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La mayoría de gatos son, por naturaleza, animales temerosos al cambio, desconfiados y sensibles. Por eso, las situaciones que se salen de su rutina, como las visitas al veterinario, pueden llegar a generarles miedo, ansiedad o estrés. Para que estos momentos no se conviertan en toda una odisea, es necesario que los tutores tomen ciertas precauciones y eviten errores comunes que pueden generar rechazo.
A continuación, le contamos cinco errores frecuentes a la hora de llevar a los felinos a los chequeos médicos y cómo evitarlos, según recomendaciones del portal especializado en mascotas Purina:
1. Usar el guacal solo para ir al veterinario
Uno de los errores más comunes es sacar el guacal solo cuando hay que visitar al médico veterinario. Esto hace que el gato lo asocie con una experiencia negativa y se muestre reacio a entrar. La recomendación para que esto no suceda es convertir este objeto en una parte de su entorno habitual. Una alternativa es dejar el guacal abierto en casa, con una cobija y algunos premios dentro. Si el gato empieza a usarlo como refugio, estará creando una asociación positiva y libre de miedo.
2. No preparar al gato para ser manipulado
Muchos gatos se estresan durante la revisión médica porque no están acostumbrados al contacto físico prolongado. Una buena práctica es hacer pequeños “ensayos” en casa: revísele suavemente las orejas, la boca, las patas y el abdomen. Así, se sentirá menos invadido cuando el veterinario lo examine.
3. Intentar atraparlo a último minuto
Uno de los errores más comunes (y estresantes tanto para el gato como para el tutor) es intentar capturarlo justo antes de salir. En lugar de perseguirlo o forzarlo a entrar en el guacal, lo ideal es colocarlo con antelación en un lugar accesible, con la puerta abierta y elementos que le resulten agradables, como una cobija o algunos premios. Dejar que el gato entre por voluntad propia reduce su ansiedad y genera una experiencia más positiva.
4. No reducir estímulos durante el trayecto
El camino al veterinario está lleno de estímulos que pueden alterar al gato: ruidos, olores, otros animales. Una buena práctica es cubrir el guacal con una toalla, lo que limita la exposición visual y aporta una sensación de refugio. También es recomendable llevar una manta adicional por si hay algún “accidente” en el trayecto.
5. Mostrarse nervioso
Los gatos detectan con facilidad el estado de ánimo de sus tutores. Si su cuidador está tenso o impaciente, es probable que él también lo esté. Lo aconsejable es mantener una actitud tranquila, hablarle con voz suave y evitar movimientos bruscos. Si el veterinario lo permite, se puede ofrecer una pequeña recompensa al final de la visita para reforzar el comportamiento positivo.
Prepararse para una visita al veterinario no es solo cuestión de logística: es una oportunidad para fortalecer la confianza con el gato y garantizar su bienestar. Con tiempo, práctica y mucho cariño, incluso los felinos más reacios pueden aprender a vivir esta experiencia con mayor calma.
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