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Los perezosos de Sasaima: ¿íconos de un pueblo o víctimas del turismo?

Al convivir tan de cerca con las personas, estos perezosos enfrentaron riesgos que incluso resultaron fatales. Conozca a fondo la historia de su traslado y las lecciones que dejó este caso.

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Ana Vega
09 de noviembre de 2024 - 05:00 p. m.
Aún queda un individuo en el parque y se espera que pronto se haga el proceso de reubicación.
Aún queda un individuo en el parque y se espera que pronto se haga el proceso de reubicación.
Foto: CAR
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Mirando fijamente hacia los árboles, buscando entre las ramas y señalando con emoción cada movimiento, así es como se suele ver a las personas que pasean por el parque principal de Sasaima, un pequeño pueblo de Cundinamarca. Pero, ¿qué es lo que buscan con tanto afán? ¿Acaso no se han enterado de que ya se llevaron a los perezosos que solían habitar allí?

Durante aproximadamente 20 años, este parque, que es como tantos otros característicos de los municipios de Colombia, fue el hogar de once perezosos de dos dedos, que vivieron prácticamente al alcance de locales y turistas. Su historia comenzó cuando un conductor encontró a uno de ellos en una carretera cercana y, en vez de comunicarse con las autoridades ambientales, como indica el procedimiento cuando se encuentra fauna silvestre, lo tomó y lo dejó en los árboles del lugar.

Otros habitantes siguieron este mal ejemplo, llevando más de estos mamíferos y solo fue cuestión de tiempo para que se reprodujeran, estableciéndose allí y haciendo del parque su hogar. Así fue como las ceibas, los almendros y los ocobos frente a la alcaldía se convirtieron en el refugio de varias generaciones de perezosos y su permanencia allí se volvió parte de la cotidianidad de Sasaima.

Aunque al principio su presencia era solo una curiosidad local, este año comenzaron a atraer más atención gracias a turistas que documentaron su visita a este municipio en redes sociales, invitando a sus seguidores a conocer este singular lugar. Pues resultaba casi increíble pensar que, a solo 80 kilómetros de Bogotá, se pudiera ver a una especie de fauna silvestre bajando de los árboles y teniendo contacto directo con las personas, algo que debería ocurrir solo bajo ciertas restricciones y en lugares autorizados como en los refugios y santuarios.

Luz Marina Sánchez, una residente local, fue la cuidadora principal de los perezosos desde sus primeros años en el parque. Ella, por voluntad y recursos propios, se dedicó a alimentarlos, especialmente en tiempos de sequía cuando los frutos de los árboles escaseaban, “yo les daba manzanas y otras frutas que los hidratara, con una vara de bambú (...) ellos aprendieron a bajar a buscar la varita cuando tenían hambre”, recuerda Luz Marina, quien incluso llegó a “criar” a Morochito, una pequeña cría que fue rechazada por su madre.

A pesar del esfuerzo de Luz Marina y del aparente respeto de los habitantes de Sasaima por el bienestar de estas criaturas, el hecho de convertirlas en un atractivo turístico y prácticamente en las “mascotas” del pueblo, privándolas de estar en su hábitat natural, terminó pasando factura: una de las crías murió tras ingerir alimentos procesados y otra fue robada, según confirmó la Corporación Autónoma Regional (CAR).

Con estos incidentes, se hizo más evidente una realidad que todos se resistían a aceptar y es que el parque no era un entorno adecuado para los perezosos y su creciente popularidad como atracción turística ponía en riesgo su bienestar, por lo que era urgente actuar.

La inevitable despedida

En agosto, la CAR tomó la decisión de reubicar a cinco de seis perezosos llevándolos al Parque Longitudinal de Sasaima, un espacio ecológico con más vegetación y menos interacción con las personas. “Los perezosos estaban expuestos a un gran riesgo, pues esta popularidad ya no era solamente a nivel local, sino a nivel departamental y a nivel nacional (...) Ya había muchas personas que estaban yendo a verlos, entonces entre el interés del turismo y el interés de los animales, pues prevalece el interés del bienestar de las especies”, explicó Gratiniano Suárez, director regional de Gualivá.

Para la CAR, la reubicación era la única medida posible para garantizar la seguridad de los animales, quienes estaban expuestos a múltiples peligros, entre estos el tráfico de fauna, en un entorno que no era seguro para ellos.

