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Quienes han tenido un gato saben que acariciarlo correctamente, sin que el minino se moleste, es todo un arte. Por eso, en La Red Zoocial queremos compartir cuáles son los lugares precisos para consentir a su gatito, ganarse su confianza y crear un vínculo fuerte entre ambos.
Aunque parezca sencillo, acariciar a su mascota requiere observación, práctica y paciencia. Lo más importante es recordar que cada gato es diferente y tiene sus propias preferencias. Por ello, es recomendable que sea él quien decida el momento y el lugar indicado para ser acariciado.
Según Zooplus Magazine, un portal especializado en el bienestar de las mascotas, la manera correcta de comenzar es arrodillándose, estirando la mano y ofreciendo una caricia amable. Si el gato muestra señales como el parpadeo lento, el ronroneo o comienza a frotarse contra su mano, es señal de que está a gusto.
¿En qué parte del cuerpo se puede acariciar a un gato?
Como mencionamos, cada gato es único, pero hay zonas particulares que a muchos les encantan. La principal es la cabeza: a la mayoría de los mininos les gusta que los acaricien en las sienes, la barbilla y detrás de las orejas. Esto se debe a que “en estas partes tienen muchas glándulas odoríferas, lo que les permite marcarnos la mano al acariciarlos”, indica el portal.
Por otro lado, las áreas que menos les gustan son las patas, las piernas y el vientre. Esto se cree relacionado con sus antecesores salvajes, ya que en estas partes “las heridas solían implicar la muerte. Por esto, hoy muchos de ellos siguen protegiéndose estas zonas instintivamente”, señala Zooplus.
No obstante, hay ciertos gatos que realmente disfrutan que les acaricien el vientre. Si su gatito le muestra el vientre, considérelo una gran muestra de confianza, y pruebe a acariciarlo con cuidado. Recuerde, eso sí, que solo debe hacerlo si él lo invita y no muestra signos de disgusto.
En cuanto a la cola, a la mayoría de los gatos no les gusta que les toquen esta zona. Sin embargo, la base de la cola o la parte baja del lomo son excepciones, ya que aquí también tienen glándulas odoríferas, por lo que algunos podrían tolerar o incluso disfrutar el contacto en esta área.
Si su gato siempre ha disfrutado de las caricias y, de repente, ya no quiere que lo toquen, podría haber una causa física. Enfermedades como la artrosis pueden hacer que le duela al tocarlo, lo que podría explicar su rechazo a las caricias. Para estar seguros, es recomendable llevarlo al veterinario y explicarle este cambio de comportamiento.
En conclusión, acariciar a un gato es una forma hermosa de fortalecer el vínculo con él, pero siempre es fundamental respetar sus límites y necesidades. Con un poco de observación y atención, puede convertir este acto en un momento de alegría para ambos. ¡Disfrute de esos momentos especiales con su fiel compañero!
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