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¿Le ha pasado que está acariciando a su gato y de repente este lo muerde suavemente? Aunque este comportamiento puede resultar desconcertante, es bastante común y tiene varias explicaciones que ayudan a comprender las razones detrás de estas mordeduras.
Instinto de caza.
Una de las explicaciones principales está relacionada con los instintos naturales de caza de los gatos. Los gatos son depredadores por naturaleza y, desde muy pequeños, comienzan a desarrollar comportamientos propios de la caza. Según Experto Animal, durante su fase de gatito, los felinos juegan entre sí, “simulando ser tanto presas como depredadores”. Estos juegos incluyen mordiscos, saltos y acechos, lo que les permite practicar sus habilidades para cazar.
Cuando un gato se convierte en un compañero de vida de los seres humanos, estos instintos de caza pueden seguir presentes. Aunque el gato ya no necesite cazar para alimentarse, el deseo de jugar y simular esas conductas naturales persiste. Es por ello que, cuando acaricia a su gato, este puede interpretar la situación como un juego de caza, y la mordedura suave es simplemente una forma de interactuar en su “modo juego de caza”. En estos casos, no se trata de agresión, sino de una expresión instintiva de su naturaleza como cazador.
Para evitar que su gato lo muerda durante las caricias, lo más recomendable es desviar su atención hacia un juguete. Los juguetes que imitan el comportamiento de una presa, como ratones de juguete o varitas con plumas, son ideales para que el gato libere su energía sin recurrir a morder sus manos o pies. Esto también ayuda a que el gato no asocie su cuerpo con una presa potencial.
Agresión.
Otra causa común de mordiscos suaves es la sobreestimulación. Los gatos, aunque son animales que disfrutan de la compañía humana, pueden ser más sensibles a las caricias de lo que parece. En muchos casos, lo que comienza como una sesión placentera de caricias puede volverse incómodo o molesto para el gato después de un tiempo. Este fenómeno se conoce como “agresión por caricias”.
Cuando un gato se siente sobreestimulado, puede reaccionar de manera abrupta, mordiendo para poner fin a la situación. A veces, este comportamiento parece repentino, pero, en realidad, los gatos suelen enviar señales sutiles antes de morder. Algunos signos de que un gato puede estar experimentando sobreestimulación incluyen el movimiento rápido de la cola, el aplanamiento de las orejas, la dilatación de las pupilas, la piel que se eriza o el cese del ronroneo. Reconocer estos indicios puede ayudar a evitar que el gato llegue a morder, ya que indica que está llegando al límite de lo que puede tolerar.
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