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Los gatos son animales juguetones, curiosos, leales y muy amorosos. Ellos tienen diferentes formas para expresar su cariño a sus cuidadores, algunas de estas son: parpadear lento o entrecerrar los ojos, amasar con sus patas, frotar su cabeza contra la persona a la que quiere y ronronear. Esto último es un sonido rítmico que los mininos emiten con la boca cerrada y que expresa calma, placer, bienestar y confianza.
Aunque el ronroneo es una de las formas de comunicación más usuales e importantes para los gatos, hay algunos felinos que no lo hacen. Esto puede ser por varias razones, principalmente, según explican los expertos, debido al carácter y/o personalidad de cada ejemplar. Así como sucede con las personas, los mininos tienen diferentes maneras para comunicarse y suelen elegir unas u otras según la situación.
Sin embargo, hay ocasiones en las que un gato que toda su vida ha ronroneado deja de hacerlo por un largo tiempo o incluso para siempre. Según el portal especializado en mascotas Experto Animal, algunas de las razones de este cambio pueden ser:
Estrés.
A los gatos no les gustan los cambios. Ellos se estresan fácilmente cuando el ambiente en el que viven se ve alterado y esto, a su vez, puede ocasionar que dejen de ronronear. Algunas de las situaciones que provocan estrés en un minino son: la llegada de un bebé a la casa, un cambio en la rutina del hogar, los ruidos fuertes, visitas al veterinario, la perdida de un ser querido, etc.
Enfermedad.
Algunas enfermedades como las infecciones de las vías respiratorias superiores o lesiones como las fracturas pueden hacer que un gato se sienta indispuesto y, por lo tanto, no ronronee como normalmente lo hace. Hay mascotas que, ante el dolor y como un mecanismo de protección, se ponen agresivos o se esconden de sus dueños. En este caso lo mejor es llevarlos a un médico veterinario.
Vejez.
Cuando los gatos están en sus primeros años de vida suelen tener más energía y ronronean más duro y con mayor frecuencia. A medida que van envejeciendo, este sonido se va haciendo tenue y, a veces, casi imperceptible.
La falta de ronroneo no siempre es un signo de insatisfacción, pero si viene acompañado de otras conductas como cambios en el apetito, vómitos, salivación excesiva, apatía e inactividad, lo mejor es consultar con el veterinario para descartar que se deba a alguna enfermedad.
Es importante recordar que el ronroneo es una acción voluntaria que forma parte de la personalidad de cada gato, por lo que no es malo que un ejemplar no lo haga.
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