El “especismo”: la explotación animal como forma de discriminación
El especismo es un término que se refiere a la opresión que sufren los animales por no hacer parte de la “especie” humana. Pero, ¿es correcto equiparar el sufrimiento animal con la marginación que sufren las personas homosexuales, negras y pobres? ¿O igualar el dolor de los animales con las experiencias de vida de hombres y mujeres es una forma de humanizarlos?
Sebastián Muñoz López
En una de sus caminatas matutinas, la antropóloga María Alejandra Mariño escuchó fuertes chillidos, que se parecían bastante al ruido que emite un niño cuando está llorando. Ella volteó a mirar, pensando que una bicicleta había golpeado a un menor de edad, pero se percató que el escándalo era producido por unos cerdos que se dirigían al matadero.
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En una de sus caminatas matutinas, la antropóloga María Alejandra Mariño escuchó fuertes chillidos, que se parecían bastante al ruido que emite un niño cuando está llorando. Ella volteó a mirar, pensando que una bicicleta había golpeado a un menor de edad, pero se percató que el escándalo era producido por unos cerdos que se dirigían al matadero.
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“Dentro del camión, veía marranos con las patas para arriba, otros con las patas para abajo. Les pude ver los ojitos entre las rejas de madera y entonces me di cuenta de que no podía darle amor a mi perro, amarlo y cuidarlo y seguir consumiendo animales, ellos también son seres sintientes”, explica Mariño. A partir de este momento, la antropóloga comenzó a abogar por los derechos de los animales y a luchar por acabar con el “especismo”, que oprime a varios animales por el estilo de vida y consumo de los seres humanos.
El término “especismo” fue introducido por primera vez en 1971 por el psicólogo y filósofo británico Richard Ryder. Esta expresión se refiere a la discriminación que sufren especies que no son humanas, por la forma en que la sociedad está construida: las personas siempre deben estar en el tope de la cadena alimenticia y, por ello, tienen la titularidad de dominar todos los demás seres que habitan el planeta tierra.
Posteriormente, en su libro “Liberación Animal”, el filósofo Peter Singer desarrolló y popularizó el mismo concepto, que terminó por convertirse en uno de los pilares esenciales para cimentar el movimiento animalista en la actualidad. “Se puede decir que nuestra vida humana se basa en el especismo. Desde la escuela, el trabajo y las amistades, en todas partes existe esta forma de discriminación, en una cantidad de dispositivos y formas de presentación”, comenta Carlos Crespo, psicólogo, magíster en bioética y activista del movimiento animalista.
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Crespo afirma que también puede verse este tipo de discriminación en el lenguaje, pues denominamos a ciertos seres como “animales de compañía”, mientras que se ignoran a las demás especies animales. El psicólogo afirma que esto prueba que ellos solo tienen valor cuando cumplen una función para las personas.
Este término fue esencial en la consolidación del movimiento animalista y las luchas por sus derechos. De hecho, en Europa, el movimiento animalista surgió gracias al psicólogo y filósofo británico Richard Ryder, quien introdujo este concepto en su artículo “Experimentos en Animales”. En Estados Unidos, la historia fue distinta: Henry Bergh era un neoyorquino rico que se dedicó a cambiar la forma en que la gente en su ciudad y en su país trataba a los animales. Por ello, fundó la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad con los Animales en 1866, considerada una de las primeras organizaciones de defensa de los derechos de estos seres en el mundo. Para 1900, cientas de organizaciones de protección animal se habían formado.
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Discriminación contra los animales: ¿hablar de especismo es una forma de humanizarlos?
Uno de los principales argumentos que construyó Peter Singer en su libro “Liberación Animal” se basaba en igualar la discriminación que sufren los animales con la opresión que experimentan otros seres, como los negros, las mujeres y los pobres. El psicólogo Carlos Crespo afirma que las discriminaciones que han surgido a lo largo de la historia, como el racismo, machismo y la homofobia, han iniciado precisamente porque otros seres no eran considerados humanos: “a los negros secuestrados de África se les consideraba menos que animales. En la historia, hemos considerado que las personas discriminadas no son humanas desde hace bastante tiempo”, explica el experto.
No obstante, varias visiones dentro de los movimientos sociales no están de acuerdo con esta visión. “Varios activistas creen que es un irrespeto introducir a los animales en sus luchas. También, en el movimiento animalista se rechaza el comenzar a hablar de feminismo, o racismo, cuando la lucha está enfocada en lograr los derechos de los animales”, comenta Crespo.
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Juliana Barberi, directora de la corporación RAYA, fundación de Medellín que vela por la protección de los animales, afirma que múltiples movimientos feministas rechazan que otros animales tengan el mismo tipo de sufrimiento que las mujeres. “Sería maravilloso que todos los movimientos sociales fueran de la mano. Pero la realidad es que no es así. Hay varios veganos machistas, o varias feministas que son especistas. Es muy difícil hacer parte de todas las iniciativas”, explica Barberi.
Sin embargo, igualar el sufrimiento de los animales con el de los seres humanos puede ser considerado una forma de “humanización”. “Si vamos a usar el término de especismo para reconocer a los otros animales por su dignidad, esto es bueno. Pero si estamos pensando que no soy especista cuando llevo a mi perro y le pinto las uñas cuando no lo necesita, o lo cargo en un carro cuando no lo necesita, ya ahí sí es un problema de humanización”, explica la antropóloga María Alejandra Mariño.
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Animalismo y feminismo: los movimientos sociales que van de la mano
La lucha por los derechos de los animales ha comenzado a ir de la mano con otro tipo de iniciativas. Por ejemplo, el ecofeminismo animalista busca acoplar el tema ambiental, de género, los animales, el racismo y otras comunidades diversas a una sola gran causa. “Las hembras de otras especies también son explotadas sexualmente. Las vacas, cerdas y gallinas son preñadas forzadamente, manipulan a sus órganos, no pueden vivir la maternidad. Su vida es parir, parir y parir”, explica Juliana Barberi.
Entre sus autoras destacadas, se encuentra la filósofa argentina Alicia Puleo, con su libro “Claves ecofeministas para rebeldes que aman la tierra”. Otra figura destacada es Carol J. Adams, con su artículo “La política sexual de la carne”. “Ellas básicamente defienden que se debe ir en contra de la opresión de otras hembras, y no ignorarla solo porque no hacen parte de la especie humana”, comenta Barberi.
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María Alejandra Mariño afirma que las formas de dominación que han sufrido mujeres humanas puede ser similar al dolor de varios animales. “Para la producción de leche, la vaca siempre debe estar preñada y luego se le quita a su cría. Los movimientos sociales son más fuertes cuando trabajan unidos, encontrando esos puntos en común”, concluye la antropóloga.
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