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Lo que parecía ser una simple intervención veterinaria terminó en una odisea digna de película. George, un gato callejero, pero querido por toda una comunidad en Lakeland, Florida, Estados Unidos, fue llevado por los vecinos del complejo residencial Loma Verde a la Sociedad para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales (SPCA) para una cirugía de castración, con la esperanza de que calmara su comportamiento nocturno. Pero lo que vino después sorprendió a todos.
Según contó la SPCA, mientras el personal del centro veterinario esperaba que el felino se recuperara completamente de la anestesia, George logró hacer lo impensable: abrió la jaula por sí solo, escaló una valla diseñada para contener perros y se internó en los matorrales cercanos. “Lo intentaron perseguir, pero fue más rápido que todos. Desapareció en segundos”, contó Bob Beasock, uno de sus principales cuidadores, al medio local FOX 13 News.
La fuga, que parecía imposible dadas las condiciones del animal tras la cirugía, activó de inmediato una búsqueda por parte de la SPCA y los vecinos de Loma Verde. Se instalaron trampas seguras para capturarlo, se organizaron recorridos nocturnos, se dejó comida en puntos estratégicos y se gritaba su nombre cada noche, con la esperanza de que el gato oyera y regresara. La comunidad no se dio por vencida, mientras que el pequeño felino recorría, según estimaciones, cerca de cinco kilómetros a través de avenidas, lagos y zonas residenciales.
Una semana después, cuando muchos ya temían lo peor, George apareció tranquilamente recostado en su sillón favorito en la cochera del edificio. Estaba flaco y cansado, pero sano. Comió, recibió una sesión de cepillado y durmió por horas. Su regreso fue celebrado como un pequeño milagro. “Si yo hubiera estado en su lugar, habría pedido un Uber. Pero George no tenía esa opción”, bromeó Beasock.
Especialistas en comportamiento felino aseguran que los gatos tienen una impresionante capacidad de orientación. Combinan su agudo sentido del olfato, memoria visual del entorno y posiblemente sensibilidad geomagnética para regresar a los lugares donde se sienten seguros.
George no solo logró hacerlo bajo los efectos de un sedante, sino que demostró el lazo invisible que une a los animales con quienes los cuidan. Su historia es una muestra del instinto, la inteligencia y, sobre todo, el afecto que los animales pueden desarrollar hacia quienes les ofrecen una segunda oportunidad.
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