, hacer la implementación o investigar otro tipo de mecanismos que no incluyan a animales, porque no habría ninguna retribución.
En la medida que se le exija al país la implementación de este tipo de metodologías, más rápido serán implementadas a nivel nacional. En nuestro caso, empezamos desde el ejercicio académico, científico y vocacional, por lo que hemos hecho diferentes esfuerzos, que las industrias han podido disfrutar. Pero, si a la industria no se lo están exigiendo, estas iniciativas podrían desaparecer, porque estos métodos son más costosos.
Es importante que las entidades regulatorias a nivel nacional, que son ICA, Invima, Instituto Nacional de Salud, incluso el Ministerio de Medio Ambiente, Ciencia y Tecnología, conozcan el alcance de estas iniciativas para que se enteren sobre las oportunidades que se pierden, al no invertir en ellas.
¿Qué otros laboratorios hay en Colombia que le apuestan a lo mismo que ustedes?
Casi todos se ligan a las universidades. Está el laboratorio de la Universidad de Antioquia, Genética, regeneración y cáncer. Ellos tienen unas metodologías celulares muy parecidas a las que he mencionado y las usan para apoyar sus procesos investigativos, más que para prestar servicios a otras empresas.
También está el laboratorio de la Universidad de los Andes, que está empezando a poner los ojos en la parte comercial, sobre todo en el campo biomédico, ya que hay laboratorios con estándares de calidad y altas tecnologías para ofrecer estos servicios a las industrias y la comunidad internacional.
Recuerdo que, en talleres sobre esta materia, en que exponemos el funcionamiento de las líneas celulares y mostramos las diferentes alternativas que hay, en vez de usar animales, han participado: la Universidad de Córdoba, la Javeriana, que vienen con estas mismas iniciativas. Somos pocos, pero estamos intentando trabajar en red. Si uno aprende una cosita, se lo enseñe a las otras instituciones.
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