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Colombia es uno de los países más ricos en biodiversidad del mundo. Sin embargo, esta riqueza enfrenta múltiples amenazas, especialmente para algunas especies de aves como los loros, que han sido víctimas del comercio legal y de la destrucción de sus hábitats naturales.Según la Fundación ProAves, que lleva más de dos décadas desarrollando acciones para la conservación de estas aves en el país, de las 55 especies de loros registradas en Colombia, al menos diez se encuentran amenazadas de extinción. Entre las más críticas están el loro orejiamarillo, el loro coroniazul y el periquito de Santa Marta.El loro orejiamarillo (ognorhynchus icterotis) es una de las especies más emblemáticas. Habita principalmente en zonas montañosas y actualmente está catalogado como Vulnerable (VU) por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Muy distinta es la situación del loro coroniazul (hapalopsittaca fuertesi), que se encuentra en estado Críticamente En Peligro (CR). Su hábitat natural, los bosques húmedos de niebla, ha sido fuertemente reducido y fragmentado por la actividad humana, lo que ha dejado a esta especie con muy pocas posibilidades de recuperación natural.El caso del periquito de Santa Marta (pyrrhura viridicata) también es alarmante. Esta especie endémica de la Sierra Nevada está en peligro debido a su presencia restringida a un número muy reducido de localidades. La transformación de su entorno en zonas agrícolas y ganaderas ha hecho que su hábitat desaparezca rápidamente.
Lo que amenaza a los loros:
Además del tráfico ilegal, una de las mayores amenazas para estas aves es la pérdida de sus ecosistemas. Según el blog especializado Ecología Verde, “a la caza y el trampeo se le suma la reducción y degradación de sus hábitats, sobre todo en áreas tropicales y subtropicales, con el objetivo de transformar áreas forestales en tierras de cultivo, una de las principales causas de su crítica situación”.Los expertos señalan que las especies más afectadas suelen compartir ciertas características: tienen una distribución geográfica limitada, son de mayor tamaño, alcanzan la madurez sexual más tarde y tienen pocas crías. Todo esto hace que su recuperación sea lenta y muy vulnerable ante cualquier alteración de su entorno.La ubicación es otro factor clave. Muchas de estas aves dependen de bosques densos y árboles específicos para anidar o alimentarse. Si el bosque desaparece, ellas simplemente no tienen a dónde ir.
Proteger a los loros en peligro no es tarea de unos pocos: es un compromiso que nos involucra a todos. Desde rechazar la compra de animales silvestres hasta defender los ecosistemas donde habitan, cada gesto cuenta. La conservación empieza cuando entendemos que estas aves no solo embellecen nuestros paisajes, también cumplen un papel vital en el equilibrio natural. Si desaparecen, perdemos mucho más que una especie.
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