La corporación explicó que esta decisión no se tomó de la noche a la mañana y tuvo una planeación detrás: se hizo un proceso de socialización con la alcaldía y con la comunidad para que entendieran que, pese a los años de convivencia, “un parque central no es un hábitat ideal para la fauna silvestre”, explicó el director. Además, afirmaron que luego de que estuvieran en su nuevo hogar, los mamíferos serían valorados comportamental y nutricionalmente para determinar si se quedaban allí o si era necesario llevarlos a un centro de atención de la corporación.

Seguramente has visto los famosos 🦥perezosos de Sasaima que estaban en el parque principal ¿Verdad? ¡Tenemos buenas...

Publicada por Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca - CAR en Miércoles, 14 de agosto de 2024

El momento de la reubicación fue más complicado de lo que se esperaba. Quienes participaron cuentan que esto se vivió como una “batalla entre dos bandos”: por un lado, los habitantes del pueblo, que consideraban a los perezosos parte de su identidad y criticaban la decisión de la CAR; y por otro, las autoridades ambientales, que tienen la responsabilidad de velar por la protección de la fauna silvestre.

“La reubicación fue un fracaso total. Ellos vinieron, hicieron el traslado y nunca más se supo qué paso con los perezosos (...) no se hizo un proceso de adaptación”, comenta Luz Marina, quien recuerda el día en que tuvo que ayudar a cargar a los perezosos al Parque Longitudinal.

Ante la incertidumbre y las críticas de la comunidad, la Alcaldía de Sasaima emitió un comunicado en sus redes sociales aclarando que todo era parte de un acuerdo y pidiendo apoyo y respeto para cuidar a la fauna de la región: “Luego de la visita realizada por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, los osos no fueron retirados del municipio, sino en acuerdo con la comunidad, se tomó la decisión de ser trasladados al Parque Longitudinal Ambiental. La Alcaldía de Sasaima acata y respeta las decisiones de las autoridades competentes”, también precisaron que trabajarán en conjunto para cuidar y conservar la fauna de la región (...) “Pedimos a la comunidad comprensión y apoyo para su cuidado y respeto”.

Hoy, luego de tres meses de su traslado, el director de la regional Gualivá da una actualización sobre este caso: gracias a conectividad que tiene este eco-parque, los perezosos se han ido moviendo y adentrando más al bosque, de igual forma, él sostiene que continúan bajo un seguimiento veterinario. “Se ha tenido contacto visual con ellos, pero están bien, libres, en su medio y en su hábitat, como tantos perezosos que tenemos aquí”. Por el lado del individuo que quedó en el parque, se están adelantando las acciones para liberarlo también prontamente.

#bienestaranimal Buenos días Sasaimeros Con ocasión de las diferentes publicaciones, posiciones y presión frente a la...

Publicada por Alcaldía de Sasaima en Miércoles, 14 de agosto de 2024

Aunque para muchos sasaimeros esta medida fue difícil de aceptar, la realidad es que era necesaria, y lamentablemente, llegó muy tarde para los dos ejemplares que se vieron afectados. Hoy que ya no están en el parque central, su imagen perdura en los letreros, los anuncios turísticos, souvenirs, y la gente que aún pasa por este lugar buscándolos entre los árboles.

Este desenlace deja una lección importante sobre nuestra relación con la fauna silvestre. Durante dos décadas, los perezosos estuvieron expuestos a un entorno ajeno a su naturaleza y en riesgo constante, no fue sino hasta que el turismo aumentó que el pueblo y las autoridades actuaron para protegerlos. La realidad es que desde un comienzo estos animales nunca debieron ser tomados como mascotas o como atractivo turístico. La fauna silvestre pertenece a su hábitat natural y es nuestra responsabilidad protegerla allí. La verdadera muestra de respeto y admiración por la naturaleza no es tomarle una foto o posar con ellos, es cuidar a los animales y respetar su libertad.

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Ana Vega

Por Ana Vega

Profesional en Estudios Literarios de la Universidad Nacional con interés en temas de divulgación cultural y medio ambiente.@Anav3g4avega@elespectador.com

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Chirri(rv2v4)10 de noviembre de 2024 - 10:16 a. m.
Aprendamos a respetar a la fauna, sea cual se el lugar donde toman sus alimentos. Lo deben enseñar en las escuelas y colegios, pero no; los profesores no tienen claridad en su tarro neuronal.
Magdalena(45338)09 de noviembre de 2024 - 10:55 p. m.
Felicitaciones a la Comunidad por su liderazgo para defender a los perezosos y aceptar su traslado
Ramon(78770)09 de noviembre de 2024 - 10:02 p. m.
El manejo de esta situaciones demuestra responsabilidad y profesionalismo
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